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“Irreductibles” zuriqueses dicen “no” a Glencore

Refinería de Glencore en Cartagena, Colombia. Reuters

El grupo mundial de materias primas Glencore está en la mira de poblaciones del cantón de Zúrich, que rechazan una ganancia fiscal inesperada procedente de la multinacional. Quieren devolver una parte de los beneficios a donde se generan, Congo, Colombia y otros lugares...

Gritos de alegría y nutridos aplausos acogen el resultado de la votación en el pequeño pueblo zuriqués de Hausen am Albis, de 3.300 habitantes. Esa velada de miércoles de principios de diciembre, los habitantes acaban de aceptar una iniciativa que exige destinar una parte de un beneficio fiscal procedente, indirectamente, de Glencore, a proyectos de ayuda al desarrollo.

Hausen am Albis es la segunda comunidad de Zúrich en seguir este camino, “no convencional y valiente” para sus partidarios, “nocivo y peligroso” para sus oponentes. Hasta el 10 de diciembre, aún habrá votaciones con la mano levantada en otras tres poblaciones del cantón más poblado de Suiza.

Pocos observadores habrían podido prever la súbita notoriedad “del distrito de los cochinos” (Säuliamt en alemán), apodo del distrito de las aún bucólicas colinas de Affoltern am Albis, vecino de los cantones de Argovia y Zug. No lejos de allí, el grupo Glencore, cuyo volumen de negocios alcanzó unos 214.500 millones de dólares en 2012 y que se fusionó con Xstrata (31.600  millones de cifra de negocios) en abril de 2013, tiene su sede en Baar, cerca de Zug. Si las oficinas están ubicadas en suelo de Zug, la casa del patrón, Ivan Glasenberg, se encuentra a 20 kilómetros de distancia, en Rüschlikon, en el cantón de Zúrich.

Entonces, es ahí donde el sudafricano declara sus ingresos y su fortuna personal. En 2011, la entrada en la Bolsa de su grupo, del que posee el 20% del capital, le produjo una ganancia de varios miles de millones de dólares. Gracias a ello, la comuna vio sus ingresos fiscales aumentar en 360 millones de francos, 165 de los cuales fueron destinados, a través de un fondo de compensación, a las comunas desfavorecidas del cantón.

La entrada en la Bolsa de Glencore en 2011 reportó miles de millones a su jefe, el sudafricano Ivan Glasenberg, domiciliado en Rüschlikon (ZH).

El contribuyente pagó 360 millones de francos de impuestos suplementarios en su comuna. A través de la perecuación – mecanismo de compensación entre comunas ricas y menos favorecidas del cantón – 165 millones procedentes de esa demasía fueron redistribuidas.

En la comuna de residencia de Ivan Glasenberg, Rüschlikon, una iniciativa de redistribución fracasó a finales de 2012, por razones formales. En Dübendorf, Wald, Uster y Dietikon, las propuestas de ecologistas y socialistas también fueron rechazadas, a veces por muy poco.

En el distrito de Affoltern am Albis (también llamado Säuliamt), un movimiento ciudadano reclama la redistribución de 1% de este maná para proyectos de desarrollo. “Hubiéramos querido asignar la totalidad del regalo fiscal, pero teniendo en cuenta las dificultades financieras de nuestras comunas,  elegimos una vía pragmática”, explica el socialista Heiner Stolz, de Obfelden.

Bajo el titular “Millones procedentes de materias primas: actuamos de manera solidaria”, obtuvo el número suficiente de firmas en seis comunas.

Por ahora, la iniciativa fue aceptada en Hedingen (3.300 habitantes, 110.000 francos redistribuidos) y Hausen am Albis (3.300 habitantes, 75.000 francos destinados a dos proyectos, uno en Colombia y otro en el Congo ) y rechazado en  Kappel am Albis (unos 1.000 habitantes). Otras tres votaciones están programadas el 10 de diciembre.

Contraofensiva de Glencore

Pero Glencore, aquí como en otras partes, es cuestionada por organizaciones no gubernamentales que le reprochan violaciones a los derechos humanos y al medio ambiente. Desde finales de 2012 se formaron grupos en las comunas de Zúrich para rechazar ese regalo fiscal. Iniciativas que piden la asignación de 10% de ese excedente a organizaciones de ayuda al desarrollo obtuvieron suficientes firmas en seis comunas de Säuliamt, que es, sin embargo, políticamente conservadora. De ahí la organización de escrutinios populares.

Sorpresa: el 22 de septiembre, la comuna de Hedingen acepta la iniciativa y decide entregar 110.000 francos a organizaciones, incluidas EPER y Helvetas, con actividades en el Congo, Colombia y Bolivia. Glencore Xstrata sale entonces de su tradicional reserva. El director general, Ivan Glasenberg, toma la pluma para presentar sus puntos de vista en una carta a los autores de las iniciativas populares.

