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¿Regalo fiscal para los ricos?

El trabajo administrativo en materia fiscal, abundante para las PYME. Keystone

Una nueva reforma fiscal dirigida a las empresas será sometida al electorado el 24 de febrero. Con ella se busca atenuar la doble imposición que afecta a las empresas helvéticas.

En opinión del gobierno y los políticos de derecha, esta reforma aliviará la carga fiscal de las pequeñas y medianas empresas (PYME) y mejorará su competitividad. Para la izquierda se trata de un regalo acordado a los más ricos.

En la primavera pasada, el Parlamento aceptó el segundo paquete de reformas a la ley fiscal empresarial. La primera reforma, efectuada en 1997, se dedicó a los ‘holdings’. Esta segunda se dirige a las PYME, espina dorsal de la economía suiza.

La reforma contiene una serie de medidas destinadas a aligerar la carga fiscal que pesa sobre ellas. Se articula alrededor de dos grandes ejes: la doble imposición, por un lado, y por el otro, los obstáculos fiscales que se presentan durante los periodos difíciles de la vid de una empresa.

Proceso ya en marcha

El beneficio de una empresa se grava por el bies del impuesto sobre las ganancias de la misma compañía. Después, si un dividendo se dirige a los accionistas es tasado a nivel del contribuyente bajo la forma de impuesto al ingreso. Por ello se habla de doble imposición.

Varios países han aligerado o suprimido esa doble imposición. Incluso en Suiza, 17 cantones ya tomaron medidas al respecto y el proceso está en marcha en otras tres entidades confederadas.

La idea de la reforma es atenuar esa doble imposición a escala federal. De acuerdo a la revisión de ley sometida al electorado suizo, los dividendos y otras ganancias derivadas de la fortuna comercial serán gravadas sólo al 50% y al 60% si se incluyen en la fortuna privada.

Esta medida no se dirige a todos los accionistas. Beneficia sólo a aquellos que detentan una participación mínima del 10% en el capital de la compañía.

Otros alivios fiscales

Las propuestas contienen también otras medidas destinadas a aligerar fiscalmente a las empresas que se enfrentan a un periodo difícil, como sería el caso de una sucesión o de una reestructuración.

Entre esas disposiciones se incluyen alivios fiscales en caso de trasferencia de inmuebles de la fortuna comercial a la fortuna privada, lo que simplifica las sucesiones ya que la imposición de beneficios ficticios queda suprimida. La reforma prevé también el aplazamiento de la imposición en caso del traspaso de una empresa, lo que evita los frenos para continuar su explotación.

Último ejemplo de las medidas: La extensión de la noción de la reutilización. Si el patrón de una PYME vende un camión, obtiene una ganancia, pero si usa ese dinero para comprar otro, el monto no será gravado. Por el contrario, si ese monto sirve para comprar otro material distinto, la cifra si deberá pasar por el fisco. Una práctica que penaliza a las empresas que quieren o deben reorientarse, razón por la que la reforma prevé esa extensión de la noción de reutilización.

¿Injusto?

El debate político no concierne realmente a las disposiciones descritas. La derecha las aprueba y la izquierda pude adaptarse a ellas. En realidad, el tema que disgusta es la cuestión de la doble imposición.

El Partido Socialista, que lanzó el referéndum en contra de las modificaciones de ley, considera que se trata de un nuevo regalo a los ricos. A juicio del senador socialista Alain Berset, se puede incluso hablar de una reforma “injusta”.

“Esta reforma va a bajar los impuestos a una muy pequeña minoría de la población – menos del 1%- que es la más acomodada. Es injusta, pues concierne a muy pocos y no beneficia a los que debería, es decir, a la clase media y a la gente con ingresos bajos”.

La diputada liberal (derecha) Martine Brunswick-Graf indica que ya fueron tomadas medidas para aliviar a la clase media y a la gente de bajos ingresos.

Conviene ahora, considera, interesarse también en los pequeños empresarios que invierten y creen en su empresa. La legisladora insiste en el hecho de que “contrariamente a lo que uno cree, esa reforma no está dirigida a los grandes señores”.

Pérdidas financieras

El Partido Socialista teme las consecuencias sobre las finanzas públicas. Prevé hasta 900 millones de francos en pérdidas fiscales. Además, dicen los socialistas, , provocaría una pérdida de 150 millones de francos en ingresos fiscales que deberían estar destinados al seguro para el retiro de la actividad laboral, pues los patrones preferirán pagarse a través de dividendos, que no estarían sometidos a los seguros sociales, como lo están las nóminas salariales.

El gobierno y los partidos de derecha reconocen que la reforma podría provocar pérdidas monetarias en una primera etapa: más de 400 millones a las colectividades públicas y 130 millones al seguro de vejez. Pero subrayan que esas pérdidas serían después compensadas por el dinamismo creciente de la economía, gracias a la reforma.

La derecha recuerda, además, que el primer paquete de la reforma empresarial fue muy beneficioso para la economía suiza y permitió crear empleos. Una afirmación que es contestada por la izquierda.

En fin, la derecha defiende también la reforma por razones ligadas a la competitividad internacional. Suiza no puede, afirman, permitirse el mantenimiento de una doble imposición, cuando la mayoría de sus competidores ya renunciaron a ella o al menos la atenuaron.

Para la izquierda, este argumento no es válido, pues si bien la doble imposición es más fuerte en Suiza que en el extranjero, hay una compensación con el hecho de que “Suiza será pronto uno de los últimos países que aún desconoce el impuesto a las ganancias de capital”, insiste el senador Alain Berset.

Casi una cuestión de filosofía

En breve, en esta cuestión de la fiscalidad empresarial tanto la derecha como la izquierda se lanzan cifras y argumentos contradictorios que el ciudadano simple no está en medida de verificar.

Finalmente, como ocurre con frecuencia en las cuestiones fiscales, toda la problemática gira en torno a una cuestión casi de filosofía política: ¿El descenso de los impuestos es una medida para estimular la economía y para enriquecer al conjunto de la población o sirve, sobre todo, para hacer regalos a los más ricos y debilitar el Estado?

Habrá que esperar al 24 de febrero para conocer la opinión de la ciudadanía helvética sobre esta vasta cuestión…

swissinfo, Olivier Pauchard
(Traducido del francés por Patricia Islas Züttel)

El término PYME es la abreviación del término pequeñas y medianas empresas.

Los especialistas utilizan varios criterios para definirlas, sobre todo en base al número de sus colaboradores, a su cifra de negocios y a su grado de independencia.

Contrariamente a lo que ocurre en otros países, como Francia, Suiza no posee una definición oficial de PYME. Para fines estadísticos, Suiza aplica generalmente las definiciones de su vecina, la Unión Europea.

El nombre de colaboradores constituye el criterio más utilizado. Son consideradas como PYME las compañías que ocupan hasta a 250 colaboradores. Y se hace aún distinción entre las microempresas (menos de 10 colaboradores), las pequeñas empresas (de 10 a 49 colaboradores) y las empresa medias (de 50 a 249 colaboradores).

Las PYME conforman esencialmente el tejido económico helvético: Representan el 99,7% del sector empresarial y emplean a dos tercios de la fuerza laboral helvética. Es decir, hay registradas 1.064 grandes compañías (de más de 250 colaboradores) y más de 300.000 pequeñas y medianas.

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