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Aumenta la importación de mano de obra barata para cuidar a los ancianos

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Muchas mujeres que cuidan a domicilio a personas mayores en Suiza son del este europeo. Keystone / Oliver Berg

Desde hace años Karin Schwiter estudia el fenómeno de las cuidadoras a domicilio del este que emigran a Europa Occidental. La científica suiza espera que la pandemia contribuya a concienciar sobre las precarias condiciones laborales de esta mano de obra extranjera y a cuestionar todo el sistema de atención a las personas mayores.

Las trabajadoras migrantes se han visto especialmente afectadas por el cierre de las fronteras como consecuencia de la pandemia de coronavirus. Entre ellas se encuentran las cuidadoras a domicilio que se ocupan de las personas mayores.

Karin SchwiterEnlace externo estudia desde hace años esta mano de obra extranjera. Es responsable de un grupo de investigación en el Departamento de Geografía de la Universidad de Zúrich y participa en el estudioEnlace externoDecent care work? Transnational Home Care Arrangements apoyado económicamente por el Fondo Nacional Suizo para la Investigación Científica.

Este proyecto reúne a investigadores de Alemania, Austria y Suiza. Su objetivo es comprender mejor cómo las agencias transnacionales contratan a las empleadas en los países del este europeo, cómo se desenvuelven en las familias occidentales, cuáles son sus condiciones de trabajo y cómo está cambiando este mercado.

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swissinfo.ch: ¿Podemos decir que el trabajo en el ámbito de la ayuda a domicilio se ha globalizado?

Karin Schwiter: Muchos países del mundo cuentan desde hace tiempo con trabajadoras inmigrantes en este sector. Por ejemplo, muchas filipinas son contratadas como empleadas domésticas y cuidadoras en los Estados del Golfo, mientras que en Norteamérica, España o Portugal las cuidadoras a domicilio suelen ser sudamericanas. Pero observamos un cambio global, y es que los países más ricos contratan cada vez más trabajadoras de los países más pobres para la ayuda a domicilio.

Este fenómeno es bastante reciente en Suiza, Austria y Alemania. Estos países vivieron durante mucho tiempo con el modelo de la ama de casa, lo que significa que el cuidado de los ancianos recaía en la familia. Luego, cada vez más mujeres comenzaron a incorporarse al mercado del trabajo, pero sin que paralelamente los hombres disminuyeran su semana laboral. Y esto provocó una crisis en el ámbito de la atención a las personas mayores. Entonces se abrió un nuevo mercado, en parte gracias a la libre circulación de personas en el espacio Schengen.

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Karin Schwiter es responsable de un grupo de investigación en el Departamento de Geografía de la Universidad de Zúrich. Karin Schwiter

¿Cuántas cuidadoras a domicilio vienen a trabajar regularmente a Suiza?

No disponemos de estadísticas, porque la mayoría de las ellas no están domiciliadas en Suiza y muchas no están dadas de alta oficialmente en ningún registro. Por lo tanto, es imposible estimar el número de cuidadoras a domicilio.

En cambio, Austria subvenciona el sector de la ayuda a domicilio y, por tanto, gran parte de las empleadas que trabajan en el país están registradas oficialmente. Se estima que son alrededor de 60 000. En Suiza pensamos que ese número es bastante menor, ya que el Estado no subvenciona este tipo de empleo.

¿De dónde proceden estas trabajadoras y quiénes son?

La mayoría son originarias de países como Polonia, la República Checa o Eslovaquia. Más recientemente, se contratan también en Rumanía y Bulgaria. Casi todas son mujeres, en su mayoría madres con hijos adolescentes o adultos a su cargo. Muchas veces les resulta difícil encontrar un trabajo aceptable en su país de origen y la ayuda a domicilio en el extranjero es una de las únicas formas de acceder a unos ingresos suficientes. Algunas están cerca de la edad de jubilación o ya la han alcanzado, pero su pensión es muy baja y tienen que seguir trabajando.

En la Suiza de habla alemana hay muchas empleadas del este europeo, pero hemos comprobado que la situación es diferente en la región francófona: aquí las cuidadoras a domicilio suelen ser de fuera de la Unión Europea, sobre todo de Sudamérica y el norte de África. Su situación es generalmente muy precaria, porque no tienen estatus legal.

¿Cuáles son las condiciones de trabajo de estas empleadas?

Viven con las familias y se ocupan de las personas mayores. Hacen la compra, cocinan, limpian, cuidan a sus pacientes, los visten y los asean. Estos suelen ser personas dependientes y padecer demencia, razón por la que las familias quieren una presencia prácticamente constante en el hogar.

Los contratos establecen las horas de trabajo o descanso, pero en realidad estas cuidadoras a domicilio están prácticamente a disposición las 24 horas y a menudo los siete días de la semana. Disponen de muy poco tiempo libre para poder salir de casa. Nosotras, las investigadoras, somos muy críticas con los contratos que prevén que la empleada se aloje en la casa, porque esto significa que vive en el lugar de trabajo. Y este pacto favorece no solo la explotación, sino también que se recurra a la cuidadora interna fuera de su horario laboral remunerado.

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¿Considera que las condiciones de trabajo son muy precarias?

Sí, porque estas empleadas carecen de vida privada, tienen que acoplarse al ritmo y a las exigencias de las familias de acogida. Se supone que tienen que estar disponibles prácticamente todo el tiempo a cambio de un salario muy bajo.

