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“Estamos aquí para mantener la presión en materia de ecología”

Los Verdes "desempeñamos un papel de pioneros", sostiene Adèle Thorens. Keystone

Finalización de la estrategia energética y normalización de las relaciones entre Suiza y la Unión Europea: estas son dos de las prioridades del Partido Ecologista Suizo para la próxima legislatura. Entrevista a la copresidenta de los Verdes, Adèle Thorens.

En materia de ecología, “las cosas se mueven”, afirma la diputada nacional Adèle Thorens, originaria del cantón de Vaud, que desde 2012 es copresidenta de los Verdes junto con su colega bernesa Regula Rytz. “Es preciso mantener la presión”, dice, “para que el cambio energético no se quede en un deseo piadoso”.

swissinfo.ch: En las últimas elecciones federales de 2011 su partido no supo aprovechar el efecto Fukushima y perdió cinco escaños en el Consejo Nacional (cámara baja). Hoy todos los partidos “hacen ecología”. ¿Tiene sentido todavía ser ecologista?

Esta entrevista se realizó en el mes de marzo.

Adèle Thorens: Con toda seguridad. Si consideramos solo la cuestión medioambiental tenemos dos papeles. En primer lugar, hacer presión, por ejemplo sobre la energía nuclear. En el paquete Estrategia energética 2050Enlace externo hay aspectos muy positivos. Hemos decidido que no se construirán nuevas centrales atómicas, que se aumentará la inversión en energías renovables… pero no hemos fijado los límites de duración de las viejas centrales. Las cosas se mueven, pero es necesario un partido que mantenga la presión.

El Partido Ecologista SuizoEnlace externo fue fundado en 1983 a partir del reagrupamiento de otros movimientos ecologistas nacidos en los años 70.

El actual alcalde de Lausana, Daniel Brélaz, fue el primer representante ecologista en entrar en el Parlamento Federal en 1979.

En 1983, y con ocasión de las elecciones al Consejo Nacional (cámara baja), la entonces Federación de Partidos Ecologistas Suizos obtuvo el 1,7% de los votos y conquistó tres escaños.

En las elecciones federales de 2007, los Verdes obtuvieron el mejor resultado de su historia: con un 9,6% de los votos y consiguieron 20 diputados y dos escaños en el Consejo de los Estados (cámara alta). Por el contrario, en 2011 el partido experimentó un retroceso: obtuvo un 8,4% de los votos y perdió cinco parlamentarios.

En segundo lugar, desempeñamos un papel de pioneros. En nuestra iniciativa popular por una economía verde –contra la que el Gobierno ha lanzado un contraproyecto– se habla de economía circular, de revalorización de los materiales, de ecodiseño, de obsolescencia programada. Algunos de nuestros colegas ni siquiera saben de qué se trata. Sin embargo, estoy convencida de que dentro de diez años todos sabrán de qué hablamos y de que habremos legislado sobre estos temas.

swissinfo.ch: Si tuviera que mencionar dos prioridades de su partido para la próxima legislatura, ¿cuáles serían?

A.T.: En el tema medioambiental, cerrar la estrategia energética. Este paquete será probablemente votado al final de la legislatura, pero siempre existe el riesgo de un referéndum. Además, si no se establece una planificación para el cierre de las centrales atómicas, como parece ser el caso, someteremos al pueblo nuestra iniciativa Salir de lo nuclearEnlace externo, que exige desconectar las centrales después de 45 años.

La fiscalidad ecológica es el segundo capítulo de la estrategia energética por la que lucharemos. Se trata de incluir los costes externos (por ejemplo, el impacto sobre el medio ambiente) en el precio de la energía. Esto tendrá el efecto de acelerar el cambio energético, permitiendo a las energías renovables ser mucho más competitivas.

Nuestra segunda prioridad es el mantenimiento de los acuerdos bilaterales y la normalización de las relaciones entre Suiza y la Unión Europea (UE) tras la votación del 9 de febrero de 2014 (iniciativa ‘contra la inmigración en masa’).

swissinfo.ch: ¿Cómo cree que se desarrollará este dossier europeo?

