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Todo lo que necesita saber sobre el acuerdo eléctrico entre Suiza y la UE

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Construcción de la nueva presa de Grimsel en el verano de 2023 Keystone / Gaetan Bally

¿Pueden los embalses suizos pasar a manos europeas? Esta es una de las cuestiones que tratará el texto del acuerdo eléctrico. Pero eso no es todo.

Durante mucho tiempo, los Alpes suizos no fueron más que un obstáculo, con su terreno escarpado, imponente e intransitable. Sin embargo, en el año 1872, Suiza sentó las bases de dos importantes avances: la construcción del túnel de San Gotardo y de la primera presa de hormigón.

Para entender por qué Suiza y la UE firmaron un acuerdo eléctrico, es imprescindible echar una mirada al pasado.

El túnel de San Gotardo abrió el paso a través de los Alpes y convirtió a Suiza en la puerta entre el norte y el sur de Europa. En ese momento, todas las rutas rápidas pasaban por este pequeño país situado en el centro del continente.

Con la construcción de presas, Suiza transformó las empinadas laderas en energía eléctrica. Construyó embalses que pronto pasarían a ser los depósitos de energía de Europa. De este modo, obtuvo el control de las compuertas del mercado eléctrico europeo. Suiza había hecho de su obstáculo una ventaja.

Los comienzos fueron modestos. La primera presa de hormigón de Europa fue construida por un ingeniero suizo de 34 años en el cantón de Friburgo. Al principio, solo suministraba agua a la ciudad vecina y 300 caballos de vapor de energía mecánica para algunas fábricas.

Sin embargo, la electrificación avanzó rápidamente. En poco tiempo, los valles montañosos se llenaron de embalses que garantizaron el suministro eléctrico del país. En la actualidad, Suiza tiene la mayor densidad de embalses del mundo.

Electricidad para Milán, Múnich y Estrasburgo

Pronto quedó claro que los embalses poseían otra cualidad insuperable: no solo producían energía, sino que también la almacenaban.

A partir de la década de 1960, Suiza se convirtió así en la batería de Europa. Cuando los países vecinos necesitaban más electricidad de la que producían, Suiza generaba energía para las industrias de Milán y Múnich o para las cocinas de Stuttgart y Estrasburgo.

Un componente clave de todo ello era la red. Desde el principio, como los embalses se encontraban en lugares remotos, fue necesario transportar la electricidad a través de grandes distancias. Esta circunstancia provocó otro importante hito: en 1958, Suiza conectó su red de alta tensión con las de Alemania y Francia.

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Líneas de alta tensión en la subestación «Estrella de Laufenburg», que conecta Suiza con Alemania y Francia. Keystone / Gaetan Bally

Nacía en ese momento la red eléctrica europea. La «Estrella de Laufenburg», la gran subestación cercana a la frontera alemana, fue fundamental para la seguridad y estabilidad del suministro eléctrico en Europa durante la posguerra, porque cuanto más grande es una red o más entrelazada está, más estable resulta, ya que las cargas se distribuyen por ella de manera uniforme. En las redes eléctricas, esto es especialmente importante, ya que las irregularidades pueden provocar apagones.

Hoy en día, Suiza está unida a las redes de alta tensión de los países vecinos a través de 41 nudos de conexión. Y al igual que en 1958, Swissgrid, la operadora del sistema de alta tensión suizo, sigue gestionando las corrientes eléctricas europeas que pasan por Suiza.

Acuerdo eléctrico: acceso al mercado eléctrico europeo

El acuerdo eléctrico supone una ventaja para Swissgrid ya que permitirá a la empresa participar en la gestión de la energía junto a los socios europeos. De este modo, la empresa se vería menos afectada en el futuro por flujos eléctricos imprevistos que, en ocasiones, llegan desde Europa a la red suiza y deben ser compensados.

Estos flujos eléctricos también son una consecuencia del comercio internacional de electricidad. Según el acuerdo, Suiza podrá participar también en este ámbito en el futuro.

«El acuerdo permitirá reflejar en términos económicos y proteger jurídicamente lo que ya sucede a nivel físico», señala Jürg Grossen, presidente del Partido Verde Liberal. Según el Gobierno suizo: «El objetivo del acuerdo eléctrico es reforzar la seguridad del suministro y mejorar la estabilidad de la red».

Aún no se conocen los detalles del acuerdo eléctrico. No será remitido al Parlamento hasta 2026, y hasta el momento solo se dispone de una hoja informativa preliminar. Está previsto que el texto del tratado se publique a mediados de junio.

El trato perfecto entre la montaña y el valle

Originalmente, los embalses no estaban concebidos para abastecer a Europa, sino para satisfacer las necesidades de la industria suiza y de las ciudades situadas en las zonas más bajas, que son las que contaban con los conocimientos y los recursos financieros necesarios para construir las centrales hidroeléctricas y los embalses.

Así, fue preciso alcanzar un acuerdo entre la montaña y el valle, entre los pobres y los ricos. Las empresas eléctricas de las ciudades y, especialmente, de los cantones de las zonas bajas se encargaron de construir la infraestructura: turbinas, presas, carreteras y líneas eléctricas. A cambio, los remotos municipios montañosos cedieron sus valles y ríos, y en algunos casos, incluso aldeas enteras.

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La localidad de Zervreila, en las cercanías de Vals, que tuvo que ser reubicada en 1957 para que pudiera construirse el embalse que lleva su nombre. Landesbibliothek, Sammlung Zinggeler

El trato era justo. Se firmaron contratos de explotación. Las concesiones se negociaron, generalmente, por períodos de entre 50 y 80 años, que era el tiempo que las empresas necesitaban para recuperar sus inversiones.

