¿Cómo llevar ayuda a Afganistán?

A medida que el nivel de liquidez se desploma en Afganistán, los bancos son invadidos por personas que intentan retirar el poco efectivo que pueden para pagar las necesidades básicas. Keystone / Stringer

Desde hace poco más de un mes, cuando las tropas estadounidenses abandonaron Afganistán, la población local lucha por cubrir financieramente sus necesidades básicas, al tiempo que los fondos extranjeros se agotan. ¿Pueden Suiza y otros países donantes construir una “relación de confianza” con los talibanes y evitar así una catástrofe económica y humanitaria?

Junto con la evacuación de soldados, ciudadanos extranjeros y grupos de afganos vulnerables, el regreso de los talibanes al poder, en agosto, precipitó la huida de donantes. Suiza, por ejemplo, evacuó a todo su personal y cerró su oficina, deteniendo de facto su presencia en un país que es prioritario en su política de cooperación bilateral para el desarrollo.

Lo anterior, sumado a la suspensión de fondos por parte del Banco Mundial, del Fondo Monetario Internacional (FMI) y de la Reserva Federal de los Estados Unidos, ha provocado un impacto de gran alcance en el país. Los salarios no están siendo pagados y el sistema bancario se halla en caos. Simultáneamente, los precios de los alimentos y el combustible se disparan. Y los grupos de ayuda luchan por hacer frente a esta situación.

“No podemos alquilar un camión para la entrega de alimentos en un campo de refugiados porque nuestra liquidez es mínima”, expresó Marie Lequin, directora de la división de Eurasia de Geneva Call, una organización humanitaria de origen suizo que opera en Afganistán.

Gran parte de esos fondos en efectivo se han evaporado porque, como lo explicó el FMI, “hace falta claridad en la comunidad internacional con respecto al reconocimiento del gobierno en Afganistán”.

Tierra de nadie

En una conferencia de donantes organizada apresuradamente en septiembre, en Ginebra, el secretario general de las Naciones Unidas, António Gutteres, destacó la necesidad de obtener financiación de emergencia para los organismos de ayuda y expresó que es “muy importante involucrar a los talibanes” para evitar más sufrimiento humano.

Pero hay una gran incertidumbre entre los donantes en lo relativo a construir una “relación de confianza” -como lo pide Gutterres- con los nuevos líderes en Kabul y reanudar el flujo de recursos. Desde el regreso de los talibanes, ningún gobierno ha reconocido formalmente al régimen, que había gobernado por última vez Afganistán hace casi una generación ejerciendo la rigurosa ley musulmana de la sharía. El grupo talibán es objeto de un embargo de armas y sanciones por parte de la ONU que tienen en la mira los activos financieros de sus líderes.

Así que, como muchos otros países, ha decidido reconocer a los talibanes como las autoridades “de facto” en Afganistán y está canalizando su ayuda de emergencia preponderantemente a través de la ONU y otras agencias que decidieron permanecer en Afganistán. Pero los Estados no pueden seguir postergando por mucho tiempo más la decisión reconocer o dialogar con los talibanes.

Necesidades urgentes

La falta de consenso en torno al reconocimiento del régimen talibán está demorando una asistencia financiera que podría ayudar a evitar una mayor crisis humanitaria.

“Se han suspendido muchos fondos porque, comprensiblemente, los donantes tienen dudas sobre cómo se utilizará el dinero”, refirió Lequin, “pero esto está impactando nuestra capacidad para trabajar y abordar ágilmente las necesidades”.

En Ginebra, los países donantes, Suiza incluida, se comprometieron a aportar un total de 1 000 millones de dólares (930 millones de francos suizos) a la ONU y otras agencias de ayuda internacional para la asistencia humanitaria inmediata a este país. Un gasto de emergencia que compensará parcialmente los fondos bloqueados por las instituciones monetarias internacionales, confirmó en un correo electrónico dirigido a SWI swissinfo.ch, un portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores suizo a SWI swissinfo.ch

“La ayuda de emergencia coadyuvará a evitar un colapso económico total”, afirmó Elisa Raggi y advirtió que, sin el apoyo de los donantes, las agencias de la ONU serán incapaces de ofrecer asistencia al pueblo afgano.

Pero las espectaculares donaciones previstas no están exentas de desafíos en el terreno práctico.

Geneva Call trabaja con grupos de la sociedad civil locales y también enfrenta las mismas limitaciones: cómo acceder a fondos para sus programas, cómo pagar a su personal o transferir recursos. Obtener asistencia y personal internacional en Afganistán también es un desafío, ya que las organizaciones necesitan que sus equipos realicen cruces terrestres en los que existen estrictos controles, según Lequin, y actualmente solo está abierto un puente aéreo -vía Pakistán- que emite visas.

Lequin consideró que la necesidad de un diálogo internacional con los talibanes, para resolver estos problemas, es inaplazable.

“Las condiciones en las que vive la gente son terribles”, dijo. “Se acerca el invierno, así que un puente aéreo debería estar operando diario, y los esfuerzos diplomáticos para lograrlo son cruciales”.

Anita Dullard, asesora regional de prensa para la zona Asia-Pacífico del ginebrino Comité Internacional de la Cruz Roja afirmó que el CICR se está centrando actualmente en las necesidades inmediatas de los civiles, como el acceso a la atención médica y el agua potable. Hay alrededor de 14 millones de personas, de una población de 38 millones, que están en riesgo de morir, según datos de la ONU.  

El apoyo de algunos donantes podría llegar para las agencias de ayuda a finales del 2021, pero Dullard precisa que el CICR no pierde tampoco la visión de largo plazo. La organización quiere ampliar su capacidad para enfrentar problemas sistémicos como los efectos de la sequía y el impacto psicológico de la guerra en la población.

“Los medios de vida y la seguridad alimentaria están realmente amenazados [y] esto se produce en un contexto de décadas de conflicto”, dijo.

Construir confianza con los talibanes

El debate que ha tenido lugar en el seno de la ONU evidencia que, aunque los talibanes están ansiosos de legitimidad, los Estados podrían tardar algún tiempo en aceptar la idea de Guterres de iniciar la construcción de una relación de confianza.

Un factor que complica las cosas es la presencia de diferentes facciones dentro de los talibanes, incluidas algunas figuras sospechosas de haber encabezado ataques contra las fuerzas armadas afganas y sus aliados. Las sanciones de la ONU impiden pues que los países envíen ayuda financiera que podría beneficiar a los talibanes.

“Los donantes temerían que la ayuda se desvíe para otros fines que no se ajusten al derecho internacional. Ese es siempre el riesgo cuando tienes un gobierno ‘terrorista’ en un sitio”, dice Gaeta

Al preguntar a Suiza si estaría trabajando en un enfoque que reconozca al nuevo Estado afgano, Raggi, del Ministerio de Relaciones Exteriores, expresó que los suizos estaban en contacto “con otros gobiernos occidentales con respecto a la posición política (que tomarán) frente a los talibanes”.

En terreno afgano, tanto el CICR como Geneva Call tienen experiencia en el diálogo con los talibanes para garantizar condiciones seguras para su personal y las comunidades a las que sirven. Hasta ahora, las dos organizaciones pueden operar de manera segura. Pero monitorean constantemente la situación y mantienen abiertos los canales de comunicación con los líderes del país.

“La confianza es la clave de cómo construiremos cualquier relación entre las partes”, dijo Dullard.

Traducción del inglés: Andrea Ornelas