Trump y el riesgo de explosiones sociales
La ya difícil situación de México y América Central, con importantes niveles de pobreza y de violencia y una gran dependencia económica de las remesas de sus trabajadores en Estados Unidos, podría volverse dramática merced a la política migratoria de Donald Trump, advierte el obispo guatemalteco Alvaro Ramazzini desde Berna.
“Es un momento particular de expresar la caridad y la solidaridad con los refugiados”, enfatiza el prelado al exhortar una mayor solidaridad de Suiza y de Europa en general.
De visita en la Confederación a invitación de las ONG Guatemalanetz, Acción Cuaresmal de Católicos y Pan para el Prójimo, Ramazzini manifiesta su temor de que las condiciones actuales puedan derivar en nuevas explosiones sociales al sur de Estados Unidos.
swissinfo.ch: ¿Cuál es la realidad cotidiana en su diócesis, en el departamento de Huehuetenango con casi 900 mil personas, en su mayoría indígenas y campesinos?
Álvaro Ramazzini: Hay mucha pobreza y una lucha diaria por la sobrevivencia. El año pasado hubo muy escasas lluvias y se perdió una parte de las cosechas – en particular de maíz, producto esencial de la dieta diaria-. Mucha gente pasa hambre, lo que motiva el sueño creciente de emigrar hacia el norte como forma de escape de la difícil realidad cotidiana.
swissinfo.ch: El sueño de emigrar, justo en momentos en que el Gobierno de Donald Trump busca ampliar el muro que separa a su país de América latina e intensifica las deportaciones…
A.R.: Si el Señor Trump cumple con lo que ha anticipado a nivel migratorio, puede ser dramático para Guatemala. Hay que pensar que en el 2016, las remesas enviadas por los migrantes guatemaltecos que trabajan en Estados Unidos ascendieron a más de 6 400 millones de dólares. Si el país no se ha colapsado es en gran parte gracias a esos ingresos. Si se reducen, cortan, o se le aplican los impuestos en discusión, las consecuencias serán nefastas. Nuestra situación social actual, si se une a la de El Salvador, Honduras y a la de México, puede incluso anticipar nuevos focos de conflictos civiles. Tal vez tengo una mirada muy pesimista, pero las señales actuales no son buenas y el cierre migratorio tendrá consecuencias impensadas.
swissinfo.ch: ¿Una región que exige cambios profundos?
A.R.: En la Iglesia Católica, tanto en Guatemala como a nivel regional, lo estamos advirtiendo porque las señales son muchas y preocupantes Mi país exige cambios económicos y del sistema de justicia inmediatos. No se ve que el poder Ejecutivo ni los congresistas den respuestas a esas prioridades y exigencias.
swissinfo.ch: En diciembre de 2016 se celebraron los 20 años de la firma de los Acuerdos de Paz que pusieron fin a casi cuatro décadas de guerra interna con al menos 200 000 muertos y medio millón de exiliados. ¿Desde la coyuntura actual, cuál es su balance del cumplimiento de esos acuerdos?
A.R: Estamos viviendo un momento de mucha tristeza. Incluso con algunas señales casi peores que durante el mismo conflicto: mucha violencia; tasa de homicidios altísima; un país que sufre la presión de las maras (bandas juveniles violentas), como sucede también en El Salvador y Honduras. Y un Estado muy debilitado. Pienso que no se cumplió ni un 25% de lo previsto en los Acuerdos. Hay muchos factores que pueden explicarlo. Uno de ellos es que el empresariado solamente participó en la negociación como observador, y no podemos olvidar que el poder político está dominado por el económico.
swissinfo.ch: Regresemos a la situación actual…
swissinfo.ch: Nos referimos a un presente sumamente complejo. Todo este modelo de globalización crea en mi país niveles crecientes de desempleo, sin oportunidades reales para una gran parte de la juventud. Se pone énfasis total en el modelo agroexportador de ciertos productos agrícolas, como el azúcar, bananos, café etc, con agriculturas intensivas que no resuelven el problema de la pobreza. A todo ello se agrega un Estado sumamente debilitado; la corrupción creciente y el aumento del crimen organizado ligado a la droga determinan un panorama difícil. Los Acuerdos intentaban, parcialmente, replantear el modelo económico.
swissinfo.ch.: ¿Una gran frustración?
A.R.: Para una mayoría, sí. Para ciertos grupos campesinos organizados, como las comunidades en resistencia o los que lucharon por el acceso a la tierra, ha sido más positivo, debido a que las fuertes movilizaciones sociales lograron la condonación de la deuda que tenían con el Fondo de Tierras. Pero no se logró reestructurar dicho fondo. Para el gran empresariado estas décadas han sido buenas, especialmente para el sector azucarero: Guatemala es el cuarto productor mundial de ese producto.
swissinfo.ch: ¿A pesar de la complejidad, existen señales de esperanza?
A.R.: Varias. La primera, la creación de un nuevo partido político con movimientos y organizaciones sociales, que participó en las últimas elecciones. Si bien los resultados fueron negativos, puede tener perspectivas de cara a las próximas elecciones si se hacen correcciones y se renueva la dirigencia. Otro elemento importante, la reivindicación del territorio por parte de las comunidades indígenas. Aunque debemos orientarlas para evitar divisiones y cualquier discurso violento. Un elemento importante es la preocupación creciente del empresariado por la situación del país. Nos reunimos hace tres meses con la dirigencia del CACIF (central empresarial) y sentimos esa inquietud y una apertura al diálogo social. No menos importantes son los procesos de investigación en curso promovidos por el Ministerio Público y la CICIG (Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala). Aunque se debe seguir con un gran criterio para evitar posibles excesos.
swissinfo.ch: ¿Cuál es la posición de la Conferencia Episcopal?
A.R.: Mantenemos nuestra actitud de denuncia y de invitación al diálogo entre todos los sectores. Nos proponemos como puentes de comunicación para fomentar los encuentros. Estamos siempre en las luchas para acompañar al pueblo, tratando de reorientar a aquellos que hablan de violencia. Y nos sentimos, en esta etapa, reforzados y en sintonía con el papa Francisco. Lo que él piensa y dice es lo que siempre hemos pensado nosotros y una gran parte de la Iglesia latinoamericana. Lo importante es que ahora ese pensamiento se hace público y es común para la Iglesia universal.
swissinfo.ch: ¿Qué espera en esta etapa de la comunidad internacional? ¿Qué tipo de solidaridad?
A.R.: Hay un aspecto central. Me refiero a todo el aporte desde Suiza y desde Europa, para que avancen las nuevas normas de respeto a los derechos humanos y ambientales por parte de las empresas multinacionales que operan en nuestros países. Es un tema debatido y promovido desde el 2011 por las Naciones Unidas. Esto es muy importante, porque las empresas dicen que son socialmente responsables porque construyen una clínica o dan trabajo. Pero eso es insuficiente. Hay que promover una perspectiva diferente y es muy esperanzador que haya planteamientos en pro del bien común. Si la sociedad civil sigue comprometida en este sentido y el Gobierno suizo asume estos principios, le dará mucha fuerza a una visión más solidaria con nuestros pueblos.
Otro tema esencial es la apertura hacia los migrantes, los refugiados. Claro que a Suiza no llegan tantos emigrantes de mi región sino de otros países. Pero no importa. No deben tener miedo por el bienestar de las naciones más ricas. La caridad y la solidaridad deben prevalecer sobre la insensibilidad propia de un modelo de globalización que promueve la indiferencia egoísta y el individualismo extremo.
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