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Los desafíos a los que se enfrenta Irán en las presidenciales

Una mujer deposita su voto para las elecciones presidenciales iraníes, en un centro electoral de Teherán, el 19 de mayo de 2017 afp_tickers

Desde la economía a las libertades, pasando por el acuerdo sobre el programa nuclear con las grandes potencias, los retos de la elección presidencial que se celebra este viernes en Irán son numerosos y determinantes para el futuro del país.

Aunque el poder en Irán lo compartan varios órganos y las grandes decisiones están a cargo del guía religioso supremo, Alí Jamenei, el presidente electo por sufragio universal dispone de márgenes de maniobra, en particular en cuanto a la economía.

Los candidatos se disputarán los votos de 56,4 millones de personas. Los dos grandes favoritos son el presidente saliente, Hasan Rohani (moderado), aliado de los reformadores, y el conservador religioso Ebrahim Raisi.

– Economía –

Con una tasa de paro del 12,5% (27% entre los jóvenes) y un crecimiento del 6,5% en 2016, esencialmente debido a las exportaciones de petróleo, la economía es el principal desafío en estos comicios.

El presidente Rohani consiguió, durante su primer mandato, reducir la tasa de inflación de casi un 40% a alrededor del 9,5%, según las cifras oficiales, y cerrar un acuerdo con las grandes potencias sobre el programa nuclear del país, lo que permitió el levantamiento de una parte de las sanciones internacionales que se le habían impuesto.

Aún así, el acuerdo no comportó el flujo de inversiones extranjeras esperado.

“Rohani ha frenado el declive, pero ha impuesto demasiada austeridad”, considera Djavad Salehi-Isfahani, profesor de Economía de origen iraní que ejerce en Estados Unidos.

El presidente anunció recientemente un aumento de las ayudas directas para los más pobres, insuficientes, según sus adversarios conservadores, que le acusan de haber gobernado para el 4% más rico de la población.

– Inversiones extranjeras –

El Gobierno estimó que se necesitarían 50.000 millones de dólares anuales en inversiones extranjeras para relanzar la economía.

Pero los inversores y los grandes bancos internacionales siguen mostrándose reacios por el opaco sistema económico y financiero de Irán y por la actitud de Estados Unidos, que reforzó las sanciones no vinculadas con el programa nuclear.

Según el primer vice presidente iraní, Es-Hagh Jahanguiri, desde que el acuerdo nuclear entrara en vigor, en enero de 2016, ha habido “entre 1.000 y 2.000 millones” de inversiones extranjeras directas.

Alí Jamenei y los candidatos conservadores insisten en que se debe dar prioridad a la “economía de resistencia”, basada en la producción y las inversiones nacionales.

– Participación y legitimidad –

La gran incógnita de la elecciones presidenciales es la tasa de participación.

Son pocos los iraníes, principalmente entre las capas más pobres, que creen que el resultado de las elecciones pueda entrañar un verdadero cambio en su vida cotidiana, sea cual sea el vencedor.

“El régimen necesita participación, es lo que más le importa, no el resultado”, afirma Clement Therme, del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IISS).

El guía supremo llamó a una participación masiva como un medio “de intimidación a los enemigos” de la República islámica.

– Acuerdo nuclear –

Aprobado por Alí Jamenei en persona, el acuerdo condujo a un levantamiento de las sanciones internacionales contra Irán a cambio de su compromiso de llevar a cabo un programa nuclear estrictamente civil.

Ninguno de los candidatos lo ha cuestionado.

No obstante, Raisi acusó a Rohani de haber sido “débil” durante las negociaciones y de no haber sabido beneficiarse del acuerdo.

Más que de Irán, que aplica el acuerdo al pie de la letra, según la Agencia Internacional de la Energía Atómica (AIEA), el futuro del país depende de EEUU.

Desde que el presidente estadounidense, Donald Trump, llegó al poder, las relaciones entre Teherán y Washington no han dejado de empeorar.

– Libertades –

Rohani hizo de la mejora de las libertades públicas el centro de su campaña electoral de 2013, pero fracasó ante la intransigencia del poder judicial y de los servicios de seguridad.

Los arrestos y las intimidaciones de periodistas, estudiantes, artistas o empresarios acusados de actuar contra la República islámica, con la ayuda de sus “enemigos” extranjeros han continuado durante los últimos cuatro años.

Aún así, Rohani ha atacado a sus contrincantes conservadores, afirmando que es “candidato para decir a los partidarios de la violencia y a los extremistas que su época ha terminado”.

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