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Molinos de la ira en el Jura

Los molinos de viento de Saint-Brais, en el Jura, expanden la discordia. suisse-eole.ch

Por todas partes en Suiza, particularmente en el Arco del Jura, crece la oposición a la instalación de parques eólicos. Relato de una velada (casi) ordinaria en Tramelan, en el Jura bernés, donde los opositores emplean grandes medios para convencer a la población.

En las cimas del Jura, los molinos de viento tienen cada vez más plomo en las aspas. Desde hace algunos meses, los opositores declararon una guerra total a los proyectos de los grandes grupos energéticos suizos que hicieron de la región una zona prioritaria para la promoción de la energía eólica.

Las asociaciones y las iniciativas se multiplican, las victorias también. A principios de octubre, en Bourrignon, en las alturas de Delémont, los ciudadanos dijeron no a un proyecto de implantación de 14 molinos eólicos. Diversas comunas de Franches-Montagnes deberán pronunciarse próximamente sobre iniciativas que exigen la interdicción total o una moratoria sobre la instalación de molinos eólicos industriales.

Galvanizados por estos éxitos, los opositores prosiguen su lucha encarnizada. En las alturas de Tramelan, pequeña comuna industrial de 4500 almas en el corazón del Jura bernés, el grupo Sol-E, filial de las Fuerzas Motrices Bernesas (FMB), prevé implantar once molinos eólicos en los próximos años. El proyecto está aún en estudio, pero la resistencia ya está bien organizada.

Chorros gigantes de hielos

Para convencer de lo bien fundado de su posición, los anti-energías eólicas invitaron a finales de octubre a la población a una sesión de información. Un espectáculo bien montado, con un fondo de imágenes de choque y testimonios desgarradores. “No somos  anti-energías eólicas, simplemente exigimos que el derecho de las personas que viven en las cercanías sea respetado”, afirma Roland Schweizer, uno de los organizadores de la velada.

La Confederación impone una distancia mínima de 300 metros entre un molino eólico y las viviendas. Empero, insisten los opositores, prácticamente todos los países europeos han adoptado normas mucho más severas.

En la Montaña de Tramelan, algunas explotaciones agrícolas estarían rodeadas de tres molinos eólicos distantes de apenas 300 metros, sostiene Roland Schweizer. El cuadro presentado de los perjuicios es apocalíptico: ruido repetitivo insoportable, efecto estroboscópico provocado por las proyecciones de las sombras, chorros gigantes de cubos de hielo que amenazan a los esquiadores de fondo, etc.

Testimonio choque

Un nudo en la voz y al borde de las lágrimas, Karine Froidevaux, que vive cerca de los molinos eólicos de Peuchapatte, atestigua: “Vivo un verdadero calvario. Los molinos eólicos me quitaron todo. Por la noche, debido al ruido, estoy obligada a dormir en mi oficina. En el día no logro olvidarlos, están por todas partes a mi alrededor. Y cuando no giran, sus rechinidos me son insoportables”.

Salva de aplauso en la sala. El abogado Marc Suter, presidente del Fondo Suizo para el Paisaje, aporta un esclarecimiento un poco menos emocional sobre la cuestión. Denuncia una laguna jurídica al nivel federal, la incompatibilidad de esas instalaciones con la ley sobre la ordenación territorial así como una deficiente estimación de intereses por parte de las autoridades municipales.

Lo anterior porque si el contrato con los grupos energéticos puede generar beneficios importantes a la comuna y a los propietarios de bienes inmuebles, los efectos económicos serían ampliamente negativos. Entra entonces en escena Martial Voumard, industrial del lugar, que se dice “consternado ante la amenaza de pérdida de valor de la región”. La calidad de vida y los paisajes bucólicos,  lo esencial del atractivo de esta región periférica, estarían amenazados. Pérdida de valor de los bienes raíces estimada en 20%, éxodo de personal calificado, puesta en riesgo de la perennidad de las empresas familiares del pueblo: ahí también, el cuadro pintado es muy sombrío.

“¡Nos roban nuestro paisaje!”

Una película filmada desde un helicóptero, en la cual son integrados virtualmente los futuros molinos eólicos, acaba de convencer a la asamblea. A la hora de las preguntas, las compañías eléctricas son acusadas de “llenarse los bolsillos”. “Los promotores se irán al infierno”, advierte Michel Péquignot, ciudadano del municipio de … Infiernos. Hace algunas semanas, habitantes de Bourrignon habían amenazado con volver a los métodos de la lucha de independencia del Jura y volar los molinos eólicos.

