Magrura financiera de hospital antiobesidad
Nacida en 1922, cuando los dolientes de tuberculosis peregrinaban a los Alpes tras el prodigio del aire puro, la ‘Alpine Kinderklinik Davos’ busca su propio milagro.
Único sanatorio privado de rehabilitación para menores en Suiza, trata también la pandemia Siglo XXI: la adiposidad infantil.
Cuestión de contrastes: curar los excesos con las carencias.
El sanatorio comenzó a languidecer cuando las nuevas estrategias médicas, con sus tratamientos ambulatorios, casi hicieron de las estadías hospitalarias para rehabilitación una mera página literaria de Thomas Mann y su Montaña Mágica.
De un centenar de sanatorios y casas de reposo que había en ese extenso valle rodeado de coníferas y de los vértices nevados de los Alpes, hoy sólo quedan unos siete establecimientos que comparten la misma incertidumbre.
“Hace dos años teníamos sólo tres pacientes…”, explica Gregor Frei, director administrativo de la Clínica Pediátrica Alpina de Davos (AKD por sus siglas en alemán).
Hubo entonces que hacer acopio de creatividad para sortear una situación que parecía en estado terminal.
La ‘tisis’ era ya un fantasma del pasado y la clínica se ocupaba entonces de la rehabilitación de los chicos víctimas de pesadillas en boga: el asma, la mucoviscidosis, las alergias, la neurodermatitis, malformaciones cardiacas…
Una idea, dos soluciones
Por ese tiempo acudió al hospital una niña que con sus escasos ocho años debía soportar el fardo de su propio peso: más de 100 kilos. “¡Su calidad de vida era nula!”, exclama nuestro interlocutor.
La directiva decidió vincular sus apremios de supervivencia con la urgencia de hacer frente a la nueva endemia que ganaba el territorio infantil helvético: el exceso de peso.
“Como establecimiento consagrado a los niños y a los jóvenes, contábamos con la infraestructura necesaria, así es que pusimos en marcha este nuevo proyecto”, precisa Gregor Frei.
A los tratamientos por deficiencias pulmonares, de la piel y cardiovasculares, se añade ahora la especialidad de ‘enfermedades de sociedad’ –léase: adiposidad-, amén de un nuevo servicio de consulta pediátrica general.
Los chicos (as) de entre 8 y 20 años que acuden a la AKD por problemas de sobrepeso cumplen una rutina diaria que los lleva de la cama a la báscula, que incluye actividades deportivas, una amplia gama de terapias y que dedica una especial atención a sus actividades de aprendizaje.
En efecto, en sus maletas, los pacientes llevan un informe sobre su situación académica. Con esa base, los profesores del nosocomio se encargan de dar seguimiento a los programas de la escuela de modo que al término de su estadía en el sanatorio, los menores están a la par de sus condiscípulos.
“E incluso mejor, puesto que han ganado en autoestima y en confianza en sí mismos”, enfatiza el director.
Aquejados por un peso superior al pertinente, unos 150 niños (as) y jóvenes han pasado por la clínica en los últimos dos años y en este momento una quincena más se esfuerza en despojarse de los kilos que le están de más.
Entre julio y agosto, la directiva espera recibir a medio centenar más de chiquillos que aprovecharían su descanso estival para hacer lo propio.
Pero subsiste el problema presupuestal.
Anorexia financiera
Merced a las aportaciones privadas, la AKD logra redondear sus finanzas: el 20% de su presupuesto procede de esa fuente y el 80% restante de las cuotas de los pacientes. De éstas, el 50% son sufragadas por los cantones de origen de los chicos y el otro 50% por las aseguradoras.
Pero cada niño, cada tratamiento, cada historia médica conlleva una batalla previa al combate contra la enfermedad: aquella para convencer a los cantones y las empresas de seguros de la necesidad de las terapias.
Los recursos son insuficientes.
“Necesitamos 20 millones de francos para la remodelación del edificio principal”, subraya Frei. Se trata de una de las siete construcciones del conjunto hospitalario y que con un siglo de antigüedad requiere una urgente terapia de rehabilitación.
La entrega del personal de la AKD ha jugado un papel fundamental en la supervivencia de la institución. Solidarios, los trabajadores aceptaron condiciones laborales más modestas que las de otras instituciones.
Asimismo, la inclusión del tratamiento para ‘enfermedades de sociedad’ evitó el colapso de la institución, pero sus finanzas no han sido dadas de alta.
Malabares del destino: otrora santuario de salud, el Davos sanitario busca ahora el milagro de su propia salvación.
swissinfo, Marcela Águila Rubín, Davos
La AKD está especializada en el tratamiento de enfermedades:
Pulmonares (mucoviscitocis, asma, alveolitis alérgica, neumonías agudas etc)
De la piel y Alergias (neurodermatitis, alergias gastrointestinales y OTR, etc)
Cardiovasculares (malformaciones cardiacas congenitales y problemas de ritmo, etc)
De Sociedad (adiposidad)
Pediátricas generales (urgencias); enfermedades psicosociales, enfermedades crónicas, neuromusculares, afecciones renales, diabetes (etc)
Integran el equipo de rehabilitación:
Médicos, fisioterapeutas, terapeutas deportivos, en materia de alimentos, psicólogos, pedagogos sociales y personal de enfermería especializado.
Sus instalaciones incluyen:
Un jardín de niños, una escuela, una sala de computación, un gimnasio, entre otras.
La infraestructura médica cuenta con laboratorio, salas para las diversas terapias y consultorios médicos, entre otros.
Los pacientes con problemas de obesidad participan en la elaboración de sus alimentos.
Ingieren cinco alimentos por día: tres más fuertes y dos colaciones. En total, mil 600 calorías.
Entre las actividades deportivas de los chicos que acuden a la AKD están la equitación, la natación, las caminatas y el esquí.
Davos se encuentra a una altura de mil 600 metros, ideal para la salud merced a que impide la existencia de alergénicos.
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