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¿Orban en potencia o Macron alpino? Sebastian Kurz divide a los austriacos

Un cartel electoral del canciller austriaco y secretario de Estado para el Partido Popular austriaco (OVP), Sebastian Kurz, fotografiado en Viena el 24 de septiembre de 2019 afp_tickers

Sebastian Kurz, el conservador que parte como gran favorito para las legislativas anticipadas del 29 de septiembre en Austria, genera sentimientos extremos en el país que ha gobernado durante 18 meses con la ultraderecha.

Con 24 años, fue nombrado Secretario de Estado para el Partido Popular austriaco (OVP) y con 31, llegó al cargo de canciller. Su ascenso fulgurante en la política austriaca hace que muchos lo vean como un «Macron de los Alpes», un proeuropeo que resucitó a una derecha en el olvido. Pero otros creen que no es más que un «Orban en potencia», un dirigente demagogo y autoritario.

«En cualquier caso, ya no es un demócrata-cristiano clásico», señala el analista Johannes Huber. «Como un empresario, ve lo que la mayoría de la gente quiere y se lo ofrece».

En 2017, formó una coalición con el controvertido partido FPO, fundado por exnazis, que acabó siendo derrocado por el parlamento en mayo tras el escándalo del «Ibizagate».

En un video publicado en mayo por medios alemanes, se ve al jefe del FPO proponiendo participaciones en mercados públicos a una mujer, que afirmaba ser la sobrina de un oligarca ruso, a cambio de un apoyo financiero.

El caso tuvo una fuerte repercusión internacional pero no restó popularidad a Kurz entre quienes lo consideran una verdadera oportunidad para Austria. Los sondeos estiman que tiene un 33% de intenciones de voto en las legislativas, en las que quedaría en primera posición.

«Tiene carisma, resplandece», declaró entusiasmada Inge Grzesicki, una jubilada de unos 60 años, durante un mitin en Baden, a las puertas de Viena.

«¿Debemos seguir bajando los impuestos, combatiendo la burocracia y protegiendo las fronteras?», lanzó el joven, de 33 años y pelo engominado peinado hacia atrás, ante unos 250 personas vestidas de turquesa, el color del partido.

– «Sankt-Sebastian» –

Como en 2017, cuando se puso al frente del OVP para convertir la formación en un «movimiento» que gira en torno a su imagen, el fervor de sus simpatizantes es evidente.

Maria Ehrenhofer, una jubilada de 66 años, cree que es alguien «dinámico». «Hace lo que dice y lo que dice está bien», sostuvo.

«Da un impulso a la República», afirmó Johannes Hotschke, un empresario de 61 años, que alabó su voluntad de reforma.

Según Johannes Huber, el éxito de Sebastian Kurz descansa, sobre todo, en su «arte perfectamente controlado de la retórica. Su indumentaria es siempre impecable y encarna la estabilidad».

Un conjunto de cualidades promocionadas en una biografía autorizada que se publicó en septiembre, tan elogiosa que provocó burlas en las redes sociales.

La autora detalla en la obra, con un estilo de novela rosa, las virtudes de un «Sankt-Sebastian» (San Sebastián), que dijo «sus primeras palabras en el duodécimo mes» de vida, lleno de «valentía» en la adolescencia, hoy «abierto», «a la escucha» y «trabajador».

Esta «Kurzmanía» irrita a sus opositores, que cada jueves se manifiestan en el centro de Viena en contra de que vuelva a asumir el poder con el apoyo de la ultraderecha.

– «Populista de derechas» –

«Antes, el OVP era un partido cristiano-social, pero Sebastian Kurz lo hizo derivar hacia un populismo de derechas», denunció Paul Benteler, un estudiante, en medio de una marcha de unos miles de personas.

«No respeta al parlamento», sostuvo Wolfgang Schebeczek, físico, que lo acusó de plagiar a los nacionalistas. «Todavía no es el primer ministro húngaro [Viktor Orban], pero puede tomar esa dirección».

Incluso su predecesor al frente del OVP, Rienhold Mitterlehner, considera que el gobierno Kurz «transformó una Austria plural en una sociedad replegada en sí misma».

Por otro lado, las relaciones de Kurz con la prensa también son tensas. Dedicó unas duras palabras al semanario Falter (progresista), que publicó las cuentas de su formación y reveló que a su peluquero le pagaban hasta 600 euros por cada corte de pelo y que uno de sus asesores cobraba 33.000 euros al mes.

El OVP denunció a la publicación, a la que Kurz acusó de «difundir documentos falsificados».

El favorito para los comicios ha sabido instalar un «enfrentamiento cultural» entre el campo, donde se encuentra el núcleo de su electorado -anciano en su mayoría, católico y próspero- y Viena, cosmopolita, más joven y caricaturizada como un gueto de aprovechados, según Johannes Huber.

«Siempre me cruzo a gente que me dice que se siente extranjera en el país en el que nació», afirmó Sebastian Kurz en Baden, prometiendo «seguir combatiendo la migración ilegal».

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