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Morir por el amianto y tener que demostrarlo

El asbesto, un asesino invisible. Keystone

El número de enfermos por contaminación de asbesto no cesa de crecer. En los próximos años, los decesos se contarán por centenas en Suiza. Además de los padecimientos físicos, los afectados tienen que afrontar dificultades para poder ser indemnizados.

Las víctimas y sus familiares esperan con impaciencia la fecha del 13 de febrero. Ese día, luego de casi tres años de audiencias, el tribunal de Turín pronunciará la sentencia en la que se hallan inmersos el industrial suizo Stephan Schmidheiny y el belga Jean Louis de Cartier, acusados de desastre doloroso y omisión voluntaria de cautela profesional en la empresa Eternit S.p.A, en Génova. El fiscal Raffaele Guarniello ha solicitado para los dos una condena de 20 años de cárcel.
 
Sea cual fuese el veredicto, el desastre ya ha mostrado sus terribles consecuencias en estos últimos años. El número de enfermos a causa del amianto continúa creciendo.
 
Esta evolución estaba ampliamente prevista, en vista del largo periodo de latencia (hasta 40 años) entre la exposición a las fibras del amianto y la aparición de las patologías. Visto que en Suiza, la prohibición general entró en vigor apenas en 1989, y que ciertos materiales, entre ellos los fabricados por Eternit, pudieron permanecer en el mercado hasta 1994, el cálculo se hace rápido: la curva de decesos deberá invertirse entre el periodo de 2020 a 2025. Sin olvidar que pese a la entrada en vigor de la interdicción, muchas personas aún se expusieron al amianto, por ejemplo, durante los trabajos de reparación o de demolición de edificios.

Aumentan los casos de mesoteliomas

El aumento de casos de cáncer de pleura (o mesotelioma, originado por el amianto y de carácter fatal) es significativo: Entre 1984 y 1988, el registro suizo de tumores señaló 342 casos. Veinte años más tarde, la cifra se ha duplicado a 846 casos entre 2004 y 2008.
 
De 1939 –fecha en la que se inscribió la asbestosis (fibrosis del tejido pulmonar causada por la inhalación de fibras de asbesto y que provoca insuficiencia respiratoria crónica)- en la lista de enfermedades profesionales; en 2030, el amiento provocará la muerte a 4.500 personas en Suiza, según cálculos del Seguro Nacional en caso de Accidentes (Suva).
 
Pese a que el proceso en tribunales está abierto, las víctimas y sus familiares parecen haber perdido la batalla para exigir justicia.
 
En 2008, el Tribunal Federal rechazó 3 quejas por homicidio involuntario, homicidio voluntario y lesiones corporales presentadas por la familia de una víctima en contra de los ex propietarios de Eternit SA Thomas y Stephan Schmidheiny. Para la corte suprema helvética, el plazo de 10 años prescripción del caso había ya caducado.

Millones de francos en juego

Para las víctimas, solo queda dirigirse al Suva, en un intento de que su padecimiento sea reconocido como enfermedad profesional, lo que abre la puerta a prestaciones del seguro (renta de invalidez, indemnización por daños a la integridad, o, en caso de descenso, renta para los familiares cercanos).
 
Al final de 2009, 2.779 casos de enfermedades profesionales relacionadas con el asbesto fueron reconocidas, de las cuales 1.347 mesoteliomas. Las sumas en juego son importantes: hasta ahora, el amianto ha costado al Suva cerca de 650 millones de francos en prestaciones. Y desde 2007, la factura supera los 50 millones anuales.
 
François Iselin, otrora profesor de la Escuela Politécnica Federal de Lausana (EPFL), colabora como experto en el Comité de ayuda y orientación para las víctimas del amianto (Caova), fundado en 2002. A su juicio, esas cifras no reflejan la realidad: “Actualmente los médicos tienen mayor sensibilidad al problema del mesotelioma. Interrogan a sus pacientes sobre su pasado profesional y pueden dirigirlos hacia el Suva, pero como se trata de un cáncer de pulmón, se incrimina con frecuencia al cigarrillo o a la inhalación pasiva de tabaco sin ir más lejos. Para el médico no existe la obligación de determinar que se trata de una enfermedad profesional”.
 
El Suva responde a las críticas: “No es nuestra intención minimizar el número de casos”, declara Henri Mathis, encargado de relaciones públicas.

