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Vanessa, Rihanna y Heidi: ¡uno, dos, tres!

Michael Rüegsegger, subastador, mira la pantalla de su computadora. Las compresoras del sistema de limpieza de alta presión se hinchan, un grupo de ganado marrón se humedece bajo la niebla de rocío, mientras otro camión avanza y el último grupo de ganado está listo para ser descargado. “Yo soy Michael”, anuncia escuetamente. “¡Hoy será un día largo!”

La granja Juchhof, que forma parte de la finca de la ciudad de Zúrich, planea cultivar orgánicamente toda su producción en el futuro y dejar de criar animales a partir de 2018. Más de 60 vacas lecheras y el mismo número de ganado serán retirados de la producción, lo mismo que cinco empleados. Los cuidadores de animales pueden seguir trabajando en otras granjas de la ciudad, pero los animales deben ser subastados.

La puja tiene lugar en la Arena Vianco, en Brunegg. Es inusual que tantos animales de la misma granja sean subastados el mismo día. Se espera la asistencia de compradores de toda Suiza.

El día entero es una anticipación del gran evento de la velada. Varios auxiliares adicionales han sido contratados. Los animales deben ser limpiados, ordeñados dos veces, alimentados, correctamente etiquetados, colocados sobre la mesa, y movidos de un lugar a otro. Los ayudantes son todos jóvenes agricultores que están acostumbrados a lidiar con los rumiantes. Empujan y tiran del ganado, golpean obstinadamente los traseros de los animales con sus manos. “Se puede sentir el estrés del transporte en las vacas, no solemos usar las instalaciones de nuestro establo de esta manera”.

Hacia la tarde, los agricultores se reúnen y examinan los animales para la venta, consultan con sus esposas o hablan de la operación con sus colegas. Los criterios son claros: producción de leche, potencial, si las vacas están cargadas, en qué estado tienen las ubres o si el semental es el adecuado.

A las ocho, Michael Rüegsegger se ubica en el pedestal y comienza la subasta. Con la agenda llena, tiene poco tiempo para bromas. Solamente rara vez las partes interesadas hacen ofrecimientos diferentes. Todo el personal de la Juchhof está sentado en una de los bancas cerca de la arena y sigue la venta de “sus” animales pensativo y en silencio. Una vaca tiene un precio promedio de 3 200 francos. Al final de la velada, el fruto del ganado subastado por Rüegsegger asciende a 360 000 francos. Los animales pueden ser recogidos al día siguiente.

Texto e imágenes de Thomas Kern / swissinfo.ch

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