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Salario suizo, gran apetito y precios elevados

Thomas Schwemmer (izq) y Hermann Dietsche cubren el techo del garaje. swissinfo.ch

Los carpinteros Hermann Dietsche y Thomas Schwemmer trabajan periodos breves en Suiza por encargo de sus empleadores alemanes. Lo hacen para llevar a casa un suplemento salarial. Pero este propósito puede llevar consigo algunos inconvenientes.

La fachada de la casa en Kräiligen está cubierta con toldos de plástico negros. No, no ha sido envuelta por el mundialmente famoso artista del embalaje Christo, sino por los carpinteros del sur de Alemania, Hermann Dietsche y Thomas Schwemmer, y su colega polaco.

Hermann Dietsche tiene 53 años y es originario de Bonndorf, en la Selva Negra, donde vive con su esposa y sus tres hijos. El joven Thomas Schwemmer, de 24 años, está soltero y proviene del pueblo de Klettgau, en Baden Württemberg. Ambos trabajan en el pequeño taller de carpintería Brunner, en Untermettingen, situado a poca distancia de la frontera suiza.

Su jefe Mathias Brunner les envía tres o cuatro veces a Suiza. Estas estancias suelen durar una semana y excepcionalmente dos. Ese tipo de ocupaciones laborales en el extranjero están autorizadas hasta un máximo de 90 días, según establece la legislación vigente, y es una las medidas de acompañamiento para evitar el dumping social y salarial. La ley obliga a los empleadores extranjeros a cubrir la diferencia entre el sueldo que ganan sus empleados en Alemania y el salario mínimo que estipulan en Suiza los convenios generales de trabajo.

Suiza ha acordado con la Unión Europea un paquete de medidas para atenuar los efectos de la libre circulación de personas.

El trío de obreros alemanes concluirá los trabajos de carpintería en la vivienda unifamiliar de Kräiligen, siguiendo las normas eficiencia energética Minergie.

A Schwemmer y Dietsche les gusta trabajar en Suiza. “El montaje es el mismo y aquí también se cumplen los plazos. Pero en Suiza es más rentable”, precisa Dietsche. Sin embargo, no puede o no quiere decir a cuánto asciende el suplemento salarial.

En el caso de los enlosadores que el cronista encontró en otra obra en Suiza, el monto equivalía a casi un tercio del salario.

Un país caro

Es la hora de almuerzo. Sentados en una estera de aislamiento se disponen a saborear pan, salchicha y limonada. La alimentación en Suiza no siempre es módica. La víspera cenaron en un restaurante donde por dos platos de kebab, dos cervezas pequeñas y una lata de Energy Drink  pagaron 65 francos.

“Es increíble. Hay que pensárselo dos veces antes de pedir algo”, dice Thomas Schwemmer sin salir de su asombro. Lo mismo en Alemania no hubiese costado más de 25 euros (30 francos). “Pero aquí se come bien y las porciones son generosas”, añade.

Y para mantenerse saludables; los dos carpinteros aprecian sobre todo las salchichas, el queso y el café en Suiza. Hermann Dietsche suele comprar café molido para su esposa.

Thomas Schwemmer elogia la calidad del pan y del cruasán. Han quedado tan impresionados por los alimentos helvéticos que cruzan la frontera con regularidad para comprarlos en tiendas suizas. Lo hacen para alternar con los adquiridos en los supermercados alemanes Aldi y Lidl, matiza Schwemmer. El reportero se entera así de que también hay turismo de compras alemán en Suiza. Solo que la motivación para ello no radica en la conveniencia del precio, sino en el sabor de los comestibles.

Cuando su lugar de trabajo queda cerca de la frontera vuelven a casa por la noche. Lo hacen en coche. En vista de los 120 km que distan entre Untermettigen (Alemania) y Kräiligen (Suiza), Mathias Brunner ha alquilado una casa de vacaciones en Zuchwil. Si excepcionalmente cocinan ellos mismos, deben tener en cuenta las inusuales horas de apertura comercial. Cierran generalmente a las 19 horas, mientras que en su país suelen estar abiertas hasta más tarde.

Amabilidad en vez de redadas

Una parte casi constante de su trabajo diario en Suiza son los controles en el mercado laboral. Los carpinteros alemanes comprenden la situación. “Nos parecen buenos y los inspectores son siempre amables”, refiere Dietsche. “Uno de ellos dijo alguna vez que hacía los controles para que nos paguen lo correcto”.

Los controles de obra en Alemania se parecen más bien a batidas, al menos si se realizan por una denuncia previa. “En Leipzig vi una vez que el lugar de la obra fue completamente revuelta”, relata el maestro carpintero.

Los inspectores se informan in situ sobre el salario y otras remuneraciones. En un segundo paso averiguan si el empleador paga a sus obreros la diferencia salarial. Para ese fin cuentan con la hoja de pagos que Mathias Brunner debe enviar a las autoridades suizas correspondientes.

Barreras administrativas

Brunner envía carpinteros a Suiza desde 2009, según informa a swissinfo.ch. Si los controles detectaran alguna infracción a la ley en la materia, el empresario del sur de Alemania sería advertido en primera instancia, luego multado y en último término perdería la autorización para enviar obreros.

El empleador alemán calcula que los contratos suizos constituyen aproximadamente el 20% de su ingreso anual. Además, hay una ganancia incuantificable. “Se ve algo diferente y eso crea interés en el trabajo”, señala.

Antes de cada encargo laboral al otro lado de la frontera, el empresario del sur de Alemania debe informar a los funcionarios cantonales correspondientes. Al hacerlo debe dar datos exactos del lugar, el contrato, la duración y el número de obreros que serán enviados. Pero esto es solo una parte. “Es muy costoso”, dice Brunner. Por esa razón acudió inicialmente a una fiduciaria para asesorarse.  

En Kräiligen está a punto de terminar la hora de almuerzo. Thomas Schwemmer degusta como postre chocolate suizo con avellanas. “Para calmar los nervios”, se justifica entre risas. Apenas le harán falta, porque tanto él como Hermann Dietsche y su colega polaco aguardan confiados el fin de la jornada para ver el avance de la carpintería en la obra.

En vigor desde junio de 2002, es uno de los siete acuerdos bilaterales suscritos por Suiza en 1999 con los entonces 15 miembros de la Unión Europea (UE).

Los suizos aprobaron los siete acuerdos bilaterales por 67, 2% en la consulta realizada en 2000.

El electorado helvético decidió en 2005 ampliar la libre circulación de personas a los a los 10 nuevos Estados miembros de la UE.

En 2009, el 59,6% de los suizos ratificó la aplicación del acuerdo y decidió extenderlo a Bulgaria y Rumania.

Las autoridades cantonales registraron 66.000 trabajadores destinados temporalmente a Suiza.

En ese año se elevó a 180.000 el número de asalariados y autónomos de la UE que realizaban actividades en Suiza por menos de 90 días. Es decir que se registró un aumento de 22% con respecto a 2010.

Los representantes encargados de controlar el mercado laboral, constituidos en asociaciones, examinaron la situación de 140.000 personas y 14.500 empresas de la UE con trabajadores temporales en Suiza. A ello se añaden 18.000 firmas suizas.

Las comisiones cantonales tripartitas (empleados, empleadores y autoridades) registraron un leve aumento de casos de presunto dumping salarial con respecto al 2010. En las empresas de la UE aumentó la cuota del 12% al 14%; y en el de las firmas suizas del 6% al 9%.

En estos datos no se incluye las cifras de supuesta autonomía.

 Fuente: Informe Secretaría de Estado de Economía, mayo 2012

(Traducción: Juan Espinoza)

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