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Viaje por la historia del paso del Gotardo

El museo, nacido con la restauración del viejo puesto de aduana y posada, fue inaugurado en 1986. swissinfo.ch

El Museo Nacional del San Gotardo recorre la historia del paso de montaña homónimo, importante transversal alpina entre el Norte y el Sur de Europa.

Un viaje en el tiempo entre diligencias, minerales, obras de arte, reconstrucciones y varios bocetos que permite descubrir una página de la realidad y la identidad helvéticas.

En el pasado, el San Gotardo tuvo un valor histórico, político y social considerable para los suizos, ligado al origen y desarrollo del país.

Como punto de encuentro de las regiones lingüísticas y culturales de la Confederación Helvética, representa un conjunto de símbolos que lo han rodeado de un aura mítica, sobre todo en los siglos XIX y XX. En el imaginario colectivo el paso se ha convertido en un elemento de la independencia de la nación, de la cohesión y de la identidad nacionales, pero también en un lugar de lucha que enfrenta al hombre y a la naturaleza, un cruce del destino y techo del continente.

Un sinfín de significados que podemos encontrar recopilados en el Museo Nacional del San Gotardo, uno de los más elevados en Europa.

Vía de gentes

Situado encima del paso a 2.108 metros de altitud, el imponente edificio de 1834 fungía en el pasado como puesto de aduana y posada para los viajadores.

El tema del tránsito Norte-Sur, del viaje de las mercancías y personas a través del paso, es precisamente el hilo conductor de este museo. Comenzando por el atrio, donde se ha expuesto la última diligencia que recorría regularmente el trayecto entre Andermatt, en el cantón de Uri, y Airolo, en el Tesino, entre 1909 y 1921 (el año siguiente entraron en función las primeras carrozas postales).

Desde su apertura en el siglo XII, el paso sobre la ‘vía de las gentes’ es la comunicación más rápida – y, por ende, más común – a través de los Alpes. Se calcula, por ejemplo, que sobre 1870 cerca de 70.000 personas y entre 10.000 y 20.000 toneladas de mercancías atravesaron el Gotardo.

Antes de que se construyera la galería ferroviaria en 1882, el hombre tenía que luchar contra las adversidades de la naturaleza para mantener abierto el paso durante todo el año, incluso en invierno. Si en verano la gente lo cruzaba a pie, a caballo o en diligencia, en invierno se utilizaban trineos postales – un ejemplar está expuesto en la planta superior del museo.

El espacio introductivo en la primera planta está dedicado a la evolución de los transportes a lo largo de los siglos. Algunos objetos expuestos representan simbólicamente las diversas fases del tráfico de viajeros en la región: antiguas monedas romanas, objetos que recuerdan la construcción de la red ferroviaria y la autopista, y hasta la trompeta con la que el conductor de la diligencia anunciaba su llegada.

Historia federal, local, militar

El viaje prosigue en la sala amplia dedicada a la historia del San Gotardo, con un espacio sobre el nacimiento de la Confederación y otro a la historia local. El museo consagra una atención especial al viejo hospicio de capuchinos – que permanecieron en el paso hasta 1841 cuando el edificio pasó a ser propiedad del cantón del Tesino – y a la capilla. “La capilla, restaurada en 1982, es el edificio más alto del paso”, explica el director del museo, Carlo Peterposten. “Está abierta al culto ecuménico, es decir a personas de diferentes confesiones”.

No podía faltar un capítulo sobre la historia militar del Gotardo que, dada su ubicación en el corazón de Europa, tiene una posición estratégica importante. Los documentos, uniformes, cañones expuestos son testimonio de que la región alberga construcciones importantes para la defensa miliar.

Al inicio de la Segunda Guerra Mundial se transformó incluso en punto central del sistema defensivo helvético con la creación – en 1940 y en respuesta a las fuerzas del Eje que circundaban al país – de un sistema de fortificaciones en la zona alpina.

En realidad, como subraya Carlo Peterposten, el San Gotardo fue escenario de una única operación militar – que, dicho sea de paso, fue un fracaso -, cuando en 1799 el ejército austro-ruso bajo las órdenes del general Aleksandr Suvorov cruzó el paso. “Se dirigían hacia el norte para respaldar en Zúrich a las tropas aliadas, que luego fueron derrotadas por la armada napoleónica bajo el mando del general André Massena”, precisa.

Eterna lucha entre el bien y el mal

Uno de los momentos culminantes de la visita al museo es la serie de diapositivas didácticas que cuenta la leyenda del Puente del Diablo – construido en 1830 sobre la garganta de Schöllenen – una alegoría de la lucha del hombre contra la naturaleza y de los habitantes del lugar contra los ‘malos’ que durante siglos trataron de apoderarse del paso.

En esta historia del paso presentada como una alternancia entre el bien y el mal, es el bueno, el obispo Gotardo quien vence al diablo. Después de este largo peregrinar, el caminante ya puede suspirar de alivio: la vida en el paso alpino sigue su ritmo.

swissinfo, Anna Passera, Paso del San Gotardo

Horarios de apertura del museo: todos los días de las 09.00 a las 18.00 horas.

Entre 18.000 y 20.000 personas visitan cada año el museo.

La mayor parte de los visitantes son suizos; les siguen los italianos y alemanes.

En 1999, detrás del museo, se inauguró un monumento con ocasión del 200º aniversario del paso del ejército bajo el mando del general Suvorov. Desde entonces el número de visitantes provenientes de Rusia aumenta continuamente.

Está abierto aproximadamente cuatro meses al año (desde mayo/junio hasta octubre), dependiendo del tiempo.

Situado a 2.108 metros de altitud, es un importante paso alpino entre el Norte y el sur de Europa y une los cantones de Uri y del Tesino. En documentos antiguos el paso aparece con diferentes nombres: Mons Elvelinus, Mons Ursare y Mons Tremolus.

Su nombre actual deriva del santo obispo Godehard von Hidesheim (Alemania), que vivió sobre el año 1000.

Con motivo de un viaje a Roma, parece que cumplió un milagro en la cima del Mons Elvelinus, por lo que el arzobispo de Milán bautizó con su nombre la pequeña iglesia del hospicio.

Muy pronto el San Gotardo se convirtió en la denominación común del paso y de todo macizo.

En el Museo del San Gotardo hay también un espacio dedicado a una exposición temporal. Este año el tema elegido es el 125º aniversario de la apertura de la galería ferroviaria del San Gotardo.

La muestra se ha organizado en colaboración con la asociación Tunnel Bau Gender, de Lucerna, que se dedica al papel de la mujer en la construcción de galerías ferroviarias.

El énfasis está, pues, sobre Santa Bárbara (patrona de los mineros) y las mujeres trabajadoras que participaban – directa o indirectamente – en las obras de construcción.

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