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Las ventas de material bélico acaparan la atención

Suiza exportó material de guerra por 872,2 millones de francos suizos en 2011. Keystone

Varios expertos han criticado la legislación suiza sobre exportación de material de guerra debido a la falta de transparencia sobre el uso final que se le da.

Un estudio realizado por investigadores de las universidades de Berna y Zúrich concluye que si bien la ley es sólida, hay mucho por hacer aún en la tarea de garantizar su correcta aplicación.

La crítica se registra después de que en diciembre de 2011 se levantara una prohibición de seis meses impuesta a la venta de armas suizas a Qatar tras hallarse municiones fabricadas por la empresa helvética Ruag entre rebeldes de Libia, en abierta violación al acuerdo vigente de exportación de material bélico.

La Secretaría de Estado de Economía (Seco), responsable de supervisar la venta de material de guerra, atribuyó dicha entrega a un “error de logística militar”.

Ruag, empresa cuyo accionista mayoritario es el Gobierno suizo, anunció este jueves beneficios del orden de 97 millones de francos suizos en 2011, un 5,9% más con respecto al año previo. Las ventas al Ejército suizo representan el 37% de las ventas anuales, que totalizaron 1.770 millones de francos.

Alexander Spring, coautor del estudio La exportación de municiones suizas bajo examen: Divergencias entre la ley y la práctica que elaboró el think tank Foraus- señala a swissinfo.ch que la decisión de reanudar las exportaciones de armamento a Qatar careció de transparencia, tal como sucedió con la inspección posterior a la venta de material bélico a este país.

“No sabemos nada sobre las inspecciones realizadas tras desembarcar el material”, afirma Spring. “Y con respecto al error logístico, ¿fue un empleado interno de la embajada suiza en Qatar quien acudió al depósito de municiones y miró algunas cajas, o fueron expertos militares helvéticos de alta competencia quienes se ocuparon de ello?”

Vía correo electrónico, el jefe de Control de Exportaciones de Seco, Simon Plüss, señala a swissinfo.ch que tras la entrega de material bélico no existió una verificación suiza, “porque el propio Gobierno de Qatar confirmó de inmediato que, por un error de logística, las municiones suizas habían sido entregadas a la oposición libia”.

Y Plüss añade que representantes del Gobierno helvético han acudido en dos ocasiones a Doha para obtener información detallada sobre este incidente y buscar soluciones.

Exportaciones indias

Tobias Schnebli, integrante del Grupo Para una Suiza sin Ejército, coincide en que la falta de transparencia sobre el destino de las exportaciones de material bélico es problemática. Y considera cuestionable la venta de ametralladoras y fusiles de asalto a los servicios públicos de Orissa y Jharkhand, en India.

Tanto Orissa como Jharkand han acogido durante últimos años a la sangrienta insurgencia conocida como naxalita, que lideran grupos maoístas opositores al Gobierno indio y se ha cobrado millares de vidas.

En 2011, Suiza exportó material de guerra a India por 7,4 millones de francos suizos (8,05 millones de dólares), un dato por encima de los 6,03 millones de francos del año previo, lo que convirtió a India en el decimosexto importador mundial de equipo bélico suizo.

“En Orissa, se ha probado que la policía estatal ha enrolado a menores de 16 años en el combate de rebeldes”, denuncia Schnebli y destaca la inquietud que esto despierta en el seno de la ONG Human Rights Watch.

“Al respecto, Seco nos ha dicho que conducirán revisiones, pero pensamos que las ONG deben solicitar que representantes suyos de los derechos humanos formen parte de las misiones de inspección para conocer realmente quiénes son los usuarios finales de las armas. Si no lo hacen, es fácil para el ejército o la policía encubrir información”, sostiene Schnebli.

Plüss, sin embargo, afirma que toda revisión de material bélico posterior a su desembarco en otro país puede vulnerar la soberanía de otro Estado. Por esta razón la participación de observadores independientes “resulta muy delicada” y debe ser evaluada con “toda cautela”.

En su opinión, las exportaciones a Orissa y Jharkhand “deben ser tomadas como un caso excepcional”.

