Los carteros de Leópolis siguen entregando paquetes pese a la guerra
Ni los bombardeos ni los ataques rusos disuaden a los carteros ucranianos, que en la ciudad de Leópolis (Lviv) han prometido seguir haciendo sus entregas mientras la guerra lo permita.
Posiblemente los paquetes sufran el traqueteo del viaje por carreteras llenas de boquetes causados por explosiones de proyectiles, quizá que se retrasen en controles militares, o queden temporalmente bloqueados durante los toques de queda nocturnos.
Pero Volodimir Shved y Anatoli Goetsky, responsables de la empresa de mensajería Nova Poshta en Leópolis, insisten en que los paquetes acabarán llegando a su destino.
«Los únicos lugares en los que no estamos trabajando es donde caen las bombas, en el momento en que caen», afirma Shved, de 39 años. «Cuando empiezan las alarmas (antiaéreas) nos detenemos, pero cuando se callan volvemos al trabajo».
– La guerra en casa –
Desde que Rusia invadió Ucrania hace tres semanas, el país ha entrado de pleno en estado de guerra.
El gobierno ha movilizado a miles de soldados y las ciudades han sido fortificadas por orden del presidente Volodímir Zelenski que ahora se dirige a la población vestido con atuendo militar.
El «frente local» de Ucrania también se ha transformado: la vida civil sirve para apoyar los esfuerzos bélicos y brindar ayuda a los refugiados que huyen de las zonas de conflicto.
Leópolis, situada a 70 kilómetros de la frontera con Polonia, inicialmente se salvó en gran medida de los ataques militares de las fuerzas rusas.
Sin embargo, el almacén de Nova Poshta en las afueras del norte se ha visto transformado por las exigencias de la guerra: la plantilla ha quedado reducida a menos de la mitad, debido a que muchos trabajadores han sido llamados al frente.
El centro, que antes de la invasión llegó a gestionar un millón de paquetes diarios, ahora hace unas 100.000 entregas al día, aunque si antes eran mayoritariamente compras online, ahora se trata de comida, ropa y medicinas.
– Pasta y botas militares –
Una ojeada a los carros de carga revela paquetes de pasta y botas militares entre paquetes de cartón anónimos.
Shved asegura que el único día en que las entregas se detuvieron fue el 24 de febrero, cuando Rusia invadió y una ola de pánico se extendió por Ucrania.
«Durante los siguientes días nos dimos cuenta de que la empresa es una de las pocas que puede mantener unida a la gente», dijo. «Es por eso que decidimos reagruparnos».
Nova Poshta hacía entregas en cualquier lugar de Ucrania en 24 horas; ahora tarda entre cuatro y seis días, y un equipo mapea previamente las «rutas seguras» para los repartos, explica.
«Muchos de nuestros trabajadores están en primera línea y muchos siguen trabajando aquí», dice Goretsky, de 42 años. «Esto también es un frente».
– Ayuda humanitaria-
Shved y Goretsky dicen que aún llegan paquetes de ciudades que se encuentran en primera línea de fuego, como Kiev y Járkov.
De otras, como Mariúpol, el último envío llegó hace una semana. La estratégica ciudad portuaria ha sido golpeada por la artillería rusa y se habla de masivas bajas.
En todo el país, solo el 25 por ciento de las oficinas de Nova Poshta siguen abiertas y alrededor del 90 por ciento de la carga que pasa por las instalaciones ahora es ayuda humanitaria de organizaciones de países principalmente europeos, recolectada y clasificada en la estación de paso de Leópolis para refugiados que van llegando.
De pie entre donaciones en cajas, Andri Kovaliov, de 38 años, ordena medicamentos.
Tras huir de su hogar en Kiev, Kovaliov ahora trabaja como voluntario para el ministerio de Sanidad utilizando su experiencia farmacéutica.
«Tenía la opción de ir al ejército, para lo cual no estoy capacitado… o esto», explica, señalando su improvisado lugar de trabajo. «Espero que sea de ayuda».