Muchos volvieron a su país

En los casos de mesotelioma o asbestosis, en general resulta simple comprobar que se trata de una enfermedad laboral. “No requerimos de informaciones o datos muy precisas. Informaciones simples como ‘Trabajé en la construcción entre 1957 a 1965’ nos resultan suficientes”, explica Mathis.
 
Pero numerosos trabajadores que se expusieron al asbesto ya abandonaron suelo helvético. En 2009, Suva lanzó una campaña en Italia para informar tanto a especialistas del sector médico como a posibles víctimas sobre su derecho a prestaciones en Suiza, en caso de que no hubieran trabajado de nuevo en sectores expuestos a esta contaminación al volver a su país.
 
“Más de 200 personas con domicilio en Italia se anunciaron al Suva y aún recibimos regularmente solicitudes. El problema crucial es que el médico que los trata en Italia no siempre tiene el reflejo de cuestionar si el padecimiento tiene su origen en la actividad profesional”.

Último recurso: los tribunales

Resulta aún más complicado el caso ya mencionado del cáncer de pulmón, puesto que los factores de riesgo son múltiples (tabaco, asbesto y exposición a sustancias como el radón y el cobalto). En esos casos, el Suva se basa en los denominados criterios de Helsinki: el paciente debe padecer un mal relacionado con el amianto y haberse expuesto a una cierta dosis de esta sustancia durante su vida profesional. La prueba es de cualquier modo difícil de comprobar, visto que no existía en el pasado modo fiable de medir estas concentraciones de amianto.
 
Ante esta situación resulta un combate más para el paciente comprobar que se trata de una enfermedad profesional. François Iselin afirma que incluso en el caso de mesotelioma, a veces el proceso se complica. “Tuvimos el caso de un tipógrafo. El Suva no quería reconocer que su enfermedad era de origen profesional, puesto que argumentaba que el amianto no fue utilizado en ese sector. Pero encontramos una factura que permitió comprobar que en el local donde trabajaba había sido recubierto con asbesto. Solo así admitieron el caso”.
 
En ciertos caso se requiere del último recurso: apelar a los tribunales. “Desde enero de 2009 hemos registrado 23 procesos relacionados con el amianto. Cuatro expedientes están a la espera del veredicto. Los tribunales han confirmado nuestra decisión en 11 expedientes, mientras que han rechazado 8 casos”.

El pico de producción fue alcanzado en la segunda mitad de la década de 1970, con 5 millones de toneladas. En Suiza, las importaciones de amianto alcanzaron su máxima cifra al final de esa década, con 22.700 toneladas.
 
Pese a su nocividad, el amianto se sigue utilizado en muchos países. En 2007, según datos del Instituto de Estudios Geológicos de EEUU, se consumieron dos millones de toneladas en el mundo.
 
China es el principal consumidor de amanto (30%), seguido de India (15%), Rusia (13%), Kazajistán y Brasil (5%).
 
La OIT estima que cada año entre 100.000 y 140.000 personas mueren en el mundo a causa del asbesto.

Según un estudio de la Unión Europea, esta fibra mineral será el origen de la muerte de medio millón de personas en Europa de aquí a 2030.

La “fibra milagrosa”, como se le denominaba antes, tuvo su apogeo en la década de 1970. En el mercado había unos 3.000 artículos hechos con ella.
 
Suiza es un centro importante del amianto.
 
En Niederurnen, en el cantón de Glarus, se encuentra la sede del grupo Eternit, propiedad de la familia Schmidheiny. En el periodo de mayor crecimiento, el holding Schmidheiny Amiantus SA controlaba desde ese poblado sus fábricas en 16 países del mundo, con 23.000 personas a su servicio.
 
Eternit tiene también un establecimiento en Payerne, en el cantón de Vaud.

El Seguro Nacional en caso de Accidentes (Suva) se estableció en 1912, con la aprobación ciudadana de la primera Ley sobre el seguro en caso de enfermedad y accidentes. Se trata de una empresa de derecho público encargada de una tarea de seguro social, por lo cual no tiene fines lucrativos.
 
Asegura a los trabajadores y a los desempleados, se ocupa de la prevención, readaptación y seguridad en los sitios de trabajo.
 
Justo hasta 1984 era la única en Suiza encargada de los seguros obligatorios en caso de accidente.
 
Se encarga actualmente de 115.000 empresas, es decir dos millones de personas económicamente activas.
 
Para beneficiarse de las prestaciones del Suva, una persona víctima de amianto debe haber sido asegurada al momento de la contaminación, es decir, por lo general, antes de 1984.

(Traducción: Patricia Islas)

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