Bin Laden muerto, la prensa juega al profeta
A la vez una buena noticia para el mundo y uno de los pocos momentos de triunfo para Estados Unidos: La prensa suiza consagra varias páginas y comentarios a la muerte de Osama Bin Laden. Destaca igualmente que el terrorismo no murió con él.
Para el Südostschweiz, “Un monstruo ha sido derrotado”. Es “el fin de la humillación”, según el Basler Zeitung. “Bin Laden, la caída”, continúa La Liberté. “Acabaron con él”, resume Le Matin.
Al informar sobre la muerte del principal responsable de los ataques islamistas del 11 de septiembre de 2001, la prensa suiza es lírica. “Para EE.UU es finalmente el 12 de septiembre. La vigilia duró casi diez años”, escribe Le Temps.
Después de esos diez años de duda, agrega el periódico publicado en Ginebra, Estados Unidos recupera confianza en sí mismo y en su presidente, “que se mostró modesto ante el triunfo”, y sugiere “la apertura de una nueva era para su país”.
“La sensación de haber cerrado un capítulo va a permitir al país mirar más adelante”, dice el Neue Zürcher Zeitung.
Una ideología letal
Para 24 heures, “la salida de escena de Bin Laden marca simbólicamente el declive de una ideología mortífera”. Una ideología que, recuerda el diario de Vaud, “ha matado hasta ahora más musulmanes que infieles y que permitió durante demasiados años a los tiranos justificar su papel como baluarte contra el extremismo”.
“¡Bin Laden ha muerto, pero Al Qaeda sigue!”, replicó el Blick. El cotidiano en expresión alemana destaca la realidad de las organizaciones inspiradas o que se pretenden parte de Al-Qaeda, activas “desde Arabia Saudita hasta Indonesia”.
La serpiente Bin Laden está decapitada, pero es posible que el mundo se enfrenta a una hidra con nueve cabezas, señala el Corriere del Ticino. La muerte de Bin Laden puede convertirse en un símbolo más peligroso que su inspiración en vida.
Estados Unidos ganó “la batalla contra Bin Laden”, pero “su semilla” se mantiene, dijo el Berner Zeitung. La red terrorista Al Qaeda “desde hace tiempo se independizó” con un Bin Laden asimilado por el periódico a una “marca” terrorista.
La primavera árabe
El “fin de un icono”, como lo escribe el Tages Anzeiger, no debe ocultar este hecho: el mundo árabe “quiere cambiar. Pero la gente no sueña con una guerra santa, sino con una vida de libertad, igualdad, oportunidades, respeto y dignidad”.
Para el periódico de Zúrich, “los terroristas islámicos no lograrán más que (hasta ahora) a conquistar el corazón de los musulmanes en el futuro”.
Una idea apoyada por el Basler Zeitung. Para los fanáticos de la guerra santa, los soldados estadounidenses pueden haber obtenido un éxito, pero el peligro viene esencialmente de las “revoluciones pacíficas en Túnez y Egipto, a la que el canto de las sirenas de los ideólogos del terror dejan indiferentes”.
Una mirada más introspectiva presenta La Regione, periódico para el que corresponde ahora “al Occidente probar que no es la figura de Satán, pintada por Bin Laden, y dejar de acreditar la ecuación Islam igual a terrorismo”. ¿Y eso va a exigir “un cambio profundo en las políticas internas y externas (como aquella de la inmigración)”.
También interrogantes
Al igual que otros, Le Matin destaca el exultante entusiasmo de algunos estadounidenses al anuncio de la “ejecución” de Bin Laden. Pues si para Estados Unidos, “se ha hecho justicia”, lo que pasó en este pequeño pueblo al norte de Islamabad, “parece más un malvado ajuste de cuentas al estilo: tú me golpeas en el corazón, yo te doy en la cabeza”.
La Tribune de Genève apuesta a la esperanza, pero lleva más lejos su sospecha: “¿Qué podría haber revelado un Bin Laden capturado vivo? Barack Obama, durante mucho tiempo por encima de toda sospecha, ¿transigirá con la verdad y el derecho para recuperar energía electoral?”
De pronto, en todo caso, Obama tuvo éxito donde su predecesor, George W Bush fracasó, escribió L’Express. “helo ahí con la aureola de un inmenso prestigio que podría ser decisivo en vista de las elecciones presidenciales de 2012 …”
A nivel internacional, sin embargo, la “victoria simbólica y efímera de Obama no contrarresta el movimiento de las placas tectónicas del mundo árabe, desfavorable a Washington”, dice La Liberté.
Luego de perder a Mubarak, su peón principal en la región, Estados Unidos “debió observar con molestia, el jueves pasado, la reconciliación entre los palestinos de Fatah y los islamistas de Hamas. Ese Hamas (…) que condenó ayer “el asesinato” del yihadista Bin Laden”.
Para el diario de Friburgo, “la paz en el Oriente Medio, donde Obama generó tanta esperanza, parece más distante que nunca”.
Osama Bin Laden, líder de la red islamista Al Qaeda era el hombre más buscado del mundo desde los atentados del 11 de septiembre.
Nació en Riad alrededor de 1957 en el seno de una familia acaudalada.
Estudió Ingeniería Civil y Comercio en la Universidad King Abdul Aziz de Yeda y se vinculó en 1973 a grupos islamistas.
Tras la invasión soviética de Afganistán, en 1979, organizó en ese país el mantenimiento logístico de los muyaidines afganos.
Se instaló luego en Peshawar, base de la guerrilla antisoviética en Pakistán, donde conoció a su futuro mentor, el palestino Abdula Azzam, uno de los principales organizadores de la resistencia antisoviética.
Bin Laden reúne a volunarios árabes y crea una base de datos que se convertirá a lo largo de los años en la organización, Al Qaeda (‘La base’), con el objetivo de lanzar las “brigadas internacionales islamistas”.
Bin Laden luchó contra los soviéticos con la ayuda indirecta de la CIA, los servicios secretos estadounidenses, que le pagaron a través de los servicios secretos paquistaníes.
Tras el estallido de la Guerra del Golfo, en enero de 1991, Bin Laden declaró la “guerra santa“ a Estados Unidos por haber ocupado su tierra natal.
En 1992, regresó a su país, pero Riad le retiró el pasaporte saudí. Se entonces instaló en Sudán.
En 1996 se trasladó a Afganistán y organizó campos de entrenamiento de terroristas.
Entre sus atentados más espectaculares está el del
11 de septiembre de 2001
contra el World Trade Center de Nueva York y el Pentágono que dejaron 3.000 muertos.
Traducción, Marcela Águila Rubín
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