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Normas de origen: respuesta a la globalización

Hasta ahora 16 productos están inscritos en el registro federal de normas de origen, entre ellos los quesos. swissinfo.ch

Con un poco de retraso, Suiza se dota de los certificados de Denominación de Origen Controlada (AOC) e Indicación Geográfica Protegida (IGP).

Son normas europeas que garantizan a los consumidores la procedencia de productos agroalimentarios tradicionales.

Las primeras experiencias son positivas, estas normas han permitido aumentar las ventas. La Denominación de Origen Controlada (AOC) garantiza que cada etapa de producción y de transformación se efectúa en una determinada región geográfica.

La Indicación Geográfica Protegida (IGP) certifica que al menos una de las fases de producción tuvo lugar en una región geográfica determinada.

Para los vinos, en Suiza este indicativo fue introducido en algunas regiones vinícolas a comienzos de los años ’90. Pero hasta hoy, la aplicación de la reglamentación federal deja que desear y no ha sido adoptada por todos los cantones.

Después del vino, el certificado de normas de origen ha sido extendido a otros productos agroalimentarios helvéticos. Este documento garantiza de que los productos son fabricados totalmente en las regiones de origen, respetando los criterios precisos de calidad.

Primero los quesos

El primer representante de la cultura gastronómica suiza fue el queso de los Alpes de Etivaz, en el cantón de Vaud, registrado en el 2000. Se trata de un queso con un leve sabor a avellana, ahumado con leña de abeto rojo.

Desde entonces, otros once productos tradicionales recibieron el derecho de poner en sus productos y negocios que los venden el certificado de Denominación de Origen Controlada. Entre ellos, el delicioso queso ‘Vacherin Mont d’Or’, que se funde primero en el plato antes de llegar a la boca y el ‘Mund’, un sabroso queso de los Alpes del Tesino, aromatizado con zafrán.

Otros productos, como la carne seca de los Grisones y del Valais recibieron el certificado de Indicación Geográfica Protegida (IGP), que significa que a pesar de respetar las reglas tradicionales de producción, no toda la materia prima o la transformación proviene o es realizada en la región.

Muchas ventajas

Las ventajas de los certificados son muchas. Sobretodo para los consumidores. “Son los propios productores que fijan los niveles de calidad de sus productos”, señala Fréderic Brand, responsable del registro de normas en el Ministerio suizo de Agricultura.

Los fabricantes también se benefician con estas denominaciones de origen, pues sus productos ganan en prestigio y las ventas aumentan. Es el caso del ‘Vacherin Mont’Or’ que el año pasado incrementó sus ventas en un 20%.

Proceso costoso

El interés en este tipo de registros de normas es también jurídico, porque impide la falsificación y la imitación de los productos con denominación de origen o indicación geográfica. La eliminación de las barreras arancelarias permite además que estos productos sean vendidos en mercados lejanos.

Para salvaguardar este aspecto típico protegido, la producción debe cumplir con una serie de criterios a veces onerosos. Es el caso de los Alpes de Etivaz, donde las vacas deben ser alimentadas sólo con pasto para que el queso no pierda el gusto de la flora alpina. La transformación de la leche en queso se realiza en fogones de leña.

“Al comienzo, muchos productores no comprendían por qué valía la pena hacer tantos esfuerzos, incluyendo los financieros, pero hoy en día -con el certificado-, han tomado conciencia del valor de sus productos”, explica Jacques Henchoz presidente la Asociación de promoción de las marcas de origen.

Suiza está atrasada

En Francia, los agricultores comprendieron temprano la importancia de las normas de origen. Fue introducida por primera vez en 1935 para proteger los vinos de las falsificaciones.

La Unión Europea adoptó el modelo francés en 1992, año en que fue introducida la libre circulación de mercancías entre sus 15 miembros.

Casi 700 productos, sin tomar en cuenta los vinos, están registrados con certificados de normas de origen o de indicación geográfica protegida.

En Suiza, la necesidad de estos certificados no se hizo sentir mientras la agricultura gozaba de proteccionismo y de subvenciones estatales. Las cosas cambiaron con la inevitable apertura de los mercados, fruto de las negociaciones internacionales en el marco de la Organización Mundial del comercio (OMC), a comienzos de los años ’90.

Entretanto, se hace casa vez más difícil luchar contra las imitaciones al interior mismo de Europa. Es el caso de los quesos Gruyere y Emmental.

Suiza, al no ser parte de la Unión Europea, deberá encarar negociaciones difíciles para conseguir que sean aceptadas sus normas de origen, tema sobre el cual tampoco existe un acuerdo entre los propios miembros de la UE. Es el caso del quesillo llamado ‘Feta’, cuyo origen reclaman varios países.

swissinfo, Armando Mombelli
(Adaptación: Alberto Dufey)

Las normas de origen y de protección geográfica garantizan al consumidor productos típicamente regionales.

En 1935, Francia introduce por primera vez las normas de origen para proteger sus vinos de las falsificaciones.

En 1990, los certificados se extienden a otros productos agroalimentarios.

En 1992, la Unión Europea adopta el modelo francés.

En el 2000, Suiza otorga el primer certificado a la región de Etivaz, (cantón de Vaud).

En el 2004, 16 productos suizos poseen certificación de origen o denonominación geográfica protegida.

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