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Pérez Esquivel: En Honduras, la mano de EE UU

Reuters

Sobreviviente de la dictadura militar argentina, el Premio Nobel de la Paz afirma desde Suiza y sin asomo de duda que "los golpes de Estado en América Latina sólo se producen con el consentimiento de Estados Unidos".

Advierte que el putsch en Honduras, cuyo gobierno de facto ha incrementado la represión, “afecta a todo el continente”, y lamenta que Barack Obama, “una persona de buena voluntad”, haya llegado “al Gobierno pero no al poder”.

“¿Cómo puede ser que después de todo este tiempo se produzca un golpe de Estado en Honduras y volvamos a la dictadura, las cárceles, la violencia, la muerte?”, inquiere el militante pacifista.

Para él, la asonada militar contra el gobierno democrático de Manuel Zelaya es una evidencia más de que “las dictaduras militares latinoamericanas se fueron, pero se quedaron sus mecanismos represivos”.

“Creímos que con Obama se iba a dar una política diferente de Estados Unidos hacia América Latina. Pero Obama llegó al Gobierno, no al poder. No controla el Pentágono, la CIA.. Y eso es muy grave porque Obama es una persona de buena voluntad”.

De visita en Suiza, antes de viajar a Italia para impulsar la creación de un Tribunal Penal Internacional del Medio Ambiente, el presidente de la Fundación Servicio Paz y Justicia (SERPAJ) se reunió con representantes de organizaciones asociadas y dictó una serie de conferencias.

En la Casa Romero, institución cuyo nombre honra al arzobispo salvadoreño asesinado por su defensa de los derechos humanos y, a la sazón, amigo de Pérez Esquivel, habla sobre la deuda pendiente de reconciliación en América Latina tras las dictaduras militares.

“La reconciliación, dijo, no tiene nada qué ver con el olvido. Los pueblos que olvidan cometen los mismos errores”. Y tampoco es un proceso que se dé a cualquier precio. “Sería imposible una reconciliación con (Alvaro) Uribe (presidente de Colombia) o (George) Bush, (ex mandatario de EE UU), que apuestan a la violencia y a la muerte”.

El proceso de reconciliación, puntializa, exige el cumplimiento del derecho a la verdad y a la justicia. Y para llegar al perdón, la víctima requiere el arrepentimiento del victimario y una reparación. Sin ésta última se incurre en la impunidad y la impunidad impide la reconciliación.

Diálogo con los verdugos

En ese tenor, habla del proceso de diálogo que emprendió en Buenos Aires con representantes de las Fuerzas Armadas de Argentina, de la Marina, una de las más sangrientas en los tiempos de la represión. Son otra generación, precisa, pero asumen la responsabilidad como institución. “Uno de ellos me dijo: llevamos una mochila muy pesada que cargaron los que nos precedieron”.

Didáctica, su exposición revela su vena pedagógica, pero también el profundo compromiso social desde su visión cristiana. “Jesús dice que si alguien nos da una cachetada, pongamos la otra mejilla. Es decir, que no seamos estúpidos y que evitemos responder un mal con otro mal, porque sólo crearemos más males”.

Con su bandera pacifista, este profesor de la Universidad de Buenos Aires ha dedicado su vida a la defensa de los grupos más desamparados: las Madres de la Plaza de Mayo, los niños de la calle, los indígenas espoleados… Su compromiso le ha valido la cárcel, la tortura y el exilio, pero nunca ha bajado la guardia.

Tribunal penal contra delitos ambientales

Porfiado combatiente de los derechos humanos, el Premio Nobel de la Paz (1980) no abandona las trincheras. A los 78 años lanza una nueva cruzada: la creación de un Tribunal Penal Internacional sobre el Medio Ambiente.

En entrevista con swissinfo.ch al término de su conferencia, abunda en el tema: “Las grandes empresas trasnacionales son un poder sobre los Estados e imponen su política a los Gobiernos”.

Tras su visita a Suiza, Adolfo Pérez Esquivel se reunirá en la Academia de Ciencias de Venecia con más de un centenar de científicos del mundo entero para forjar las bases de esa nueva institución.

Pleno de bonhomía, este arquitecto, escultor y pintor que comenzó su lucha por la vida con la venta de periódicos en las calles de Buenos Aires cuando apenas tenía 10 años, y que desde entonces no ha bajado las armas, abunda sobre la conducta de esas firmas que carecen de rostro y que imponen un nuevo desafío a los pueblos.

“Las trasnacionales actúan independientemente de cualquier Gobierno. Si un país no les conviene se van a otro. Van explotando así los recursos de unos y otros y provocando desastres naturales y sociales. No tienen bandera ni sentido de integración, de patria o identidad, su única identidad es el dinero”.

