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Las víctimas de Kander no conocían los riesgos

El jefe de las fuerzas aéreas Walter Knutti, del que dependían los soldados afectados. Reuters

Tras el accidente militar que provocó cuatro muertos y un desaparecido en un tramo fluvial no navegable, los especialistas son unánimes: sólo personas totalmente inconscientes del peligro pudieron lanzarse en bote en ese lugar.

Este sábado (14.06) la policía rescató el cuerpo sin vida de uno de los militares. De los cinco sobrevivientes, cuatro ya salieron del hospital, mientras que el quinto debió ser operado de la mandíbula.

¿Quién autorizó a esos hombres a embarcarse el jueves (12.06) por la mañana en dos botes neumáticos para un ejercicio tendiente a “reforzar el espíritu de grupo”, en una parte del río en la que ningún aficionado al balsismo (rafting) se atrevería a correr el riesgo? Es una de las numerosas cuestiones a las que la investigación de la justicia militar deberá responder.

Ese tramo del río Kander no es una zona peligrosa por naturaleza. Una obra humana fue lo que resultó fatal para las embarcaciones, volcadas menos de un kilómetro después de entrar al agua.

Trampa mortal

Tras la tarde del drama, todos los expertos interrogados por los medios de comunicación dicen lo mismo: no navegamos por un río en el que haya barreras artificiales utilizadas para disminuir la corriente.

Con 59 años de edad, y 55 de práctica del kayak, Daniel Chezière es también piloto profesional de diversos tipos de aeronaves y fundó en 1982 la agencia swissraft, pionera helvética de lo que ahora conocemos como “deportes extremos”.

En entrevista con swissinfo, coincide en señalar que esos obstáculos artificiales deben evitarse.

“Es una de las primeras cosas que se aprenden cuando se practica el kayak y se tiene la autorización para ir a un río: las barreras artificiales son tabúes. No se va a ese sitio. Es elemental en este deporte”.

El agua salta por encima de la pared creada artificialmente cayendo de vuelta convertida en un remolino vertical. “Exactamente como el tambor de una máquina de lavar, precisa Daniel Chezière. Y cuando usted está ahí dentro, no puede salir”.

Aún menos porque esta agua que cae con una gran fuerza crea espuma, sustancia sobre la cual no se puede tener apoyo como sobre el agua.

“La única salida, si se logra mantener un autocontrol, es agarrarse al fondo y liberarse para salir de ese circuito infernal”, explica Daniel Chezière.

Prácticamente ninguna esperanza

Es evidente que la mitad de los náufragos no logró llegar. Este sábado (14.06) la policía rescató el cuerpo sin vida de uno de los dos hombres reportados oficialmente como “desaparecidos”.

“No hay prácticamente más esperanza de encontrar vivos a los oficiales”, declaraba el jueves por la tarde Walter Knutti, comandante de las Fuerzas Aéreas, de las que depende la tropa que sufrió el drama.

Las fangosas aguas del Kander en este período de fundición de las nieves complican las búsquedas y el río acarrea muchísimas piedras que en el peor de los casos podrían literalmente “enterrar” a ambas víctimas en el fondo. Esto equivaldría a que desaparecieran para siempre. Varios casos de este tipo han sido señalados en ríos de montaña desde los años 60.

Como un auto lanzado contra un muro

En cuanto al asunto de las responsabilidades, el jefe del ejército Roland Nef advirtió que “la investigación tomaría cierto tiempo”. Y aseguró que se hará todo “para que las causas de esta catástrofe sean examinadas sin falla por los órganos de instrucción militar”.

Para Daniel Chezière en todo caso, la cuestión de saber si los botes utilizados por las víctimas fueron adaptados a este género de ejercicio no tiene objeto. “No hay simplemente canoas hechas para resistir este tipo de cosas, como no hay un coche hecho para resistir un choque frontal contra una pared a 80 o 100 km/h “, afirma el experto navegante.

¿ Entonces cómo y por qué nos atrevimos a correr un riesgo y a hacer correr a los otros un riesgo semejante? Daniel Chezière sólo se lo explica por una ignorancia profunda del peligro.

“Porque si había entre ellos un supuesto ‘experto’ en balsismo, entonces, verdaderamente habría que preocuparse por nuestros soldados”, concluye.

swissinfo, Marc-André Miserez y agencias
(Traducción, Patricia Islas Zuttel)

El ejército suizo se compone de un efectivo de 140.000 soldados, de los cuales 4.200 son profesionales.

La ley obliga a todos los suizos a servir en el ejército. En la práctica, cerca de un tercio de los hombres en edad de cumplir el servicio militar están excluidos, bajo argumentos diversos.

Para las mujeres el servicio militar es voluntario. Se realiza a partir de los 18 años de edad. Se trata de 18 a 21 semanas de escuela para los reclutas, seguidas de cursos de repetición de tres semanas, que concluyen a la edad de 35 años.

El 12 de julio de 2007, cinco reclutas y un sargento del grupo de especialistas de montaña del ejército murieron por un alud en las pendientes nevadas del conocido pico de la Jungfrau, en la región de montaña bernesa.

Tres días más tarde, un guía de montaña privado afirmó haber advertido a los guías del ejército que las condiciones eran demasiado malas para hacer el recorrido, que finalmente concluyó en tragedia.

Solicitado para realizar una investigación sobre el incidente, el Instituto Federal de Estudios de Nieve y de Aludes de Davos concluyó en octubre que la avalancha habría sido “muy probablemente” provocada por los propios militares afectados.

Aún se esperan las conclusiones de la justicia militar sobre el caso.

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