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La Siberia suiza brinda una cálida acogida

El frío valle de Brévine tiene 27 kilómetros de largo swissinfo.ch

La noche del martes ha sido la más fría de este invierno en Suiza, con temperaturas que han descendido a menos 15 grados centígrados en la llanura y a menos 25 grados en un lugar que justamente se conoce como la "Siberia suiza".

La frígida reputación de “La Brévine”, en las colinas del Jura, puede espantar a muchos. Sin embargo, los visitantes dispuestos a desafiar el frío, reciben una calurosa acogida.

En su apartamento en “La Brévine”, el pensionista Marcel Blondeau extiende una hoja de papel sobre la mesa del comedor en la que ha apuntado algunos de los registros de bajas temperaturas del pueblo.

“Mi récord es de menos 41 grados, registrado a las 8 de la mañana del 2 de enero de 1987”, dice orgullosamente Blondeau, señalando con su dedo índice la línea en cuestión.

Añade que esta temperatura fue sólo un grado más alta que el récord suizo de bajas temperaturas registrado algunas décadas antes de que él y su esposa comenzaran a anotar meticulosamente las temperaturas para el Instituto suizo de Meteorología.

Microclima

El pueblo está en el corazón de un valle de 27 kilómetros de largo en forma de cuenca, enmarcado en los bordes por altos abetos, bajo cielos de un claro azul cristalino.

La topografía es en gran parte responsable del microclima. Pero no es tanto el frío el que asusta a la gente, sino la nieve.

Vienen a practicar cross-country en esquí a lo largo de pistas que atraviesan un valle cuyo aspecto es probablemente más parecido al de un paisaje siberiano que a cualquier región suiza.

Aquí puede faltar el dramático paisaje de los Alpes, pero “La Brevine” y su valle tienen un encanto cuando emiten un aire de serena belleza y melancolía.

En suma, en esta época del año, el valle es mortalmente tranquilo y el pueblo soñoliento.

No más prosperidad

En las recientes décadas muchos residentes se han marchado a trabajar en las fábricas de relojería de las ciudades vecinas. Así, la población de “La Brévine” ha quedado diezmada.

Aquello que una vez fue una próspera comunidad de 2.000 habitantes ha quedado reducido a casi 600 personas.

Un par de hoteles-restaurante han sobrevivido en la plaza del pueblo, aunque hay suficientes esquiadores de cross-country para sostener la minúscula tienda deportiva de “La Brévine”, atinadamente llamada Siberia-Sport.

“La gente no viene aquí necesariamente porque hace tanto frío” dice la propietaria de la tienda Jacqueline Schneider. “Sólo cuando aparecen artículos en la prensa sobre “La Brévine”, como ha sido el caso últimamente”, agrega.

Estación meteorológica

Con excepción de Siberia Sport, “La Brévine” no comercializa su insólito atributo.

No hay otras señales o marcas que indiquen el camino a la estación meteorológica donde ha sido registrado el récord de temperaturas.

Necesitamos la ayuda de Blondeau para encontrar el artificio oculto en un hueco detrás de la plaza del pueblo.

Sin embargo, Bondeau ya no viene aquí muy a menudo desde que, en 1997, el servicio meteorológico suizo reemplazó el aparato manual con un dispositivo automático.

“Teníamos que hacer mediciones tres veces, cada día. A las siete de la mañana, a la una y nuevamente en la tarde”, dice.

“También leíamos las nubes, medíamos la profundidad y la cantidad de nieve y humedad. Debíamos hacer todo esto tres veces al día”, agrega.

Automatizado

La máquina comienza a ronronear tranquilamente. Blondeau dice que está trabajando, registrando la temperatura y enviando la información directamente a la sede central de la oficina meteorológica, en Zúrich.

“Cada 30 segundos, cada 30 segundos”, dice.

Los menos 25 grados centígrados de esta semana figuran entre las temperaturas más frías registradas en cualquier otro lugar de Suiza durante este invierno. Ha sido casi dos veces más bajo que aquellos vividos al mismo tiempo en la cumbre del Jungfraujoch, situado a casi 2.000 metros más de altitud que “La Brévine”.

Finalmente decidimos dejar el frío para tomar un café en el restaurante Hôtel de Ville donde recibimos una calurosa acogida.

Cada uno de los tres miembros del personal de turno se toma el tiempo para venir a nuestra mesa y estrecharnos la mano y se nos indica que este género de acogida es normal aquí.

También los precios son atractivos. A dos francos suizos con ochenta, el café es casi un franco suizo más barato que en la mayoría de pueblos, ciudades o centros turísticos de Suiza.

Jean-Daniel Oppliger, gerente y propietario del vecino “Auberge au Loup Blanc” (Posada del Lobo Blanco) tiene también la idea justa.

Fuego abierto

Ha renovado su establecimiento manteniendo su carácter rústico.

El fuego abierto del rincón no ruge, pero añade calor al ambiente del lugar y los cocineros de Oppliger “derriten” nuestro plato principal colocándolo al borde de las llamas.

“El queso Vacherin Mont d’Or es una especialidad del Jura”, dice Oppliger mientras atiza el fuego.

“Producimos este queso sólo en invierno”, añade cuando vierte el contenido derretido sobre un plato de patatas cocidas al vapor.

A parecer, el invierno tiene sus encantos, incluso en la Siberia suiza.

swissinfo, Dale Bechtel, en “La Brévine”.
(Traducción : J.Ortega)

“La Brévine” está a 1.000 metros sobre el nivel del mar encima de las colinas del Jura, en el cantón de Neuchâtel.

Es considerado como el lugar inhabitado más frío de Suiza, donde han sido registradas temperaturas de menos 42 grados centígrados.

Fuera de la Antártica, la más baja temperatura hasta ahora registrada ha sido de menos 68 grados centígrados, en Siberia.

“La Brévine” centro de las pistas de esquí de cross-country.

Causas de los inviernos extremadamente fríos en “La Brévine”, según Marcel Blondeau, meteorólogo aficionado de la región:

“El valle está formado como una gran cuenca que atrapa el frío”.

“Tiene que haber un mínimo de 50 centímetros de nieve para que la temperatura descienda a menos 30 o 40 grados centígrados”.

“Las temperaturas bajan continuamente durante la noche y por la mañana el sol naciente empuja todo el aire frío hacia el valle”.

Blondeau recuerda que en 1985 las temperaturas se mantuvieron entre menos 39 y menos 41 grados centígrados durante toda una semana.

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