Por ello -urge el laureado profesor-, es necesario incluir en el Estatuto de Roma los crímenes contra la Naturaleza y acabar con la impunidad de esas empresas.

América Latina, “entre la angustia y la esperanza”

Generoso, el arquitecto de la ‘Década por la cultura de la paz y la no violencia’ habla a swissinfo.ch de América Latina, “que vive entre la angustia y la esperanza”, y de su gran capacidad de resistencia y organización. De sus fuertes movimientos sociales emergentes indígenas y femeninos. De las mujeres que han asumido un papel cada vez más decisivo, de los crecientes espacios que han conquistado.

Revela su preocupación por los “feroces ataques” de los medios de comunicación contra el presidente Hugo Chávez, que ha logrado erradicar el analfabetismo y dotar a los más necesitados de mejores condiciones vida; de las agresiones contra el primer presidente indígena de Bolivia, Evo Morales.

“Los quieren hacer pasar como dictadores y de eso no tienen nada”, enfatiza.

Se refiere también a Cuba y califica a Fidel Castro del “más grande estadista que hoy tiene el mundo”. Caracteriza como una infamia el bloqueo que Estados Unidos se obstina en mantener en torno a la isla y que impide a La Habana corregir lo que es menester al interior del país.

Su repaso por la región del Sur del Río Bravo incluye también la violencia que vive México y el tráfico de las drogas, Atribuye la posibilidad de un fenómeno semejante a la existencia de complicidades y a una demanda que no cesa en Estados Unidos.

Washington pretende que con las bases militares en Colombia hará frente al narcotráfico. “Es falso. Ese mercado no se combate con acorazados. ¿Por qué no utiliza esos recursos para evitar el consumo de drogas en el interior de su país? Lo que Estados Unidos quiere es tener una presencia regional que le permita actuar según sus intereses”.

Con todo, Adolfo Pérez Esquivel invita a buscar signos de esperanza y a establecer un nuevo contrato social, con base en el fortalecimiento de las instituciones multilaterales, y que permita perfilar nuevos paradigmas de vida.

Después de todo, concluye, “recogemos lo que sembramos: si sembramos la violencia, recogeremos más violencia, si tenemos la capacidad de sembrar la paz, vamos a conseguir un mundo mejor”.

Marcela Águila Rubín, swissinfo.ch

Arquitecto, escultor, pintor, escritor y profesor, nace el 26 de noviembre de 1931 en la capital argentina de Buenos Aires.

En los años 1960 comienza su trabajo con grupos latinoamericanos cristianos pacifistas.

En 1974 renuncia a su trabajo docente y coordina una red de comunidades latinoamericanas para promover la liberación de los pobres a través de la no-violencia.

Tras el golpe de Estado militar de Jorge Rafael Videla en Argentina en 1976 y la represión posterior, contribuye a la formación y financiación de enlaces entre organizaciones populares para defender los Derechos Humanos y apoyar a los familiares de las víctimas de la dictadura.

Funda el ‘Servicio de Paz y Justicia’ como instrumento para la defensa de los derechos humanos mediante una campaña internacional de denuncia de las atrocidades del régimen militar.

En 1975 es detenido por la policía militar brasileña; encarcelado en 1976 en Ecuador junto con obispos latinoamericanos y estadounidenses; y en 1977, en Buenos Aires, es arrestado por la Policía Federal Argentina, torturado y retenido sin juicio durante 14 meses.

Durante su encarcelamiento recibe, entre otras distinciones, la Memoria de Paz del Papa Juan XXIII.

En 1980 recibe el Premio Nobel de la Paz por sus esfuerzos en defensa de los Derechos Humanos.

Realiza un intenso trabajo de denuncia por la mayor parte de países de Iberoamérica, Estados Unidos y Europa, sobre los crímenes contra los derechos humanos en el continente americano.

A su iniciativa obedece el inicio de procesos penales contra la dictadura militar argentina en Italia, España y Alemania.

Desde 2003 es presidente del Consejo honorario de la Fundación Latinoamericana del Servicio de Paz y Justicia y de la Liga Internacional para los Derechos Humanos y la Liberación de los pueblos, con base en Milán, Italia, y miembro del Tribunal Permanente de los Pueblos.

Es miembro del Comité de Honor de la Coordinación internacional para el Decenio de la no-violencia y de la paz. Es también presidente honorífico de la Fundación Universitat Internacional de la Pau de Sant Cugat del Vallés (Barcelona).

Desde 2004 forma parte del Jurado Internacional del Premio de Derechos Humanos de Nuremberg, que cada dos años otorga un premio a organizaciones o personas que se destacan en la promoción y defensa de los derechos humanos en el mundo, aun con el riesgo de su propia vida.

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