¿Los esfuerzos de las empresas alimentarias por reducir la huella de carbono del ganado son pura palabrería?

Para reducir su huella carbónica, las empresas alimentarias están apostando por el suministro de piensos vacunos que generan menos emisiones de metano. Pero los consumidores necesitan asegurarse simultáneamente de que sigue siendo segura la leche que toman.
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Empresas alimentarias como Nestlé han descubierto que su dependencia de las vacas se ha convertido en un obstáculo para cumplir con sus compromisos de reducción de emisión de gases de efecto invernadero. Los lácteos son la materia prima más importante para Nestlé en términos de volumen y representan el 21% de las emisiones totales que genera la empresa.
De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), existen casi 1.500 millones de cabezas de ganado a nivel mundial, que son responsables de producir unas 6,2 gigatoneladas de emisiones de CO2 cada año (3,6 gigatoneladas del total son emisiones directas). Esto equivale a alrededor del 12% de la emisión total de gases de efecto invernadero. Y la mayor parte del efecto climático nocivo se debe a la liberación de metano que se deriva de los eructos de las vacas (no así de sus flatulencias) provocados por la fermentación que tiene lugar en los diversos compartimientos del estómago bovino.
Empresas como Nestlé o Syngenta han creado innovadoras soluciones para reducir la emisión de metano gracias a la introducción de aditivos (naturales o artificiales) en los piensos que consumen las vacas. Aunque es difícil medir el impacto real que tienen, se perfilan como soluciones innovadoras que podrían generar un efecto positivo en la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero a nivel global.
¿Una nueva alimentación para el ganado es la solución?
Nestlé está trabajando en su talón de Aquiles lácteo con objeto de reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero. A finales de 2023, casi la mitad del volumen total de los derivados lácteos de la empresa estaba cubierta por «cadenas de suministro de piensos libres de deforestación y con bajas emisiones de carbono, dietas optimizadas y mejora del bienestar animal».
Una de las herramientas usadas por los proveedores lácteos de Nestlé para lograr una alimentación baja en carbono es dar Bovaer a su ganado, una sustancia química sintética producida por la empresa suizo-holandesa de biociencia y fragancias DSM-Firmenich. Suministrar un cuarto de cucharadita diaria de Bovaer (3-Nitrooxipropanol o 3-NOP) a cada vaca permite reducir las emisiones de metano del ganado lechero en un 30% y hasta en un 45% en el ganado vacuno destinado al suministro de carne. Esto es posible porque Bovaer suprime la enzima que combina el hidrógeno y el dióxido de carbono de los alimentos que produce metano durante la digestión.
Pese a las perspectivas positivas para el medio ambiente, aún falta convencer a los consumidores. Algunos han expresado su preocupación ante la posibilidad de que cualquier aditivo integrado a la alimentación de las vacas termine en los productos lácteos, generando repercusiones negativas para la salud, incluido el cáncer.
Estos temores se han reflejado en las redes sociales. Un post publicado en X (antes Twitter) cuando se anunció un ensayo de Bovaer en colaboración con algunos supermercados británicos recibió miles de comentarios de inquietud por parte de la comunidad usuaria por los riesgos potenciales que la sustancia química podía generar si se transmitía a la leche y la carne.
We have just announced a new project with @MorrisonsEnlace externo, @TescoEnlace externo and @AldiUKEnlace externo to trial the use of feed additive, Bovaer® on ~30 Arla farms. Bovaer® can reduce emissions from cows by 27%, and this represents an amazing chance to reduce emissions on farm. #agricultureEnlace externo #climateEnlace externo pic.twitter.com/XaGmopwVJgEnlace externo
— Arla Foods UK (@ArlaFoodsUK) November 26, 2024Enlace externo
Según Grok, el chatbot de inteligencia artificial desarrollado por X, el 90% de los comentarios sobre la publicación eran negativos.
El mismo chatbot concluyó que aproximadamente el 85% de la totalidad de los mensajes publicados en X sobre Bovaer también eran negativos, lo que refleja la inquietud y el escepticismo generalizado de la gente en el Reino Unido, especialmente desde que Arla Foods UK anunció en noviembre del 2024 que realizaría un ensayo con los supermercados Tesco, Morrisons y Aldi, entre otros. Estos comentarios negativos obligaron DSM-FirmenichEnlace externo y a la Agencia Británica de Normas Alimentarias Enlace externo a emitir la aclaración de que el 3-NOP era metabolizado por las vacas y no dejaba residuos en la leche.
«Todos nuestros productos lácteos son seguros para el consumo», declaró un portavoz de Nestlé a SWI swissinfo.ch por correo electrónico. «Las autoridades de seguridad alimentaria del Reino Unido, la Unión Europea (UE) y Estados Unidos han aprobado Bovaer y lo consideran seguro para su uso y eficaz para reducir las emisiones».
«Las reacciones que genera Bovaer me recuerdan la reacción contra el uso de hormonas de crecimiento sintéticas en el ganado en Estados Unidos que hubo a finales de los 90 y principios de los 2000», afirma Mutian Niu, catedrático de nutrición animal de la Escuela Politécnica Federal de Zúrich (ETH Zúrich).
Niu ha trabajado en analizar el impacto de Bovaer y otros aditivos más naturales en humanos y vacas.