Como las condiciones de trabajo son duras, las agencias reemplazan a las cuidadoras a domicilio cada cuatro a doce semanas. La empleada regresa a su país y otra ocupa su puesto de trabajo. Muchas veces, dos o tres personas se turnan en una misma familia. Se trata de un sistema de migración circular que se da especialmente en Europa, porque las distancias entre los países no son tan grandes y permiten estos desplazamientos regulares.

¿Las condiciones laborales han empeorado con la pandemia?

Con la pandemia se han agravado. Por ejemplo, las familias han recurrido menos a sus allegados o a instituciones externas para cuidar puntualmente a las personas mayores y poder conceder un poco de tiempo libre a la empleada de ayuda a domicilio. Un factor adicional de estrés fue el cierre de las fronteras, pues las cuidadoras no sabían si podrían volver a su país y tenían miedo de que los miembros de sus propias familias contrajeran el virus mientras ellas estaban fuera.

La mayoría de las agencias comenzaron a prolongar los contratos. Una situación desagradable para las empleadas, porque tuvieron que trabajar durante más tiempo sin saber cuándo terminaría el contrato.

Y luego estaban las cuidadoras a domicilio que no podían salir de su país de origen para venir a trabajar a Suiza. Como solo disponen de contratos de corta duración, no cumplían los criterios establecidos por la Confederación para recibir una ayuda económica. De manera que, de la noche a la mañana, se encontraron sin ingresos.

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¿Qué soluciones se encontraron?

La estrategia básica fue la misma en los tres países: primero, prolongar los contratos, luego restablecer la movilidad. En Austria, donde el sector está subvencionado, el Estado ayudó a las agencias a organizar vuelos o trenes para facilitar el desplazamiento de las cuidadoras. En Alemania, este mercado es muy informal y la administración no intervino, pero se dieron facilidades no oficiales para que pudieran cruzar la frontera. En Suiza, las fronteras se abrieron muy rápido para los trabajadores.

Por lo tanto, las empleadas de ayuda a domicilio tuvieron que emprender largos viajes para volver a casa o a su lugar de trabajo, asumiendo el riesgo de una mayor exposición al virus.

¿Cuáles son, según usted, las consecuencias a largo plazo de esta pandemia para la ayuda a domicilio?

Creo que la pandemia ha puesto de manifiesto los problemas fundamentales de nuestro sistema de cuidados. Las trabajadoras de este sector proceden de lugares cada vez más lejanos, primero de Polonia y la República Checa, luego de Rumanía y Bulgaria. Hoy en día, en Alemania hay cada vez más cuidadoras a domicilio de Bielorrusia o Ucrania.

La importación de mano de obra barata para la ayuda a domicilio está aumentando, ya que nuestros países no son capaces de proporcionar servicios adecuados a las personas mayores. Se trata de un acomodo muy frágil y problemático, ya que Austria, Alemania y Suiza dependen de la disponibilidad de mano de obra que es explotada para cuidar de sus ancianos.

Deberíamos aprovechar esta oportunidad para plantear una reorganización del sistema en su conjunto. En la Suiza de habla alemana se han creado varios grupos de ayuda a domicilio para dar visibilidad a su trabajo y exigir mejores condiciones laborales. A nivel político se están debatiendo iniciativas para cambiar la legislación, porque el principal problema en Suiza es que la ayuda a domicilio a título privado no está contemplada en la ley del trabajo. Por consiguiente, estas cuidadoras no están protegidas como el resto de los trabajadores.

Desde 2011, el salario bruto mínimo de los trabajadores en la economía doméstica, incluida la ayuda a domicilio, está fijado en una ordenanza federalEnlace externo. En la actualidad, el salario varía entre 19,20 francos la hora para el personal no cualificado y 23,20 francos para el cualificado. Los empleados de la economía doméstica tienen derecho a cuatro semanas de vacaciones remuneradas al año (cinco en algunos cantones) y también a días festivos pagados.

El convenio colectivo de trabajo del sector del trabajo temporalEnlace externo se aplica desde 2012 a los empleados de la ayuda a domicilio contratados por las agencias de colocación. El salario mínimo varía en función de las cualificaciones, pero también de las zonas de trabajo. Oscila entre 20,33 francos la hora para los menos cualificados en el cantón Tesino y 25,62 para el personal cualificado en las otras regiones con salarios más altos.

Para los empleados que viven con el beneficiario de la ayuda a domicilio se pueden deducir un monto máximo de 900 francos en concepto de alojamiento y comida.

El hecho de que existan salarios mínimos no significa que sean respetados. Una encuesta de 2015 mostró que las agencias pagaban entre 1 500 y 3 000 francos de salario mensual, con alojamiento y comida incluidos, a las cuidadoras a domicilio contratadas principalmente en países del este europeo que son miembros de la UE. También salieron a la luz salarios inferiores a los 1 000 francos. Los gastos facturados a los clientes de las agencias oscilaban entre 4 500 y 13 500 francos al mes.

A los salarios de las cuidadoras a domicilio se suman las cotizaciones por parte de los clientes a la seguridad social y seguros, así como a los gastos administrativos y de intermediación.

Para las personas que necesitan una ayuda a domicilio tanto de día como de noche, los siete días de la semana, los costes son más elevados porque necesitan contratar a más de una persona.

Cabe señalar que según la ley suiza, las cuidadoras a domicilio pueden prestar asistencia, pero no cuidados de enfermería. Solo pueden hacerlo las enfermeras y los asistentes comunitarios de salud que dispongan de un diploma reconocido y acreditado por los cantones. Por lo tanto, los costes asociales no están incluidos en el salario asignado a las cuidadoras a domicilio.

Traducción del francés: Belén Couceiro 

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