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La Fronda se organiza VS drones y robots asesinos

El Taranis (GB) es un prototipo de avión de combate a reacción no tripulado. Keystone

El uso intensivo de vehículos aéreos no tripulados por parte de la administración Obama alimenta una ola de protestas y críticas que llega a Ginebra. En nombre del Derecho Internacional Humanitario, una coalición de ONG pretende detener la carrera tecnológica en pos de los robots asesinos autónomos.

La robotización creciente de los asuntos militares diseña una perspectiva inédita y preocupante que los defensores  de derechos humanos y los guardianes de los Convenios de Ginebra intentan modificar a través de dos enfoques.

El primero concierne al uso de drones (vehículos aéreos no tripulados) en la lucha internacional contra Al Qaeda. Un programa en vigor después del 11 de septiembre y utilizado masivamente desde la llegada al poder del presidente estadounidense Barack Obama. La Oficina de Periodismo de Investigación, una organización sin fines de lucro, con sede en Londres, estima que los ataques con drones, realizados entre 2004 y 2013, han causado, nada más en Pakistán, entre 2.500 y 3.500 muertos (incluyendo cientos de civiles y cerca de 200 niños ) y más de mil heridos.

En una entrevista hecha pública el 10 de mayo en la web del CICR, su presidente, Peter Maurer, explica cómo y en qué condiciones concierne al DIH la utilización de drones armados.

Tras recordar los principios del DIH, como la distinción entre lo civil y lo militar y la proporcionalidad necesaria en el uso de la fuerza, Peter Maurer subraya el interés potencial de un arma como el drón:

“Desde el punto de vista del DIH, un arma que permite realizar ataques más precisos, evitar o minimizar la pérdida de vidas civiles, heridas a civiles o daños a bienes de carácter civil, debe preferirse a las armas que no tienen esa capacidad. El contexto debe determinar si el empleo de los drones presenta esas ventajas. Es un tema en debate dado que no hay información disponible sobre los efectos de los ataques de los drones”.

Peter Maurer agrega respecto al uso de drones armados fuera de las zonas de guerra: “Cuando los drones son utilizados en situaciones ajenas a los conflictos armados no se aplica el DIH sino la legislación nacional y el Derecho Internacional relativo a los derechos humanos”.  

El presidente del CICR critica, sin nombrarlo explícitamente, el programa estadounidense de eliminación de terroristas en las regiones fronterizas de Pakistán con Afganistán: “Lo que resulta más complejo es el caso de una  persona que participa directamente en las hostilidades desde el territorio de un Estado no beligerante, o se desplaza en el territorio de un Estado no beligerante después de haber participado en un conflicto armado.

El asunto es saber si la fuerza letal puede ser utilizada de manera legal contra esa persona y en qué marco jurídico. Las opiniones difieren.

El CICR considera que el DIH no sería aplicable en tal situación, lo que significa que esa persona no debería ser considerada como un blanco legítimo bajo las leyes de la guerra.

Aconsejar lo contrario significaría que el mundo entero es un campo de batalla potencial y que toda la gente, donde sea que se encuentre, es un blanco legítimo para el DIH”.

Presiones sobre Obama

Para determinar si los Convenios de Ginebra han sido violados, el Consejo de Derechos Humanos encomendó a Ben Emmerson, relator especial de la ONU para los Derechos Humanos y contra el Terrorismo, investigar el tema. Según el abogado británico, el principal objetivo del estudio es evaluar si los ataques de los drones han causado un número desproporcionado de víctimas civiles, lo cual es contrario al Derecho Internacional Humanitario (DIH).

Ben Emmerson deberá presentar los resultados de su investigación en septiembre, en la 68 Asamblea General de la ONU. Bajo la presión de la opinión pública, el gobierno de Obama parece aquilatar el problema al contemplar la transferencia de toda la gestión de ese programa de eliminación de terroristas, de la opaca CIA al, un poco más transparente, Pentágono, según el Daily Beast/Newsweek. Y ello, aun cuando el gobierno de EE.UU. debe informar periódicamente sobre esta política antiterrorista a las comisiones parlamentarias.

“Esta transferencia es todavía un rumor. Nada oficial ha sido anunciado. Pero ese cambio corresponde a nuestras demandas”, precisa a swissinfo.ch Andrea Prasow, especialista en la lucha contra el terrorismo de la ONG Human Rights Watch.

Paralelamente, Christof Heyns, otro experto de la ONU responsable de ejecuciones extrajudiciales, sumarias o arbitrarias, presentará un nuevo informe, el 29 de mayo, en la 23 sesión del Consejo de Derechos Humanos, en Ginebra. Este documento, centrado en los “robots letales autónomos”, pide una moratoria internacional sobre el desarrollo de esas armas de guerra.

Acción preventiva

Al margen de la sesión, la campaña Stop Killer Robots (Alto a los Robots Asesinos), lanzada oficialmente en Londres el 23 de abril por una coalición de ONG, organiza una conferencia de prensa en la sede europea de las Naciones Unidas para promover la prohibición de este tipo de armas, a través de un proceso similar al que dio lugar a la Convención sobre la prohibición de las minas antipersonal, en vigor desde 1999. Solamente que esta vez, y esto es una primicia, la prohibición buscada concierne armas que aún no existen.

“Los sistemas semiautomáticos, como los drones, son controlados y pilotados por seres humanos, incluso a distancia. A través de la interpretación, es posible aplicar las reglas existentes del DIH. De manera contraria, los sistemas de combate completamente autónomos alejan cada vez más al hombre de la máquina”, subraya Andrea Bianchi, profesor del Instituto Universitario de Altos Estudios Internacionales y de Desarrollo (IHEID).