A.T.: Hay dos opciones. O conseguimos preservar los acuerdos bilaterales con la UE elaborando una ley de desarrollo flexible, o volvemos de nuevo a las urnas. El primer escenario no está excluido porque hay un margen de maniobra para actuar. Para conseguirlo se necesitará un paquete de medidas. Se pueden mencionar las que ha propuesto el Consejo Nacional, como facilitar el acceso al mercado de trabajo a las mujeres o una mejor integración de las personas mayores de 50 años. O incluso, como propone el laboratorio de ideas Avenir Suisse, fijar objetivos a medio plazo en materia de gestión de los flujos migratorios, con sanciones si la economía no alcanza esos objetivos.

La segunda opción consiste en una nueva votación y creo que es la más plausible. Ya sea porque uno u otro partido lancen un referéndum contra la ley de aplicación, o porque no se consiga redactar una ley compatible con los acuerdos bilaterales y que, por lo tanto, exija formular una nueva modificación de la Constitución. De este modo, habrá una votación que confirmará –así lo espero– el mantenimiento de la vía bilateral.

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swissinfo.ch: La estrategia energética 2050 es criticada por una parte del mundo económico, ya que entraña costes suplementarios para las empresas. Además, usted habla de fiscalidad ecológica. Todo ello en un periodo difícil a causa de la fortaleza del franco. ¿No es un poco excesivo para la economía?

A.T.: La estrategia energética es buena para Suiza porque permitirá utilizar menos energía y, al mismo tiempo, estimular la innovación, sobre todo en materia de energías renovables.

Por lo que respecta a la fiscalidad ecológica, todo dependerá del sistema que se establezca. Nosotros defendemos una ampliación de la tasa sobre el CO2 aplicada actualmente al fueloil. Es una tasa que existe desde hace años y que funciona bien. Los ingresos se redistribuyen entre la población y las empresas. Queremos que este modelo se amplíe a la gasolina y a la electricidad no renovable. Este sistema permite también exenciones, por ejemplo para las empresas que consumen mucha energía y que son especialmente sensibles a la competencia internacional, siempre y cuando adopten medidas en materia de eficiencia energética.

La fiscalidad ecológica es punitiva solo para aquellos que no quieren emplear otras alternativas. El objetivo de esta fiscalidad es, efectivamente, que la gente cambie su comportamiento y no que pague de más. El sistema que nosotros proponemos recompensa a las empresas eficientes e innovadoras.

swissinfo.ch: ¿Qué proponen ustedes para luchar contra los efectos dela apreciación del franco?

A.T.: Ante todo, creemos que es un error querer bajar los salarios o romper el equilibrio fiscal. Eso crearía otros problemas, por ejemplo debilitaría el poder adquisitivo de la gente.

Es más bien el momento de invertir en innovación y excelencia, que son nuestras únicas bazas. Con tasas de interés negativas, las entidades públicas pueden suscribir préstamos a buen precio. La estrategia energética y la economía verde crean empleos y plusvalías a escala local. En lugar de gastar 10 000 millones de francos al año en comprar energía fósil en el exterior, podrían invertirse en Suiza.

swissinfo.ch: En estos últimos años, el Islam ha dado mucho que hablar –velo, radicalización, terrorismo. ¿Qué lugar debe ocupar la religión musulmana en la sociedad suiza?

A.T.: La primera cuestión es no confundir religión y terrorismo y recordar que el fenómeno del extremismo toca a todas las religiones. Es incontestable que el Islam atraviesa hoy una crisis. Sin embargo, en Suiza tenemos una comunidad musulmana que vive su fe en paz. Estas personas deben poder seguir viviendo su vida espiritual sin ser estigmatizadas y es preciso implicarles en la lucha contra la deriva extremista y violenta.

Nos podríamos plantear la cuestión del reconocimiento de la religión musulmana. Como pasa con otras religiones, en Suiza el Islam no es reconocido del mismo modo que el cristianismo. Este reconocimiento implica una serie de derechos, pero también de deberes, por ejemplo en materia de transparencia o de formación de los imanes. Estos últimos tienen que contribuir a promover, en las prácticas religiosas, el diálogo y el respeto a nuestra cultura y nuestras leyes.

Traducción: José M. Wolff

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