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La violencia juvenil irrumpe en la campaña electoral

Keystone Archive

La violencia juvenil y, sobre todo, la que involucra a jóvenes de origen extranjero, es uno de los temas centrales de la campaña para las elecciones legislativas, previstas para octubre.

Las recetas van desde la represión hasta la integración, pero no resulta fácil encontrar soluciones sencillas a un problema tan complejo.

Rhäzuns, Seebach, Steffisburg. Los nombres de estas localidades, hasta hace unos meses prácticamente desconocidas, terminaron en boca de todos tras ser escenario de violaciones colectivas de niñas y adolescentes en las que estaban involucrados grupos de jóvenes.

Estos sucesos causaron indignación y desataron toda una polémica, sobre todo porque algunos de los autores eran menores y de origen extranjero. La cuestión de la violencia juvenil se ha convertido en uno de los temas candentes de la agenda política. Faltan unos meses para las elecciones legislativas, previstas para octubre, y el tema genera mucha discusión en la opinión pública.

Quien agitó las aguas fue, sobre todo, la Unión Democrática del Centro (UDC, derecha nacionalista y conservadora), que desde hace años ha convertido el tema de los extranjeros y de los supuestos problemas relacionados con ellos en su baza política.

Entre represión e integración

El ministro de Justicia y Policía, Christoph Blocher, miembro de la UDC, propuso una serie de medidas para luchar contra la violencia juvenil: reforzar las disposiciones judiciales; incrementar la presencia de agentes de policía en las inmediaciones de las escuelas; conceder la nacionalidad suiza por un periodo de prueba a las personas apenas naturalizadas y, en el caso de jóvenes delincuentes de origen extranjero, contemplar la posibilidad de expulsar del territorio helvético a toda la familia…

Los otros tres partidos que conforman el gobierno (socialista, radical y demócrata cristiano) se mantuvieron un poco al margen. También porque, como sostiene el politólogo Georg Lutz, en un tema tan vinculado a los extranjeros no gozarían de la misma credibilidad que la UDC.

Pero esta actitud no les impidió subrayar que el tema les preocupa desde hace mucho tiempo ni tampoco presentar sus soluciones. Soluciones que van desde medidas de integración de los jóvenes en la sociedad y en el mundo laboral, hasta disposiciones represivas.

Mediatización excesiva

La Comisión Federal para la Infancia y la Juventud intentó sofocar el fuego invitando a todos a afrontar el problema de manera diferenciada y evitar soluciones simplicistas.

Jean Zermatten, director del Instituto Internacional de los Derechos del Niño y durante 30 años juez de menores en el cantón del Valais, por su parte, invita también a no caer en actitudes extremistas: “Probablemente el fenómeno se ha extendido. Hoy asistimos a una mediatización exagerada que conduce a una demonización”.

“En 25 años de trabajo nunca vi un fuerte aumento de la violencia; en cambio, hay actos de violencia que se resaltan más”, relativiza Claude Moullet, educador de calle en el cantón de Neuchâtel.

Precariedad

A lo largo de su experiencia profesional, Moullet sí ha podido observar una degradación social: “Muchas familias viven en condiciones cada vez más precarias. Cada año me digo que ya he visto lo peor, pero al año siguiente me desengaño”.

“La delincuencia juvenil existía también en el pasado, pero era menos importante. Los contextos educativos y familiares eran más estables”, afirma Jean Zermatten.

La desintegración familiar cada vez mayor, los problemas escolares, la dificultad de encontrar un puesto de aprendizaje, los problemas de integración en una sociedad altamente competitiva y muy exigente son factores que influyen mucho.

“Los problemas se duplican, pero las estructuras institucionales –judiciales y sobre todo de protección a los jóvenes– no se han adaptado a la nueva realidad”, explica el antiguo juez.

Paradoja

“Vivimos una situación paradójica”, agrega Moullet. Por un lado, la sociedad es cada vez más intolerante frente a actos que, en el fondo, podrían ser tolerables. “Un juez, por ejemplo, me contó recientemente que tuvo que emitir una sentencia en un caso por el robo de dos botellas de 50 céntimos”.

Por el otro, no se muestra suficiente firmeza cuando se trata de delitos más graves: “Regularmente a padres que dicen: ‘¿Pero qué es la justicia? Yo esperaba que mi hijo fuera penalizado más severamente’.”

Claude Molluet destaca, además, las dificultades ante las que se ven los padres para cumplir su papel educativo: “He podido ver cómo una madre era detenida por la policía por haber propiciado una bofetada a su hija de 14 años tras sacarla de una discoteca”, explica Moullet.

Medidas impensables

No hay recetas milagrosas. Jean Zermatten insiste en la necesidad de brindar todo el apoyo posible a las familias para educar a sus hijos. En cambio, duda mucho de la eficacia de las medidas coercitivas.

Expulsar a toda la familia de un joven extranjero culpable de delitos graves –o como piden algunos– sentenciar al padre con una pena de cárcel es sencillamente impensable.

“En derecho penal es el autor del delito quien debe asumir las consecuencias de sus actos y no su familia”. Además, expulsar sólo al menor sería probablemente contrario a la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño, que estipula que en todas las decisiones adoptadas por las autoridades “debe primar el interés del niño”.

“Tengo mis dudas”, concluye Zermatten, miembro de la Comisión de la ONU para los Derechos del Niño, “de que expulsar a un menor a un país donde quizás jamás ha vivido sea una decisión en el interés del menor”.

swissinfo, Daniele Mariani

En 2005 se dictaron 14.106 sentencias penales contra menores; 2.268 de ellas por infracciones con actos de violencia.

En 1999 se registraron 12.300 sentencias, de las cuales 1.241 por infracciones con violencia.

De forma general, más de seis de cada diez condenas se dictaron contra jóvenes suizos, un porcentaje que se mantuvo estable entre 1999 y 2005.

En Suiza faltan estadísticas fiables para valorar en detalle el fenómeno de la violencia juvenil. Una laguna que destaca también la Oficina Federal de Policía.

La Oficina Federal de Estadística registra el número de sentencias penales decretadas contra menores. Algunos delitos, sin embargo, no son objetos de condenas y las prácticas pueden variar de un cantón a otro. Faltan encuestas representativas realizadas entre los autores y las víctimas de actos violentos.

Muchos especialistas coinciden en afirmar que el aumento de la violencia juvenil –o por lo menos la mayor gravedad de los delitos– es un fenómeno real y no sencillamente un reflejo de una mayor sensibilidad de la opinión pública.

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