Un ciudadano acusa: “los grandes de las ciudades vienen a robarnos nuestro paisaje”. Otro añade: “¡me niego a sacrificar nuestras montañas para calentar las camas frías de Lausana y Montreux!” La furia se dirige particularmente contra la diputada del cantón de Vaud Isabelle Chevalley, recién electa en el Parlamento bajo los colores de los Verdes Liberales, y que trató en la prensa a los opositores de “niños mimados”.

Solamente una voz discordante se atreve a elevarse en la sala: “personalmente, los molinos eólicos no me molestan, es una historia de gusto y de colores”.  Interpelada, la alcaldesa de Tramelan, Milly Bregnard, intenta calmar el juego:  Estamos todavía en los estudios. Nada será hecho sin que los ciudadanos puedan pronunciarse. ¡Tienen mi palabra de honor!”

Falta de solidaridad

Reto Rigassi, director de Suisse Eole, la asociación para la promoción de la energía eólica establecida por la Oficina Federal de la Energía (OFEN), no pesa mucho frente a esta asamblea hostil: “Tenemos una responsabilidad colectiva. El 80% de nuestra energía consumida no es renovable, es indispensable encontrar soluciones”, dice al micrófono.

Concluida la velada con la proyección de una película que muestra paisajes idílicos atacados por agresivos molinos eólicos, Reto Rigassi comenta aparte: “He visto asambleas más agitadas, la de esta tarde fue relativamente tranquila”.

Convencido de que muy pronto surgirá una solución, subraya que todo ha sido elaborado para reducir al máximo los impactos: “la legislación en materia de ruido es mucho más estricta que para el ferrocarril y las autopistas”. Reto Rigassi lamenta sobre todo la falta de solidaridad de esas personas “que sacan provecho también de las infraestructuras de las ciudades” pero que no quieren sufrir las molestias.  

“Todo el mundo debe contribuir al cambio energético que se anuncia. Si todos nos aferramos a nuestra comodidad máxima, vamos a sufrir la misma suerte que los romanos y a desaparecer”. No es seguro que de haber sido pronunciadas en el pleno de la asamblea, tales palabras hubieran provocado nutridos aplausos…

2011. En la actualidad, Suiza cuenta con 28 molinos eólicos industriales repartidas en 8 sitios, 3 de los cuales en el Arco del Jura. La producción anual es estimada en 74 millones de kWh, es decir, el consumo de 21.000 hogares.

Récord. Contrariamente a sus vecinos, Suiza no posee grandes superficies a  explotar y debe repartir los molinos eólicos en varios sitios. Mantiene sin embargo el récord de parque eólico más alto de Europa, situado a 2330 m de altitud, cerca de Andermatt.

En el futuro. Diez y siete proyectos, que prevén la construcción de 127 molinos eólicos, de los que más de la mitad se ubicarían en el Arco del Jura, están en proyecto. Deberían ver la luz en 2016. Otros sitios potenciales están en discusión en los Alpes y en el Arco del Jura y podrían concretizarse en el horizonte 2020.

Potencial. Según las estimaciones derivadas del “concepto de energía eólica para Suiza” de 2004, la energía eólica podría cubrir, en 2035, el 2,5 % de las necesidades en electricidad del país. En 2050, aumentaría a 6,8 % del consumo nacional, es decir, el consumo de más de un millón de hogares. Ello requeriría la explotación de un total de 800 molinos eólicos industriales.

En 2010, el consumo de electricidad en Suiza aumentó  4% con respecto a 2009, y alcanzó 59 mil 800  millones de kilowattheures (kWh), según la Oficina Federal de Energía (OFEN).
 
La energía eléctrica total producida en Suiza procedía en 56,5% de las centrales hidroeléctricas, en 38,1% de las centrales nucleares y los 5,4% restantes, de instalaciones térmicas convencionales y otras instalaciones.

 Las importaciones de electricidad alcanzaron en 2010 los 66 mil 800 millones de kWh, las exportaciones, 66,3 kWh.
 
Tras la catástrofe de Fukushima, el Gobierno y el Parlamento suizos  decidieron cerrar progresivamente y no reemplazar las centrales nucleares existentes. La salida definitiva de lo nuclear debería concluir en 2034.

Traducción, Marcela Águila Rubín

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