Aunque destaca la importancia de apegarse a la evidencia científica y actuar con cautela ante la desinformación, su trabajo actual plantea dudas sobre la eficacia que los aditivos tiene en reducir las emisiones de metano. En un estudio publicado en 2024Enlace externo, del que Niu es coautor, concluye que Bovaer puede ser menos eficaz en algunas razas de vacas. Mientras se observó el mayor efecto en las vacas Holstein Friesian, una raza grande de vacas blancas y negras que es originaria de los Países Bajos, la sustancia resultó mucho menos efectiva en las vacas Brown Swiss, una robusta raza de color marrón que es de origen suizo.
«Además, el alto contenido en fibra reduce la eficacia paliativa del Bovaer, ya que suele ser mayor en los piensos de las vacas suizas, que en el promedio de los piensos usados en otros estudios», dice Niu.
Otro artículo reciente, del que Niu también es coautor, demostró que los modelos matemáticos que calculan la reducción de emisiones de los aditivos para piensos han arrojado diferentes resultadosEnlace externo para el 3-NOP y otros aditivos, como las algas marinas o las mezclas de aceites esenciales. Obviamente, la dosis y la frecuencia de consumo por parte del ganado pueden afectar los resultados, pero hay otros factores que también pueden dar lugar a resultados variables. Por ejemplo, si se trata de un animal destinado a la producción de leche o de carne, si está en crecimiento o lactancia, si se encuentra confinado o tiene espacios abiertos para pastar, así como la cantidad y concentración del forraje, ya que todos estos son factores que varían a nivel local y mundial. Adicionalmente, está la cuestión de si estos aditivos serán igual de eficaces si se utilizan a largo plazo, por ejemplo, a lo largo de toda la vida de una vaca lechera.
«Algunos aditivos podrían crear adaptaciones y resistencias en la microbiota intestinal (de las vacas)», explica Niu.
Otras alternativas
La empresa agrícola Syngenta, basada en Suiza, pero de propiedad china, ha optado por un camino distinto para el desarrollo del pienso vacuno que reduce el metano. Decidió desarrollar lo que denomina maíz Enogen, que contiene la enzima alfa amilasa en el grano. Esto permite que el almidón del pienso sea más digerible.
«Es lo mismo que sucede cuando se comen patatas fritas. La amilasa salival actúa sobre el almidón», dice Christopher Cook, responsable de Enogen Business Solutions en Syngenta Seeds.
Este maíz acorta el tiempo que se necesita para preparar al ganado vacuno para la producción de carne, garantizando una menor liberación de metano por unidad de carne producida. La empresa afirma que la eficiencia alimentaria mejora en un 5%, y estima que esto podría reducir en alrededor de 196 toneladas anuales la emisión de gases de efecto invernadero por cada 1.000 cabezas de ganado vacuno.
«El ganado vacuno alimentado con Enogen necesitaría 12 días menos de alimentación para alcanzar el peso objetivo, y esto podría suponer un ahorro significativo por animal. El objetivo es hacer más por menos », añade Cook.
Syngenta anunció en noviembre pasado una asociación con la cadena de comida rápida McDonald’sEnlace externo que consiste en alimentar con maíz Enogen al ganado criado por su proveedor Lopez Foods. Sin embargo, es poco probable que las empresas alimentarias que están fuera de Estados Unidos adopten Enogen, dado que se trata de maíz modificado genéticamente, un tema altamente regulado en otras partes del mundo.
En Suiza, sólo una variedad de soja modificada genéticamente y tres variedades de maíz están autorizadas como pienso animal, y estas aprobaciones tuvieron lugar en la década de 1990, antes de que entrara en vigor la ley que hoy regula los organismos modificados genéticamente. La Unión Europea, que también se ha resistido férreamente a este tipo de alimentos para el ganado, aprobó en 2024 dos nuevas variedades de maíz modificado genéticamente destinadas al pienso vacuno. Sin embargo, estas autorizaciones sólo son válidas para importaciones durante un periodo de 10 años y son cultivos que no pueden realizarse en territorio de la UE.

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Existen también aditivos alimentarios más simples, como las semillas de lino y las hojas de avellano, pero no reducen el metano en la misma proporción que Bovaer y pueden afectar el rendimiento de las vacas lecheras. Otros aditivos naturales que son prometedores, como el alga Asparagopsis, contienen el compuesto orgánico bromoformo, que puede tener un efecto negativo en la salud de las vacas. Hay algunos estudios científicos que han mostrado, por ejemplo, inflamación en el estómago de las vacas y la presencia de residuos de bromoformo potencialmente tóxico en la orina y la leche de las vacas. Pero como muestra el juego Climate CowEnlace externo (Vaca climática), desarrollado por el departamento de Niu en la ETH de Zúrich, existen diversos caminos para la compensación entre la reducción de metano, la producción de leche y el bienestar animal.
Sin embargo, pese a la desinformación que rodea a los aditivos para piensos como Bovaer, Nestlé seguirá depositando su confianza en los piensos vacunos capaces de reducir el metano. La multinacional suiza de la alimentación se ha fijado como objetivo reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero en un 20% para 2025 y en un 50% para 2030 en comparación con los niveles de 2018, y se propone llegar a cero neto a más tardar en 2050.
«Seguiremos colaborando estrechamente con los ganaderos y explorando nuevas tecnologías y herramientas, como soluciones de alimentación que hayan sido científicamente aprobadas, para ayudar a reducir las emisiones de metano en la cadena de suministro de productos lácteos, ya que es parte de nuestra hoja de ruta de cero emisiones netas», confirma una persona portavoz de Nestlé.
Editado por Virginie Mangin. Adaptado del inglés por Andrea Ornelas / CW.
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