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Los indignados, una protesta contra bancos y políticos

Asamblea general de los acampados, este pasado domingo, en la Puerta del Sol madrileña. Keystone

El 'boom' económico español quedó atrás y una generación de jóvenes altamente cualificados y sin empleo exige reformas concretas, afirma la embajada de Suiza en Madrid.

El instituto IMD de Lausana estima que España perdió competitividad económica debido a la rigidez de sus leyes laborales y el consentimiento de una burbuja inmobiliaria que consumió la estabilidad del país.

España cumple un año de caminar sobre la senda de la austeridad.

En mayo del 2010, el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero aceptó que la palabra crisis no era una “falacia o catastrofismo puro”, como la había calificado previamente, sino una realidad.

El país necesitaba un férreo programa de austeridad fiscal que lo llevó a recortar el gasto público en el equivalente a 20.000 millones de francos suizos entre 2010 y 2011. De lo contrario, España se arriesgaba a caer en bancarrota.

En uno de sus informes, Credit Suisse describió la situación sin ornamentos: “España es demasiado grande para ser rescatada. Por ello, su presente es aún más preocupante que el de Grecia”.

Pero la draconiana reforma ha cobrado elevados tributos a la población, y en 2011, la tasa general de paro superó el 20% para la población en general, y el doble para los menores de 26 años.

Los indignados, esta generación de jóvenes altamente cualificados pero sin empelo, han tomado las calles desde el pasado 15 de mayo para exigir que la economía les devuelva las oportunidades que la crisis se llevó consigo.

En busca de mejoras

Un colapso económico ha detonado uno de orden político y sociológico. La consigna general es:“¡Democracia real ya!”.

Desde Madrid, la Embajada de Suiza en España explica a swissinfo.ch su visión sobre los indignados y su motivación económica: “Es un claro movimiento de protesta contra los bancos y la clase política española, considerados por estos jóvenes como incapaces de resolver la crisis actual”.

Toda crisis implica cambios y los españoles ya habían salido a las calles en el pasado para manifestarse contra la participación de España en la guerra de Irak o contra los atentados de ETA.

La diferencia hoy es que son los propios afectados los que salen a las calles, cita a título institucional la embajada a cargo de Urs Ziswiler.

Está claro que el boom económico terminó y la generación mejor cualificada de España busca reformas concretas.

¿Cuáles concretamente? Una lucha contra la corrupción, mejor reglamentación en el interior de las instituciones financieras, mejores escuelas públicas y un sistema electoral que vaya más allá del bipartidismo.

Estos jóvenes, añade el embajador, no se sienten representados ni por la derecha del Partido Popular (PP) ni por la izquierda del Partido Socialista Obrero Español (PSOE). Y dentro de algunos meses sabremos si se gesta una nueva fuerza política.

Burbuja inmobiliaria

El punto de partida del movimiento social que vive España fue la apoteosis y posterior caída de su sistema inmobiliario. En 2007, España era ejemplo de expansión. Su gran motor: el mercado hipotecario sobrevaluado.

Pero la crisis internacional iniciada en 2008 hizo estallar la burbuja española de la vivienda, con lo que los clientes dejaron de comprar pisos, los constructores frenaron el ritmo de sus obras y los bancos dejaron de cobrar puntualmente las hipotecas.

¿Por qué esta suma de circunstancias afectó como lo hizo al empleo?

En opinión del World Economic Forum (WEF), con sede en Ginebra, España es una economía donde la regulación laboral es compleja e inflexible.

Y su espíritu protector se ha virado contra los trabajadores en lugar de protegerlos.

La talla de las cotizaciones sociales que pagan los patrones es un elevado impuesto que desincentiva la creación de empleo en tiempos de crisis. Y el sector de la construcción, que tiraba al resto de la economía, frenó en seco y recortó elementos de forma masiva.

En el terreno práctico, la tasa de desempleo para los jóvenes pasó del 15% en el año 2007  (para la población de entre 21 y 24 años) al 41% en marzo del 2011.

Recuperar la competitividad

En cuatro años, la economía española ha perdido brillo ante los ojos de los capitales nacionales y extranjeros.

Consultado por swissinfo.ch, el Instituto de Competitividad IMD de Lausana, detalla que en 2011, España se ubica en la plaza número 35 por su nivel de competitividad –dentro de un universo de 59 países-, lo que la sitúa por detrás de países como Estonia, la República Checa, Polonia o Chile.

Las inversiones se ha han frenado y todos los indicadores de bienestar macroeconómico se deterioraron: aumentaron la inflación, el desempleo y la deuda pública, mientras el crédito bancario y el turismo se debilitaron, explica el IMD.

Producto de lo anterior, España pasó del sitio 30 en materia de productividad en 2007, a la plaza 35 este año. Un perfil que deberá cambiar paulatinamente para mejorar, como consecuencia, el tema del desempleo.

¿Cuáles son los retos de España en el presente? En lo económico, el IMD de Lausana estima que los pendientes están claramente delimitados: “Desarrollar una administración pública más eficiente, reformar el mercado laboral, aumentar la capacidad tecnológica del país y concluir la reestructuración del sistema financiero”.

De concretizarse, estas reformas reforzarán la competitividad y la capacidad de generar nuevas plazas para los indignados que hoy las reclaman en las calles.

El autollamado movimiento de los indignados (o 15-M porque inició el 15 de mayo) tiene un origen civil y apolítico.

Su base de operación son los jóvenes de menos de 30 años que se hallan sin empleo por falta de oportunidades en la economía real y formal.

Sin embargo, cuenta con el respaldo de un nutrido grupo de subempleados y desempleados de todas las edades.

Organizados a través de la potencia de las redes sociales, el 15 de mayo se realizaron manifestaciones en 50 ciudades españolas para denunciar su inconformidad con la gestión del Gobierno.

La expresión de sus consignas y acampados se han mantenido sin interrupción durante más de dos semanas, especialmente en Madrid y Barcelona.

El modelo de expansión económica de España se basó en la expansión de su mercado inmobiliario lo que provocó una paulatina, pero constante, revaluación de las viviendas. Tras la crisis, el sector de la construcción frenó y muchas empresas de otros giros también despidieron personal.

La reestructuración del sistema de cajas de ahorro en España saneará financieramente a estas instituciones pero implicará también 25.000 jubilaciones anticipadas para trabajadores de alrededor de 53 años, que recibirán el 80% de su salario bruto.

El Índice de Competitividad que realiza el IMD de Lausana que sitúa a España en la posición 35, consulta los indicadores macroeconómicos de cada país analizado y encuesta a 4.500 directivos internacionales, que coinciden en que las reformas pendientes más importantes deben ser puestas en marcha por el gobierno.

La tasa de desempleo entre los jóvenes (21-24 años) es de 41% actualmente, el triple de la existente antes de la crisis.

En Suiza, el desempleo entre los jóvenes es seis veces menor.

España es el séptimo cliente más importante para las exportaciones suizas, y el undécimo en materia de importaciones.

Un total de 90.142 españoles viven en Suiza.

Unos 23.886 suizos viven en España, de los que 12.571 tienen doble nacionalidad.

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