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La UE, atenta a negociaciones con Berlín y Londres

Algirdas Semeta (der.), Comisario Europeo sobre Fiscalidad. Keystone

Más que esperar andanadas contra el secreto bancario, Berna ha optado por tomar la iniciativa con la esperanza de evitar lo peor. Pero el margen de maniobra es muy estrecho. La Comisión Europea no le permitirá nada.

¿La Comisión Europea está preocupada por las maniobras de Suiza para firmar acuerdos bilaterales sobre los activos no declarados a las autoridades fiscales en los bancos suizos…?

“No estamos preocupados por ninguna estrategia suiza para dividir a los Estados miembros. Tenemos garantías de Alemania y el Reino Unido de un apoyo incondicional a nuestro objetivo de llegar al intercambio automático de información dentro de la UE, así como de promover un sistema lo más amplio posible de intercambio de información al nivel internacional”, declara Emer Traynor, portavoz del Comisario para la Fiscalidad, Algirdas Semeta,.

Lo anterior, merced a que se generaron diversas especulaciones cuando Berna anunció que estaba en discusiones con Berlín y Londres para “regularizar los antiguos haberes no declarados” en cuentas suizas, “imponer una retención en la fuente sobre los futuros rendimientos” y “ampliar la ayuda administrativa”.

¡Un filón!

Bajo el temor de recibir presiones para proceder al intercambio automático de información -como sucedió en 2009 con la norma de la OCDE para el intercambio de información a la demanda – Suiza tomó la iniciativa. Propuso un acuerdo a sus vecinos: mucho dinero -y rápidamente – para cubrir los déficits abismales de la tesorería pública, en extrema necesidad de fondos, desde la crisis financiera de 2008, a cambio de la introducción de un sistema menos intrusivo que el intercambio automático de información y de un acceso facilitado a los bancos suizos en los mercados nacionales. ¡Lotería! respondieron Berlín y Londres, mientras que Roma observa en silencio.

Suiza tiene argumentos: un impuesto sobre las cuentas de los ciudadanos de un Estado ‘X’ constituye un ingreso inmediato de dinero para ese Estado, mientras que el intercambio de información no genera en primer lugar sino una masa de datos que luego deben ser analizados. Según la prensa alemana, un acuerdo podría generar hasta 30 mil millones de euros a las autoridades fiscales alemanas. ¡Un filón!

Vista desde Berna, la maniobra tiene varias ventajas. Por un lado, permite iniciar el cambio, con la esperanza de limitar sus alcances, en lugar de soportarlo sin controlar nada. Por otro lado, abre una brecha en la solidaridad y la estrategia de la Comisión Europea para obtener un intercambio automático de información, verdadera pesadilla para los banqueros suizos.

Primacía del derecho europeo

Visto desde Bruselas, esto no es motivo de preocupación, siempre que los Estados miembros que negocien acuerdos bilaterales respeten verdaderamente sus compromisos comunitarios. El Comisario europeo no lo pone en duda. E incluso, si ese fuera el caso: “El derecho europeo prima sobre los acuerdos bilaterales en caso de conflicto”, recuerda Algirdas Semeta. Los tratados europeos establecen un principio de lealtad entre los Estados miembros, que “deben abstenerse de cualquier medida que pueda poner en riesgo los objetivos de la Unión”. El generalizado intercambio automático de información, “o un sistema equivalente”, se recuerda en la Comisión, constituye uno de esos objetivos.

La Comisión estará pues muy atenta al contenido de los acuerdos, una vez terminadas las negociaciones. ¿La combinación de una retención a la fuente y un sistema de asistencia ampliado basado únicamente en el nombre de un cliente, sin mencionar el del banco, podría ser considerado como “equivalente” por los expertos de la Comisión? Es demasiado pronto para decirlo. Eso dependerá sin duda de las tasas del impuesto en la fuente y de la asistencia acordada.

El margen de maniobra para Berna es estrecho. Si al final las tasas son muy elevadas y la asistencia demasiado amplia, la medida podría ser considerada por los europeos como “equivalente” al intercambio automático de información, pero reduciría el interés para los clientes de colocar su dinero en los bancos suizos.

En caso contrario, la Comisión podría no quedar contenta. Continuaría entonces su ofensiva contra el secreto bancario. “Y podría incluso endurecer el tono contra Suiza en otros temas que nos gustaría concluir, en los ámbitos de la agricultura o la industria química”, estima un experto suizo sobre asuntos europeos.

El secreto bancario está anclado en la legislación suiza desde 1934.

Durante los últimos 18 meses, en reiteradas ocasiones Suiza ha sido acusada de favorecer la evasión fiscal.

La OCDE incluyó a Suiza en la ‘lista gris’ de paraísos fiscales en abril de 2009.

El país fue excluido de la lista tras renegociar más de 12 Convenios de Doble Imposición, pero renunciando a todo intercambio automático de información bancaria sin la prueba de un crimen comprobado.

Varios países, entre ellos Italia, Francia, Gran Bretaña y Estados Unidos propusieron amnistías fiscales con el fin de repatriar fondos sustraídos al fisco.

El caso más grave afectó al UBS, condenado en febrero de 2009 a una multa de 780 millones de dólares por haber ayudado a sus clientes estadounidenses a evadir impuestos. El banco también fue obligado a transmitir los datos de 285 titulares de cuentas.

En septiembre, el gobierno suizo aceptó entregar al fisco estadounidense los datos de 4.450 clientes del UBS –violando así el secreto bancario- para evitar un proceso ruinoso para el UBS.

Las autoridades alemanas compraron varios CD que contenían datos bancarios robados.

Suiza y Alemania concluirán previsiblemente un acuerdo que establezca un impuesto en la fuente sobre el capital de clientes alemanes depositados en bancos suizos.

Traducción, Marcela Águila Rubín

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