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Los problemas comienzan al nacer

Jaime Bascuñán, cónsul saliente de Chile en Berna, confía en una pronta solución. (Foto: María Flores) swissinfo.ch

La condición de niños apátridas es incómoda en una sociedad donde las personas pasan a ser un número de registro que los identifica para toda la vida.

Gabriela Salazar, 24 años, cumplirá un cuarto de siglo sin documentos chilenos. Ercilia Sarmiento, adolescente de 16, nacida en Suiza, aún carece de nacionalidad.

Ambas nacieron en Suiza, de padres chilenos, pero por nacer en el extranjero y nunca haber vivido en Chile no poseen la nacionalidad de sus padres. Suiza les concede la posibilidad de naturalización facilitada, trámite que ninguna de las dos ha hecho. En consecuencia son apátridas.

Ercilia recibió, al nacer en Ginebra, un título de viaje otorgado a los refugiados y, más tarde, un título similar otorgado por el consulado chileno en Berna. Ningún documento acredita que la interesada posea alguna nacionalidad.

Hace unos meses viajó por primera vez a Chile a conocer a la familia de sus padres. Como el viaje fue sólo de vacaciones, no pudo cumplir con el requisito de la residencia mínima de un año que le habría permitido adquirir la nacionalidad de sus padres.

“Llevo 16 años sin saber lo que soy. No soy ni suiza ni chilena. Vivo en un vacío total, a la espera de poseer alguna nacionalidad”, señala en entrevista con swissinfo.

Recuerda que cuando era pequeña, los problemas se planteaban en los paseos escolares, en el momento de atravesar la frontera. “Declarar la nacionalidad era una angustia, pues por mis documentos los aduaneros retenían a toda la clase hasta que no se aclarara mi situación”, agrega.

“Entonces comprendí que lo más fácil para mí era quedarme en casa, resignarme a no salir de Suiza, por miedo a los controles aduaneros”, explica.

Como está consciente de que no puede tener la nacionalidad chilena, Ercilia desearía ahora adquirir la suiza, a la que tiene derecho, pero como aún es menor, corresponde a los padres hacer las gestiones necesarias. Pero no lo han hecho y perpetúan así la situación de apátrida de la adolescente.

Es una excelente deportista, como gimnasta ha hecho parte de la élite nacional, pero nunca pudo defender los colores de su país de nacimiento en las competencias internacionales… porque no tiene la nacionalidad suiza. Una situación que la frustra y desalienta.

Tampoco puede ser chilena, a pesar de que sus progenitores lo son. En plena adolescencia tomó conciencia de esa identidad paterna; vibra con la música latina, departe con jóvenes de diferentes países latinoamericanos y su frustración aumenta. “Es una injusticia, dice, porque me siento profundamente chilena”.

Amargo retorno

Otro testimonio es el de Gabriela Salazar. La joven de 24 años está terminando sus estudios universitarios “con ambiciones profesionales interesantes”. Ella también es apátrida y posee el título de viaje que la define como “potencialmente chilena”.

Gabriela decidió volver a Chile y, en función de sus estudios hechos en Suiza, proyectaba instalar un pequeño negocio en el país de sus padres. Crear allí una pequeña sociedad y así cumplir con el requisito que le permita ser chilena.

Pero el sueño de convertirse en joven empresaria se frustró en el momento de iniciar los trámites. Descubrió con sorpresa que por ser apátrida no tiene número de rol único tributario (RUT), inscripción que identifica todos los documentos de identidad chilenos.

Y sin ese número es imposible iniciar cualquier actividad legal en el país. En vano recorrió todas las reparticiones oficiales en busca de alguna posibilidad y, sobre todo, de una aclaración sobre la interpretación de la ley de residencia.

Gabriela no tuvo más remedio que retornar a Suiza y decidió hacer público su testimonio para que su ejemplo sirva a otros casos similares al suyo y “para continuar con la presión sobre los parlamentarios chilenos, para que pongan término a esa aberración”, precisa.

El ejemplo suizo

Las autoridades suizas no pueden hacer en este caso más que aplicar la ley de la nacionalidad suiza, y favorecer la naturalización facilitada para los hijos apátridas. “Cierto, el proceso no es automático, pero la posibilidad existe y depende de la voluntad de los interesados”, precisa Roland Schärer, de la Oficina Federal de la Inmigración, Integración y Emigración.

Al respecto, la ley sobre los hijos de suizos nacidos en el extranjero de padres que a su vez nacieron el extranjero, estipula que para conservar la nacionalidad de sus ancestros basta inscribirlos en el consulado o en el Registro Civil de sus comunas de origen.

Es la solución que defiende para sus compatriotas, Sergio Prat, dirigente de la Asociación de Chilenos Residentes de Ginebra. “El artículo de ley que exige el avecindamiento en el país por un año debería cambiarse por una simple inscripción consular”, precisa.

Cierto es que para el Parlamento chileno, ese simple trámite significa cambiar la Constitución, lo que no es fácil si se considera que es un legado de la dictadura militar.

swissinfo, Alberto Dufey

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