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Los patrones del amianto ante la justicia

6 de abril: manifestación ante el Tribunal de Turín, durante una audiencia preliminar. Keystone

Este jueves arrancó el mayor proceso por amianto ante el Tribunal Penal de Turín. Los antiguos propietarios de Eternit S.p.A. (Italia), el multimillonario suizo Stephan Schmidheiny, y el barón belga Jean-Louis de Cartier, aunque en ausencia, enfrentan a sus jueces.

Inédito por su amplitud en Europa y de una fuerza simbólica planetaria, el proceso de la tragedia del amianto, en el cual 2.889 personas y asociaciones se constituyeron parte civil, condujo a millares de personas a la capital piamontesa desde las primeras horas de la mañana.

Los llamados a la manifestación de las asociaciones de defensa de los intereses de las víctimas del amianto, los sindicatos y otros foros, continuarán más allá de la Península. Se espera también el arribo de delegaciones de antiguos trabajadores de Eternit en Bélgica, Suiza y Francia.

En un contexto muy emotivo y con mensajes como “Giutizia per i morti e per il profitto dei padroni!” (¡Justicia por las muertes y los beneficios de los patrones!), el municipio de Turín está en pie de guerra y preparado para posibles desbordamientos y demostraciones de violencia.

Ausencia de los acusados

Los principales interesados, los antiguos propietarios de los cuatro centros de producción de Eternit S.p.A., Suiza, Stephan Schmidheiny (62 años) y el belga Jean-Louis de Cartier (88 años), acusados de burlar las normas sobre la seguridad de los trabajadores, no deberían sin embargo enfrentar la venganza de los empleados y sus familias.

Stephan Schmidheiny y Jean-Louis de Cartier no se presentaron a los debates de esta primera jornada de un proceso cuyas primeras etapas prometen ser esencialmente técnicas y administrativas.
Los manifestantes instalaron un campamento permanente cerca del tribunal de justicia. Allegados, amigos, simpatizantes, asociaciones de víctimas y sindicatos se relevarán a lo largo del proceso, para garantizar una presencia militante.

Sin acuerdo amistoso

Tras una serie de cinco audiencias preliminares en abril y mayo pasados en Turín y de diversas investigaciones complementarias y testimonios reunidos en los últimos meses, la jueza Cristina Palmesino, aceptó la postura del fiscal Paolo Guariniello.

Los acusados habían intentado evitar el proceso. Poco antes del inicio de las audiencias de esta primavera, y por intermedio de su empresa en l cantón suizo de Zug, Becon AG, Stephan Schmidheiny envió una propuesta de compensación “con carácter humanitario” a las víctimas y a sus allegados (60.000 euros por deceso y 20.000 por enfermo) por un monto de varios cientos de millones de euros. Pero la propuesta fue declinada secamente.

El portavoz de Schmidheiny, Peter Schürmann, indicó también a swissinfo.ch que el antiguo propietario de los locales italianos de Eternit consideraba un proceso semejante como “una injusticia” dado que “precisamente fue él quien puso fin a la producción de ese material nocivo”.

La determinación de la fiscalía

Si los medios a disposición de Raffaele Guariniello parecen mínimos ante el batallón de abogados contratados por Stephan Schmidheiny, el magistrado tiene sin embargo una reputación de tenacidad y eficacia.

Durante los cinco años de su instrucción, asegura haber reunido suficientes pruebas para establecer y demostrar la cadena de responsabilidades ante la Corte.

“Desafortunadamente para ellos, los empresarios suizos son muy meticulosos e inscriben hasta el más mínimo detalle”, comentaba recientemente el fiscal turinés, especialista en enfermedades y accidentes laborales.

Ya 1650 muertes

Mientras tanto, de los balcones de Casale Monferrato, epicentro del drama del amianto y el más afectada de los cuatro municipios (con Cavagnolo cerca de Turín, Rubiera en Emilia Romana y Bagnoli en la provincia de Nápoles) que albergaron los centros de producción de Eternit S.p.A. Italia, cuelgan miles de rectángulos amarillos con la leyenda: “Eternit: Justizia!” (Eternit: Justicia).

Dos palabras fuertes en esta pequeña ciudad piamontesa donde cerca de 1650 trabajadores y habitantes han muerto de cáncer de pulmón. Del obrero a la esposa, pasando por la tendera, sucumbieron por el mesotelioma causado por el micro polvo de fibra de cemento que deja el amianto.

El Suva, atento

Hace unos dos años, el Tribunal Federal obligó a la Suva a entregar los expedientes médicos de 196 ex trabajadores italianos en Suiza, contratados por Eternit en Payerna y Niederungen (cantón de Glaris) a las autoridades de Turín.

En caso de veredicto de culpabilidad, los antiguos trabajadores de esos sitios podrían presentar sus demandas ante los tribunales italianos.

El proceso que se abrió este jueves en Turín podría durar dos o incluso tres años, a los cuales se añadiría muy probablemente, el tiempo que tomen las vías de recurso disponibles en Italia. Los acusados podrían ser condenados a una reclusión de hasta 12 años y al pago de multas de hasta un máximo de 1,5 millón de euros por muerte.

Nicole della Pietra, swissinfo.ch
(Traducción, Marcela Águila Rubín)

Un grupo de expertos de la Oficina Federal de Salud Pública había aportado la prueba del carácter cancerígeno del material en 1977.
Pero la prohibición general entré en vigor sólo en 1990. Hasta entonces, cerca de 4 millones de toneladas de productos que contienen amianto habían sido fabricados y vendidos.
El amianto de Eternit causó una cincuentena de muertos en el país, entre ellos, antiguos trabajadores de Eternit SA, filial de Holcim en Niederurnen (Glaris) y Payerne (Vaud).
La aseguradora nacional, Suva, pagó las indemnizaciones a las víctimas (cerca de 80.000 francos por persona).

Los peligros que presenta el amianto contenido en la fibra de cemento, son identificados por primera vez en la segunda mitad de los años 1940.

La afección más grave provocada por este material es el mesotelioma maligno, un cáncer broncopulmonar.

Según la Organización Mundial del Trabajo, de 100.000 a 140.000 personas mueren cada año por las secuelas de patologías provocadas por este producto tóxico.

La enfermedad tiene una latencia que puede variar entre 10 y 40 años. A pesar del cierre de los sitios italianos, otras víctimas todavía padecerán este mal hasta 2020, predicen los expertos.

Varios países continúan sin embargo produciendo materiales de construcción con base en el amianto, como Canadá y Rusia, que despachan millones de toneladas cada año, a los países pobres del continente asiático, particularmente.

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