Muchos observadores han interpretado esto como una  “ofensiva de encanto”:  “Los ciudadanos deben poder pronunciarse con conocimiento de causa, por eso les presentamos los hechos, explicándoles nuestro código de conducta”, precisa a swissinfo.ch, el portavoz de la empresa, Charles Watenphul. De acuerdo con la multinacional, su presencia beneficia, globalmente, a los habitantes de los países en los que tiene actividades.

El cantón de Zug es uno de los más ricos de Suiza y alberga, en la comuna de Baar, la multinacional Glencore Xstrata. Las ganancias derivadas de la entrada en la Bolsa de 2011 no han despertado todavía gran controversia.

El partido ecologista va a presentar iniciativas, una en el Parlamento de la ciudad de Zug, otra en la Asamblea comunal (legislativo) de Baar el 10 de diciembre, con una intervención del copresidente de los Jóvenes Verdes, Andreas Lustenberger.

“Es difícil estimar cuánto ha generado al cantón el ingreso a la Bolsa, en términos de  ingresos fiscales, el municipio dice Andreas Lustenberger. El cantón percibe un total de unos 20 millones de francos en impuestos pagados por un centenar de sociedades activas en (el sector de las) materias primas”.

En 2011, los recursos fiscales de Baar (23.000 habitantes) se incrementaron en 17,4 millones de dólares, de los cuales 13,9 procedían de particulares, “de los que podemos pensar que son personas que se beneficiado fuertemente de la entrada de Glencore en la Bolsa”.

Ninguna posibilidad para la oposición

En Hausen am Albis, la sección local de la Unión Democrática del Centro (UDC/derecha conservadora), que cuenta con 33% del peso electoral, había distribuido panfletos en tono brillante contra la iniciativa solidaria (que pide la entrega de 75.000 francos para dos proyectos, uno en Colombia y otro en el Congo). El Ejecutivo también se oponía.

El Consejo Comunal argumentaba las dificultades financieras de la comuna, que debe aumentar su tasa de impuestos, una medida también aceptada. Además, esgrimió que la ayuda al desarrollo era competencia de la Confederación y no de las comunas.

Durante el debate previo a la votación, algunos -pocos- oradores se pronunciaron contra la iniciativa, advirtiendo sobre la posibilidad de sentar  “precedentes”: “¿Tenemos que cuestionar los 200.000 francos que recibimos gracias a los dividendos del Banco Cantonal de Zúrich, actualmente en la mira  de la justicia estadounidense?”, inquirió un ciudadano.

“¡Nuestros teléfonos móviles!”

Pero estas críticas fueron minoritarias. Los participantes insistieron sobre todo en la necesidad de enviar una señal. “Este gasto es un muy, muy pequeño dolor para nosotros, pero puede tener gran efecto en otro lugar”, subrayó un ciudadano. Otro se dijo “incómodo de que no se hable más que de Glencore, cuando hay otros, pero hacemos un gesto que tendrá resonancia pública, lo que nuestras donaciones privadas no recibirán jamás”.

En otra intervención notable, un ponente recordó que ese día se celebraba el día de Santa Bárbara, la patrona de los mineros. “¡Hagamos un regalo de aniversario a todos aquellos que tienen que descender los pozos en busca de los materiales que servirán para fabricar nuestros teléfonos móviles!”

En la votación, la iniciativa se impuso con 164 votos contra 131. Fue también un gran éxito para la organización Declaración de Berna, que ha hecho de la lucha contra las violaciones de los derechos humanos en el sector de las materias primas uno de sus caballos de batalla.

“Una parte de los ciudadanos han aprendido de los escándalos provocados por la plaza financiera y exigen que se vigile más de cerca a los grupos mineros”, afirma el portavoz de la ONG, Oliver Classen. “Además, los ciudadanos de Zúrich utilizan instrumentos democráticos para plantear la cuestión del origen de los recursos fiscales y su legitimidad. Es una enorme brecha que se abre, porque el asunto no concierne solamente el maná fiscal de Glencore”.

También en el cantón de Zug, ecologistas han presentado iniciativas. En Baar, la asamblea comunal decidirá el 10 de diciembre si quiere seguir el ejemplo de Säuliamt. Como dice Oliver Classen, utilizando una vieja expresión, al hablar de los ingresos fiscales: “A caballo dado no se le ve colmillo.” ¡Pues bien, es la primera vez en Suiza que sí se le ve!

Traducción del francés, Marcela Aguila Rubín

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