Perspectivas suizas en 10 idiomas

No más que la mujer de un refugiado húngaro

Para ella, el trabajo en la fábrica, para su pareja, los estudios. swissinfo.ch

La escritora Agota Kristof es la única aún en vida de las 10 personalidades incluidas en el libro ‘Refugiados ilustres en el exilio suizo’.

El éxodo húngaro de 1956 incluía a “intelectuales, obreros e incluso, a veces a mujeres”, comentan las autoridades suizas de la época.

La política humanitaria de Suiza fue esculpiéndose durante el siglo pasado con aciertos y desaciertos. Estos últimos se reconocen, sobre todo, de la época del Holocausto.

Tuvo que ocurrir la persecución nazi para que la sociedad helvética posteriormente tomase posición ante los acontecimientos que transformaron a la Europa de la posguerra.

Suiza no disponía aún de una ley de asilo propiamente dicha. Sus criterios para recibir a un extranjero se basaban en la legislación para otorgar los permisos de residencia.

Y en Ginebra apenas surgía la Convención para los Refugiados de Naciones Unidas, que Suiza ratificó en 1955.

En ese contexto de la Guerra Fría, las tropas rusas ocuparon Hungría en 1956.

“Sea cual sea el momento histórico, la política de asilo nunca es neutra”, explica Isabelle Schenker, de la Oficina Federal de Refugiados (OFR) en Suiza, que aborda el caso húngaro en el nuevo libro ‘Refugiados ilustres en el exilio suizo’.

Análisis de una mujer sobre el trato a otra mujer

Schenker desmenuza el trato dado a una mujer, una de las aproximadamente 11.000 personas que acogió Suiza de los 200.000 húngaros que abandonaron su país tras la acometida rusa.

‘Agate’, ‘Agathe’, ‘Agatha’, ‘Agota’… ‘Agota Kristof’ es el nombre de “la mujer de un refugiado que ingresó en Suiza” y quien figuró de manera secundaria en el expediente de su esposo.

En pocos documentos oficiales de la época está escrito su nombre de forma correcta, advierte Schenker en su análisis sobre Kristof, ahora una celebridad en el mundo de la literatura francófona.

Un informe del entonces Departamento Federal Militar-encargado de organizar los campos de acogida de los refugiados húngaros- habla de las mujeres en estos términos: “La calidad de las personas es muy variada: intelectuales, obreros e incluso, a veces mujeres”.

Schenker explica el contexto de Suiza en aquel momento: Está por concluir la década de los 50, cuando aún el electorado helvético, compuesto sólo por hombres, rechazó el 1º de febrero de 1959, (66.9%), el derecho al sufragio femenino. Un reflejo de lo que, en ese momento, era la sociedad helvética.

Inimaginable en ese entonces por las autoridades suizas que esa mujer de 21 años, que llegó con su bebé y su esposo a Suiza, se convirtiera 40 años después en una celebridad de la literatura en francés, uno de los idiomas del país que la recibió.

Soledad… suicidios

“Estoy muy sorprendida de estar en el libro”, comenta a swissinfo la propia Agota Kristof, quien habita desde hace 48 años en Neuchâtel.

Kristof es de respuesta corta. ¿Cómo salió de Hungría? “Fue muy difícil cruzar la frontera, los controles eran muy rígidos. Cruzamos ilegalmente la línea fronteriza con Austria y nos dirigimos a Viena. Éramos unas 20 personas”.

En Suiza, el cantón que acogió a Kristof fue Neuchâtel. “No hablaba ni francés, ni alemán, mi marido sí. Él gestionó todos los trámites”.

Y él fue quien tuvo la posibilidad de estudiar en la universidad mientras que Agota debió trabajar 5 años como obrera en una fábrica.

“Estaba siempre enferma. Tenía al bebé y debía levantarme a las 5 de la mañana. Regresaba a las 5 de la tarde para hacer la limpieza. Fue verdaderamente duro.”

No saber hablar francés, el idioma local, le impedía tener contacto con la gente.

“Hubo muchos suicidios. Conocí a cuatro húngaros que estaban en el mismo sitio que yo, que se suicidaron durante los primeros años de haber llegado, porque no soportaron la soledad y el trabajo era muy duro”, recuerda.

Integración luego de 20 años

Fue sólo en la década de los 70 que Kristof se sintió integrada en el país, comenta tras unos segundos de reflexión.

Determinante para ella fue el dominio de la escritura del idioma local, que le permitió pasar de los versos en húngaro, comenzados en su tierra natal, a las obras de teatro y sus novelas en francés.

‘El gran cuaderno’, ‘La prueba’, ‘La tercera mentira’ y ‘Ayer’ figuran entre los títulos de Kristof, quien obtuvo en 2001 el premio suizo Gottfried Keller y le hizo tener un nombre destacado en la literatura en francés. Algunas de sus obras se han traducido en más de 30 idiomas.

Para Schenker -como para los otros 10 funcionarios que participaron en el libro-, hurgar en la historia de la política de asilo fue “una tarea que nos obligó a reflexionar sobre nuestro trabajo”.

Algo que “nos permite tener más apertura y reconocer la evolución y la tradición de Suiza en materia de asilo”. Y por otra parte, reconocer que detectar los potenciales de los refugiados puede ser de gran ayuda en su camino a la integración.

“Suiza es diferente de otros países, tenemos un sistema de integración muy desarrollado para permitir a los refugiados integrarse en el país, encontrar empleo y poder ser financieramente autónomos”, explica.

Schenker, licenciada en Letras y traductora, se encarga, justamente, en la OFR de asesorar en los programas de aprendizaje de idiomas para los refugiados.

Y ella, tras concluir su investigación de Kristof, ya no mira de la misma forma a los expedientes que llegan a su escritorio, pues sabe que, con ellos, se decide el destino de muchas personas.

Ver en MÁS SOBRE EL TEMA: ‘Refugiados ilustres en el exilio suizo’

swissinfo, Patricia Islas Züttel

Suiza tenía unos 10.000 refugiados en 1954.

A finales de 1956, eran más de 20.000.

La ocupación rusa de Hungría provocó el éxodo de 200.000 personas.

Entre 11.000 y 14.000 húngaros llegaron a Suiza.

El trato que las autoridades suizas otorgaron a Agota Kristof comprende una de las 10 investigaciones del libro recién publicado, ‘Refugiados ilustres en el exilio suizo’

Difícil el camino de una refugiada, en un país donde sólo la voz masculina decidía.

En febrero de 1959, la ciudadanía suiza (sólo hombres) rechazó el derecho de voto de las mujeres.

El sufragio femenino se introdujo finalmente en Suiza en 1971.

Agota Kristof nació en Csikvand, Hungría el 31 de octubre de 1935.

El 8 de diciembre de 1956, a los 21 años, entró a Suiza con su primer esposo e hija.

Obras principales:
’El gran cuaderno’
‘La prueba’
‘La tercera mentira’
‘Ayer’

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