Humanos, fuera de circuito

En su informe, Christof Heyns va en la misma dirección: “Habida cuenta de la aceleración del ritmo al que se desarrollan las guerras, los hombres, en algunos aspectos, se han convertido en el eslabón más débil del arsenal militar y son retirados del proceso de toma de decisiones”.

Experto en temas de seguridad, Alexandre Vautravers estima que estamos lejos de esa situación. “Tenemos que hacer un balance entre lo sensacional y los sistemas que son asistidos o que disponen de una cierta autonomía. Por ejemplo, algunas municiones buscan, con diferentes sensores y sin operador, vehículos blindados u otros blancos merced a diferentes algoritmos: se habla de armas fire and forget (dispara y olvida). Si el misil no encuentra su objetivo -en la ocurrencia, vehículos o radares-, se autodestruye. Hay que saber que ese tipo de  programas informáticos existe desde hace más de 20 años.

Hoy contamos con sistemas que pueden organizarse entre sí, como volar en enjambre para proporcionar una cobertura de radio a través del relevo, o un campo de visión completo de un espacio particular. La Escuela Politécnica Federal de Lausana (EPFL) tiene laboratorios que trabajan en ese tipo de sistemas. Pero Terminator no está por llegar. Sobre todo porque los presupuestos militares en los países más avanzados en este campo, empezando por Estados Unidos, se reducen”.

En su informe, Christof Heyns estima que es urgente reglamentar. “La tecnología evoluciona de forma exponencial y nadie puede predecir el futuro con certeza. Además, es casi imposible determinar hasta qué punto estamos listos para utilizar robots totalmente autónomos. (…) Según sus documentos militares, algunos Estados disponen de programas de desarrollo de armas  robotizadas aéreas, terrestres y navales dotadas de una autonomía más o menos grande a los que se asignan sumas importantes”.

El ejército suizo tiene la intención de dotarse de nuevos drones de observación no armados para reemplazar aquellos que utiliza desde 2001, los drones ADS 95 Ranger.

Según Armasuisse, el centro de competencia de la Confederación Suiza para la adquisición de sistemas complejos de armamento, dos sistemas de drones de los fabricantes israelíes son considerados: Israel Aerospace Industries Ltd (IAI) y Elbit Systems (Elbit).  

“La evaluación debe concluir a mediados de 2014, lo que permitirá elegir entre los dos sistemas. Suiza no participa en el desarrollo de esos sistemas”, precisa a swissinfo.ch François Furer, portavoz de Armasuisse.

Por su parte, RUAG, empresa del sector de la defensa y aeroespacial, 100% propiedad de la Confederación, participa en el programa nEUROn dirigido por la firma francesa Dassault Aviation, un prototipo de dron de combate en parte autónomo.

“RUAG se encarga de las pruebas a baja velocidad en túneles aerodinámicos, y las interfaces entre la plataforma y los armamentos”, precisa el fabricante francés en su web.

Aujourd’hui, nous avons des systèmes qui peuvent s’organiser entre eux, comme de voler en essaim pour fournir une couverture radio par le biais de relais, ou un champ de vision complet d’un espace particulier. L’Ecole polytechnique fédérale de Lausanne (EPFL) a des laboratoires qui travaillent sur ce genre de système. Mais Terminator n’est pas prêt d’arriver. D’autant que les budgets militaires dans les pays les plus avancés dans ce domaine, à commencer par les Etats-Unis, sont revus à la baisse.»

Dans son rapport, Christof Heyns estime, lui, qu’il est urgent de réglementer. «La technologie évolue de façon exponentielle et nul ne peut prédire l’avenir de façon certaine. Aussi, est-il quasiment impossible de déterminer à quel point nous sommes prêts à pouvoir utiliser des robots totalement autonomes. (…) D’après leurs documents militaires, un certain nombre d’États disposent de programmes de développement d’armes robotisées aériennes, terrestres et navales dotées d’une d’autonomie plus ou moins grande. Des sommes importantes sont allouées à cette fin. »

Guerra perpetua

Una cosa es segura. La guerra cambia de naturaleza. Y eso, desde la entrada en escena de los drones a principios de los años 90.

“La experiencia con los vehículos aéreos de combate sin piloto ha demostrado que este tipo de tecnología militar se puede utilizar fácilmente fuera de los campos de batalla reconocidos. El peligro en este caso sería el de considerar el mundo como un vasto campo de batalla perpetua”, teme Christof Heyns.

El desarrollo de la robótica, por su propia naturaleza, es por lo general difícil de reglamentar, especialmente en el campo del control de armas. Además, hay una continuidad importante entre las tecnologías militar y no militar. Una misma plataforma robótica puede tener aplicaciones civiles y militares, y puede ser utilizada con fines no letales o ser dotada con una capacidad letal”.

Por esa razón, Andrea Bianchi pide un debate en profundidad sobre estos temas. “Sería bueno reunir a los diferentes actores de este dossier -no solamente el CICR, las Naciones Unidas, EE.UU., sino también científicos y expertos en DIH-, para una reflexión lo más honesta posible. El progreso tecnológico es tal que el DIH no puede permitirse quedarse atrás”.

El primer efecto que se puede esperar de la campaña Stop Killer Robots: la apertura de un debate público sobre un tema reservado hasta ahora a los expertos y los responsables del gran silencioso: el ejército .

Traducción, Marcela Águila Rubín

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