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El Ártico ruso es más peligroso que el soviético

Greenpeace ha efectuado protestas contra el deterioro ambiental, desde hace 30 años. Keystone

El arresto de los activistas de Greenpeace en el Ártico ruso atrajo la atención de los medios internacionales de prensa. Sin embargo, las primeras campañas de la organización ecologista en esa región datan de hace más de veinte años. Solamente que la actitud era diferente…

Los activistas del penúltimo barco de Greenpeace detenidos en Murmansk fueron los primeros en traer plátanos a la ciudad norteña , a petición del hijo de la ecologista rusa Yelena Vasilyeva: los niños nunca habían probado la exótica fruta.

Eso fue en octubre de 1992. El movimiento verde era muy joven en Rusia entonces. Luego se puso de moda. Los ecologistas habían sido invitados por las autoridades de Murmansk, pero en realidad tenían su propio plan secreto – que, de hecho, no mantuvieron tanto en secreto-, de recopilar información sobre los residuos radiactivos vertidos en el mar de Kara.

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Incierto destino de activistas de Greenpeace

Este contenido fue publicado en El 21 de octubre, un tribunal de la norteña ciudad de Murmansk les negó la libertad bajo fianza. El 23 del mismo mes, los rusos dijeron que habían reducido los cargos y con ello, el tiempo máximo de prisión, que pasó de 15 a siete años. Greenpeace señaló que aún revisados, los cargos son “tremendamente…

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“Yo era el cocinero del barco”, dice Andreas Freimüller, exactivista de Greenpeace Suiza y uno de los miembros de aquella expedición al Ártico, en entrevista con swissinfo.ch.

“En Ámsterdam compré una gran cantidad de alimentos, la suficiente para 30 personas durante tres meses, considerando el tiempo y el hecho de que podríamos vernos obligados a desembarcar en un témpano de hielo con osos polares, (no vegetarianos, por cierto). También compré un montón de cajas de plátanos. Maduraron mientras llegamos a Murmansk  y los entregamos a todos los que vinieron a visitar nuestro barco”.

El territorio secreto

“Hicimos descender un dispositivo de control remoto para investigar posibles vertederos de residuos nucleares en el mar. En Occidente había una prohibición de verter residuos nucleares, pero no en Rusia”, explica Freimüller.

Los problemas eran inevitables: el área estaba protegida no solamente por su clima riguroso, sino también por el secreto de Estado: las únicas personas con mapas detallados de la localidad eran los militares. Así que los forasteros estaban condenados a violar alguna regla.

Freimüller recuerda cómo terminó la expedición. “Los guardias fronterizos rusos comenzaron a disparar al aire, luego vinieron a bordo y nos dijeron que estábamos bajo arresto”.

Al principio se asustó. “Nunca antes había tenido nada qué ver con gente disparando”, dice.

“Pero nos quedamos en el barco. La única cosa era que estábamos custodiados por jóvenes soldados fronterizos. Les dimos comida y les proporcionamos colchones para que durmieran. Un montón de ‘guardias’ hubieran querido quedarse con nosotros para siempre. La investigación fue hecha de manera muy cortés. Nos quedamos a bordo todo el tiempo y pronto nos liberaron”.

El 24 de octubre 1992, el presidente Boris Yeltsin firmó un decreto para crear  una comisión gubernamental “Sobre el problema del almacenamiento de  residuos radiactivos”. Los activistas de Greenpeace consideran la medida como una victoria propia.

El depósito Prirazlomnaya, que da nombre a la plataforma, se encuentra en el mar de Pechora, a unos 60 kilómetros de la costa, en la zona económica exclusiva de Rusia.

Hay 200 trabajadores petroleros en la plataforma Prirazlomnaya. Tienen que aguantar la noche polar y un invierno que dura nueve meses con temperaturas que bajan hasta -46° C.

No hay nada parecido en ningún otro lugar del mundo. Si este proyecto extraordinariamente complejo y de alta tecnología por parte de Gazprom tiene éxito, aumentará en gran medida el prestigio de Rusia.

La construcción de la parte inferior de la enorme estructura, el cajón, fue iniciada en los años de crisis de la década de 1990.

Para la parte superior, la sección de alojamiento, en 2002, Rusia compró la plataforma Hutton de Noruega, construida en 1984, que los noruegos tenía la intención de eliminar como chatarra.

Hubo un escándalo de corrupción relacionado con esta compra: en lugar del precio inicial de 29 millones de dólares, Rusia pagó 67 millones a una empresa  descentralizada (offshore).

La plataforma ha sido atacada por los abogados de uno de los activistas británicos de Greenpeace. Sostienen que solamente puede hablarse de piratería cuando hay ataques a embarcaciones, y que la plataforma de perforación no puede ser considerada como tal, dado que está fijada firmemente al fondo del mar (pesa 506.000 toneladas).

Total victoria

La primera vez que activistas de Greenpeace navegaron hacia el Ártico soviético fue en el otoño de 1990. Después del resbalón con los guardias fronterizos, cuatro de ellos aterrizaron en una de las islas del archipiélago de Nueva Zembla, el 9 de octubre, y trataron de acercarse a los pozos en que se habían realizado pruebas nucleares subterráneas. Recogieron muestras de suelo y midieron los niveles de radiación.

Todos los miembros de la expedición fueron detenidos, pero los liberaron luego de que Miijaíl Gorbachov mismo enviara un telegrama: “El barco de Greenpeace debe ser tratado con cortesía y expulsado del territorio de la URSS de forma rápida y con el menor alboroto posible”, anotó el dirigente soviético.

Partieron con un sentimiento de triunfo, como héroes … Unos días después, la última prueba nuclear llevada a cabo por la Unión Soviética tuvo lugar en el sitio de Novaya Zemlya, y un año después  fue introducida una moratoria de todas las pruebas nucleares. Otra victoria clara, considera Greenpeace.

En el inicio de los grandes cambios en el país, el movimiento ecologista encontró mucho apoyo en Rusia: la idea de proteger la naturaleza era en sí misma muy progresista. Era un símbolo de cercanía con Occidente y de una nueva forma de vida. Pero posteriormente vino la decepción: no hay partidos ecológicos representados en los círculos de poder, ni tienen peso real en el país.

Mantener la moral

Pero hasta ahora, incluso acciones audaces terminaron sin problemas. En agosto de 2012, activistas se acercaron en botes a la misma plataforma Prirazlomnaya, como en 2013, y con el empleo de material de montaña colgaron tres tiendas de campaña en su pared exterior, mientras recibían chorros de agua helada desde la parte superior de la construcción. Permanecieron ahí durante 15 horas y luego se fueron sin incidentes.

El reciente arresto de los activistas muestra que ahora hay una actitud más escéptica hacia los ‘Verdes’, alguna vez fueron considerados como héroes. Han sido criticados por el hecho de que no son los únicos defensores del Ártico ruso. La periodista de izquierda, Yuliya Latynina, especialista en economía, ha calificado a Greenpeace de “monstruo corporativo verde” que explota la desconfianza de la gente en el progreso. Según ella, la organización es un ‘Al-Qaeda-ecológico’ y nadie debe derramar ninguna lágrima por “lo que va a pasar ahora”…  La respuesta: “La gente les enviará dinero, lo que era el punto central de ese ejercicio”.

Traducción, Marcela Águila Rubín

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