En algunas ocasiones, Suiza se reserva el derecho de inspección tras la entrega de material bélico y solicita una confirmación por escrito de que las armas no serán utilizadas contra la población civil.

Ley estricta

La legislación suiza prohíbe expresamente la exportación de material bélico a países envueltos en conflictos armados, y en casos en los que podría llegar a algún “receptor final indeseable”. Veta también la venta a países que violan sistemáticamente los derechos humanos, o donde existe el riesgo de que las armas se utilicen contra la sociedad civil.

Asimismo interdice la venta de armas a países que mantienen procesos de paz, rechaza la participación de niños soldados y exige el respeto del derecho internacional y de los principios de cooperación para el desarrollo que están vigentes en Suiza.

Suiza exportó material de guerra por alrededor de 872,7 millones de francos en 2011, un 36% más que en 2010, lo que Seco explica en una venta a los Emiratos Árabes Unidos de aviones militares de entrenamiento con valor de 258,1 millones de francos.

Tanto Spring como Schnebli coinciden en que la ley helvética que rige la exportación de material de guerra es una de las más estrictas del mundo. No obstante, estima que algunos ajustes serían positivos para disipar la incertidumbre legal que todavía existe, mientras Schnebli considera que la ley “aún ofrece un amplio margen de maniobra para la interpretación”.

Spring cuestiona también el magro beneficio económico que genera el comercio de material bélico, que representa solo el 0,4% del PIB suizo.

Sin embargo, el portavoz de la patronal economiesuisse, Jan Atteslander, asegura a swissinfo.ch que la industria suiza de la defensa se mantiene como un gran generador de profesionales altamente cualificados y como fabricante de productos que son importantes para otras áreas industriales.

La primera de una larga lista de escándalos provocados por la exportación de material bélico suizo se remonta a 1968. Durante la guerra civil de Nigeria salió a la luz que cohetes de fabricación helvética habían golpeado aviones del Comité Internacional de la Cruz Roja.

Una década después se descubrió que los aviones de entrenamiento PC-7, fabricados por Pilatus, podían ser fácilmente modificados para cargar bombas. Apodados bombarderos de los pobres por su relativamente modesto costo, se dice que la CIA los utilizó en Laos en 1962 y también en países como Myanmar, Guatemala, México, Chile, Bolivia o Nigeria. Más recientemente, se detectaron productos de Pilatus en Irak, Sudáfrica y Darfur.

En 1972, grupos pacifistas presentaron la primera de tres iniciativas para prohibir la exportación de armas; sin éxito. La más reciente fue en 2009, que solo consiguió el apoyo de un 32% de los electores suizos.

La exportación de material de guerra volvió a acaparar la atención en 2011, cuando se encontraron en Libia municiones que Suiza había vendido a Qatar.

Seco impuso de inmediato una prohibición para exportar material bélico a Qatar y la retiró en diciembre pasado con el argumento de que se trató de un “error logístico militar”.

El comercio internacional de material de guerra creció un 24% entre 2007 y 2011, comparado con el cuatrienio anterior. Los principales importadores de armas son asiáticos.

Asia y Oceanía concentraron el 44% de las importaciones de armamento, seguidas de Europa (19%), Oriente Medio(17%), América (11%) y África (9%).

India fue el principal receptor de armas (10% de las importaciones), delante de Corea del Sur (6%), Pakistán (5%), China (5%) y Singapur (4%).

Estados Unidos se mantuvo como el principal proveedor de armas de países como Túnez y Egipto, protagonistas de la llamada primavera árabe; especialmente a través de la entrega de más de una centena de tanques M-1A1 a Egipto.

Rusia fue proveedora del 78% del material bélico importado por Siria entre 2007 y 2011.  El año pasado le vendió diversos tipos de mísiles (Buk, Bastión-P) y 36 aviones de combate tipo Yak-130 para entrenamiento y combate, lo que contribuyó a que las importaciones sirias de material bélico aumentaran un 580% en el periodo 2007-2011 con respecto al cuatrienio 2002-2006.

Fuente: Instituto Internacional de Investigación por la Paz (Estocolmo), marzo de 2011

(Traducción y adaptación: Andrea Ornelas)

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