Los norcoreanos encaran un 2023 muy difícil en materia de derechos humanos
Seúl, 31 dic (EFE).- Los norcoreanos afrontan un 2023 muy difícil en materia de derechos humanos debido al incremento de la coacción ideológica del régimen y también por los estrictos controles fronterizos impuestos por la pandemia, que están afectado gravemente a la economía de muchos hogares, explicó a EFE Lee Sang-yong, vicepresidente del medio especializado DailyNK.
Ciertas restricciones a la movilidad geográfica interna se han eliminado y el uso de las mascarilla se ha relajado desde que Pionyang declarara «la victoria» sobre la covid el pasado verano, «pero en términos de control transfronterizo la cosa sigue igual», apunta Lee en la oficina de Seúl de este diario web que cuenta con contactos dentro del hermético país del norte.
«Los norcoreanos de a pie necesitan ir a China para comprar alimentos y hacer dinero con el contrabando. Pero eso está prohibido. Ahora mismo se está disparando a gente que se acerque a las vallas fronterizas. La pobreza es mayor, la gente tiene menos de comer y menos dinero, la situación está empeorando y hay que ponerle solución», añade.
El periodista subraya cómo la pandemia se ha convertido en una «de las principales herramientas» del régimen para controlar a la población.
En el plano físico, a Pionyang le ha servido para blindar las fronteras, construyendo muchas más verjas y puestos de guardia, algo que la ha permitido evitar que la gente salga del país y se exponga al mundo exterior y también para controlar el comercio exterior y no permitir que operen la enorme red de contrabandistas con la que ya quería acabar antes de la pandemia, indica Lee.
«No obstante, el sistema no es perfecto, porque los guardias fronterizos también necesitan dinero y cada vez más se les podrá sobornar, así que pronostico que se abrirá un espacio para los contrabandistas este año», apostilla.
En cuanto a las vacunas que la Alianza para la vacunación Gavi asegura que se han enviado al país, Lee afirma, basándose en contactos dentro del país, que se están administrando solo a gente en Pionyang, Rason (noreste), Nampo (principal puerto mercante en el mar Amarillo) o Sinuiju (noroeste) que sean funcionarios de aduanas o ciudadanos expuestos a gente venida de fuera o que estén en áreas en fronterizas.
Lee se muestra «muy preocupado también por el endurecimiento en los límites a la libertad de expresión y el acceso a contenidos foráneos» que ha impuesto el régimen de Kim Jong-un.
Recuerda que en diciembre de 2020 se aprobó la ley antireaccionaria y de cultura que castiga duramente el consumo, distribución y posesión de cualquier contenido extranjero, a lo que se suma la ley de 2021 también con la ley de garantía de la educación para los jóvenes, que también es muy dura en ese aspecto.
También está prevista la aprobación de una ley para proteger el llamado «dialecto de Pionyang» en la sesión parlamentaria prevista para el 17 de enero, una norma «para evitar que los jóvenes imiten el acento o los modismos del Sur» que pescan de distintos contenidos surcoreanos como música, películas o series que logran ver a escondidas.
«Es una violación absoluta de los derechos humanos. Empezaron con la ley de 2020 pero han ido levantando más capas con las normas adicionales. Los castigos son duros; la gente puede ir al campo para presos políticos o incluso ser ejecutada o ir a prisión entre 5 y 15 años», asevera Lee. EFE
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