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Los transgénicos no solucionan el hambre

Ingeniería genética en la agricultura - ¿crónica de una catástrofe anunciada? www.swissaid.ch

Las semillas genéticamente modificadas que invaden los países en desarrollo amenazan la producción autóctona y la supervivencia de las familias campesinas, sostiene Swissaid.

La ONG suiza lanza una campaña mundial contra la aplicación de la ingeniería genética en la agricultura.

Las multinacionales sostienen que las plantas y semillas transgénicas son un instrumento capaz de combatir el hambre que padecen hoy más de 850 millones de personas en el mundo, en su gran mayoría mujeres y niñas.

Swissaid, que dedica su campaña anual 2005 a los organismos genéticamente modificados, no comparte esta visión. Según esta ONG suiza, la ingeniería genética no resolverá el problema del hambre, sino que lo acentuará.

Seguridad alimentaria

Entre el 80% y el 85% de los productos alimenticios básicos que se consumen hoy en los países pobres proceden de las tierras que cultivan unos 300 millones de familias campesinas.

Pero la aplicación de la ingeniería genética a la agricultura amenaza la supervivencia de los pequeños productores en países como Colombia, Nicaragua o India, cuyos cultivos son fundamentales para garantizar la seguridad alimentaria.

“El problema del hambre en el mundo no se resuelve con más tecnologías”, afirma Germán Vélez, responsable del Grupo Semillas, una ONG colombiana asociada a Swissaid.

“Con las tecnologías que hay actualmente se puede suplir perfectamente las necesidades alimenticias. Lo que hay que cambiar es la estructura del modelo de distribución de la riqueza y de los medios productivos”, agrega.

Ese es “el problema de fondo” que se observa tanto en Colombia como en el resto de los países del Sur.

Impacto socioeconómico y ecológico

La ingeniería genética favorece la industrialización de la agricultura, en primer lugar, porque requiere grandes inversiones que únicamente pueden afrontar las grandes sociedades multinacionales.

“Estas tecnologías” están en manos de “un puñado de transnacionales”, cuyo objetivo principal no es producir para el mercado o las necesidades locales, sino para la exportación. A ello se suma que “no están diseñadas para resolver los problemas de los pequeños agricultores”, apunta Germán Vélez.

“En países como Colombia, que somos centro de origen o de diversidad de casi todos los cultivos (frijol, maíz, yuca, papa, tomate, algodón, etc.) que sustentan actualmente la agricultura y la alimentación” nacionales, el mayor riesgo de estos cultivos transgénicos es de índole medioambiental.

Pero además la creciente introducción de semillas patentadas hace que las familias campesinas dependan cada vez más de las grandes multinacionales.

Para “evitar que se homogenice la agricultura en unas cuantas semillas y tecnologías” y “fortalecer la agricultura tradicional”, el Grupo Semillas trabaja con comunidades campesinas en las distintas regiones de Colombia.

El caso de Colombia

Hasta hace tres lustros Colombia era un país autosuficiente en el abastecimiento de alimentos. Desde esa fecha se han multiplicado las importaciones agrícolas que amenazan con colapsar la producción local.

“Se están trayendo a Colombia grandes cantidades de maíz importado de Estados Unidos, maíz extremadamente subsidiado, que hace imposible que la agricultura local sea viable”, explica Germán Vélez.

“Estamos coordinando con algunas organizaciones algunas demandas judiciales en contra de los organismos del Estado que están introduciendo estas tecnologías”, añade.

“No tenemos muchas expectativas de que la parte judicial resuelva este problema, pero sí puede ayudar a generar una sensibilización de la población” sobre la problemática de los organismos transgénicos.

Asimismo la ONG colombiana respalda a una organización “que quiere declarar un territorio indígena libre de transgénicos” en la zona caribeña de Colombia, “donde se quiere introducir actualmente el maíz transgénico”.

Fortalecer la agricultura tradicional

“Más que en contra del maíz transgénico” de lo que se trata es de “defender integralmente el maíz de todas las amenazas y todos los efectos de la globalización”, puntualiza Germán Vélez. Ese es el compromiso que ha asumido el Grupo Semillas.

Porque tanto esta ONG colombiana como Swissaid están convencidos de que la agricultura sostenible es no sólo la agricultura del futuro, sino también la única vía que puede garantizar la soberanía alimentaria y combatir el hambre en el mundo.

swissinfo, Belén Couceiro

Con su campaña anual Swissaid quiere advertir sobre los riesgos que implica la utilización de los organismos genéticamente modificados en la agricultura.

Los objetivos de esta ONG suiza son mejorar y desarrollar una agricultura biológica adaptada a las realidades locales y capaz de incrementar los ingresos las pequeñas comunidades campesinas.

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