Según lo pactado, la infraestructura construida quedaría después en manos de los municipios. Por ello, el momento en que expira una concesión de este tipo se denomina «reversión».

Así pues, los contratos abarcaban varias generaciones. A fin de que los municipios donde se ubicaban las instalaciones pudieran obtener beneficios también en el presente, se establecieron cánones hídricos. Las compañías eléctricas debían compensar periódicamente a los municipios de montaña por el agua que utilizaban para generar electricidad. Fue así como pueblos que antes eran pobres se enriquecieron sin tener que hacer nada, y las compañías eléctricas se volvieron cada vez más ricas. Se trataba de una situación beneficiosa para todas las partes.

¿Qué ocurrirá después de la reversión de las concesiones?

Ahora que Suiza y la Unión Europea han firmado un acuerdo eléctrico, es importante entender también este componente histórico, ya que la mayor parte de los más de 220 embalses suizos fueron construidos entre 1950 y 1970. Se acerca el momento en que las concesiones hidroeléctricas volverán a manos públicas, lo que plantea una de las grandes incógnitas del acuerdo eléctrico, dado que cuando los municipios o cantones donde se encuentran las instalaciones puedan volver a adjudicar las concesiones, surgirá la pregunta de quién podrá presentarse como candidato. ¿Podría acaso una empresa eléctrica europea acabar gestionando un embalse suizo?

Esa es la cuestión clave que se plantean los expertos en la materia en relación con el contenido del acuerdo. Se trata también de un aspecto que, en el caso de una posible consulta popular sobre el acuerdo eléctrico, se impondría casi inevitablemente como argumento.

Otra cuestión gira en torno a los cánones hídricos. ¿Podría la UE considerar que es una práctica que altera la libre competencia? ¿Llegaría incluso a intervenir en este histórico acuerdo suizo?

«El acuerdo eléctrico no incluye disposiciones sobre los cánones hídricos ni sobre la asignación de concesiones para centrales hidroeléctricas. En este sentido, se puede mantener la práctica al respecto», señala el documento informativo del gobierno federal.

Sin embargo, los detractores de la UE siguen mostrándose escépticos, porque el acuerdo eléctrico obliga a Suiza a liberalizar su mercado eléctrico. En términos generales, los proveedores europeos tienen derecho a acceder al mercado suizo.

A partir de la década de 1990, los proveedores de electricidad y los operadores de redes de Suiza se fueron privatizando gradualmente. No obstante, en el 90 % de los casos, los principales accionistas continúan
siendo, hasta el día de hoy, entidades públicas, como los cantones o los
municipios.

En 2002, el 52,6 % de las personas con derecho a voto rechazó una liberalización del mercado eléctrico suizo.

En 2009, el mercado suizo se liberalizó parcialmente. Las empresas con un consumo superior a 100 000 kWh al año pueden escoger
libremente sus proveedores de electricidad. No obstante, estas representan apenas el 0,8 % de los usuarios totales de la red. Los hogares y las pequeñas empresas siguen estando obligados, como «clientes fijos», a adquirir la electricidad de su proveedor local. 

Conforme Suiza empezó a apostar por la energía nuclear a partir de la década de 1970, cambió la importancia de los embalses, que complementaban la nueva tecnología a la perfección. Las centrales nucleares producen lo mismo día y noche, pero las personas necesitan la electricidad durante el día. ¿Qué se hace entonces con la electricidad nocturna?

Los embalses se vuelven recargables

Entran en escena las centrales hidroeléctricas reversibles, que hacen que los embalses, que actúan como baterías, se vuelvan recargables. Al igual que los embalses normales, sueltan agua cuando hay mayor demanda y el precio de la electricidad es elevado, normalmente a mediodía. Sin embargo, por la noche bombean el agua de vuelta al embalse aprovechando la electricidad barata. Es decir, son baratos de llenar y caros de vaciar: un modelo de negocio perfecto.

Tras el desastre del reactor de Fukushima en 2011, se pone en marcha la transición energética, y los embalses vuelven a demostrar su fortaleza. La producción eléctrica en Europa empieza a alterarse, ya que el viento y el sol proporcionan una electricidad fluctuante, con picos agudos y ceros absolutos, pero los embalses suavizan el ciclo diario.

Además, también hay ciclos anuales: en invierno, la naturaleza proporciona poca energía, mientras que en verano es abundante. Por este motivo, los embalses deben estar llenos en invierno. El Consejo Federal (Gobierno) determina estas reservas de invierno desde 2023, como consecuencia de la guerra de agresión rusa y la conmoción desencadenada en el suministro energético europeo.

De esta forma, el gobierno suizo garantiza que haya energía suficiente incluso a finales del invierno. Interviene en la libertad económica de los operadores energéticos, si bien es cierto que a cambio de una cuota, pero en una economía planificada.

Esto nos lleva a la última gran pregunta que debe responder el texto del acuerdo eléctrico: ¿podrá la UE decidir en el futuro el nivel que deberán tener los embalses suizos al comienzo del invierno? Esto también podría ser motivo de discusiones.

El épico debate sobre la posición de Suiza frente a la UE pronto girará en torno al azul profundo de los embalses.

No se trata solo de garantizar el suministro eléctrico de Suiza, sino de que los embalses son un símbolo importantísimo. Representan valores fundamentales como la fuerza, la pureza y la simple transparencia, pero también toda una serie de tratos perfectos.

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Vista del embalse de Limmern en Glarnerland Keystone / Gian Ehrenzeller

Editado por Marc Leutenegger. Adaptado del alemán por Cristina Esteban / CW.

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