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Examen para la frágil democracia egipcia

El candidato de los Hermanos Musulmanes, Mohamed Morsi, y su rival, Abul Futuh, enfrentados también en este muro con propaganda electoral. AFP

El país de los faraones conoce sus primeras elecciones presidenciales libres. El Egipto post Mubarak se encuentra entre un ejército a la defensiva y una esfera de influencia islamista en plena recomposición y sumida en un conflicto de generaciones.

“Desde 1952, cuando fue derrocado el rey Faruk y los oficiales libres (dirigidos por Gamel Abdel Nasser, ndlr) se hicieron del poder, Egipto no tenía elecciones presidenciales con candidatos civiles”, explica el investigador Hasni Abidi.

La actual junta en el poder –el Consejo Superior de las Fuerzas Armadas que asegura la transición- será remplazada por el vencedor del escrutinio que se realiza los días 23 y 24 de mayo.

El desafío es crucial en el Cercano Oriente dados la incandescencia siria, el asunto nuclear iraní y el conflicto israelí-palestino. Para los Estados Unidos, ocupados en sus presidenciales y para Europa, liada en su crisis financiera, la preocupación mayor es que Egipto conserve una relativa estabilidad, sobre todo en materia de política exterior.

Mantener a Egipto bajo el regazo occidental

“Al igual que EE.UU., Israel evidentemente sigue de cerca la elección de aquel que dirigirá la política exterior”, constata Hasni Abidi antes de indicar que Washington hizo un llamado para colaborar de forma incondicional con los islamistas.

“Los Estados Unidos dan prueba de un pragmatismo que vira al oportunismo. Algo que les cuesta a los europeos, preocupados por el respecto de los derechos humanos, de las minorías y de las mujeres”, indica el experto, titular del Centro de Estudios e Investigación del Mundo Árabe y el Mediterráneo”.

El destino del ejército que dirige a Egipto desde hace 60 años es, por tanto, crucial.

“El ejército es consciente actualmente de que el tiempo no juega a su favor. Tarde o temprano debe encontrar una nueva fórmula y abandonar su retiro de la escena política y, sobre todo, económica. Pero el proceso será lento. Vistas las dificultades económicas y de la transición, el ejército es aún considerado como el garante de la estabilidad”, subraya Abidi.

El futuro de la institución militar

Por su parte, Patrick Haenni, del Instituto Religioscope, con sede en Friburgo, también en Suiza, precisa: “El ejército es el gran perdedor de lo que ha ocurrido en estos últimos cuatro meses en los que jugó a la división de los partidos para conservar lo esencial de sus prerrogativas, como el secreto que cubre su presupuesto. Ahora se encuentra en la defensiva para preservar un mínimo de lo que detenta. Así que todo gira en torno a las negociaciones entre el Ejército y los partidos. Pero esta negociación entre bastidores no es el desafío de estas elecciones”.

En efecto, los principales candidatos en liza no remeten frontalmente en causa el poder del Ejército en la economía egipcia ni en su política extranjera, especialmente en lo que se refiere al acuerdo de paz firmado con Israel. Y más que los programas, son las personalidades de los candidatos presidenciales las determinantes. Sin embargo, esta realidad no resume una campaña en la que las diversas corrientes islámicas se recomponen y se afrontan. Los Hermanos Musulmanes mantienen aún un gran peso, pero observan cómo estallan las divisiones en su seno ante la prueba de la democratización del país.

Hermanos Musulmanes desestabilizados

“Entre los Hermanos se observa un tipo de implosión entre una juventud que llevaba consigo la esperanza ante el levantamiento y una vieja guardia atemorizada”, estima el suizo Tariq Ramadan, nieto del fundador de los Hermanos Musulmanes y quien tiene prohibido ingresar a Egipto, pese a sus reiteradas solicitudes.  

Mientras que inicialmente los Hermanos Musulmanes anunciaron no querer presentar un candidato, cambiaron el discurso ante sus primeros éxitos electorales del año pasado en el Legislativo y ante la fuerza creciente de los salafistas.

“Este vals de indecisión turbó su visibilidad y su credibilidad”, juzga Tariq Ramadan, profesor de la Universidad de Oxford, en Gran Bretaña.

Especializado en los movimientos islamistas, Patrick Haenni agrega: “Los Hermanos mostraron una gran capacidad de duración y dan prueba de una gran continuidad. No se han dado cuenta de que el islamismo se ha diversificado profundamente. Se encuentran en medio de los islamistas liberales y los salafistas, lo que resulta revelador de cara a la escena política del mañana”.

Por su parte, Tariq Ramadan agrega: “Al apoyar al candidato Abul Futuh, que busca un consenso mucho mayor, los salafistas juegan al pragmatismo principalmente para poner en entredicho la credibilidad de los Hermanos.”

El aumento del poder de Abdel Moneim Abul Futuh es una de las sorpresas de la campaña electoral. Antiguo miembro del grupo líder de los Hermanos Musulmanes, este médico de 60 años también tiene el apoyo de la burguesía copta y de la juventud de la Plaza Tahir.

Democracia participativa

Se trata de activistas que no fueron barridos por la ola verde que siguió al levantamiento contra Hosmi Mubarak. Pero incluso ellos perdieron visibilidad.

“Tras de que algunos intentaran la creación de partidos, sin éxito, se desarrolló un compromiso informal vía la red. También siguieron y criticaron las sesiones parlamentarias o realizaron campañas para mostrar la realidad de las violencias y matanzas que los militares les atribuyeron el año pasado, y de las cuales el Ejército fue, en realidad, el responsable”.

“A través de sus interpelaciones, críticas, proposiciones y manifestaciones, están inventando una nueva forma de democracia participativa. ¿Podrá desarrollarse de cara a las fuerzas conservadoras? No se conoce la respuesta”, indica el investigador.

Y de telón de fondo un Egipto donde alrededor del 40% de sus 77 millones de habitantes son analfabetas, con 45% de población concentrada en las ciudades y una economía a la que le cuesta arrancar, sin el interés de los inversionistas del exterior y unas arcas del Estado a punto de vaciarse.

La elección presidencial egipcia se realiza el 23 y 24 de mayo. De los 23 candidatos iniciales, quedan 12 en liza. Si ninguno de ellos obtiene la mayoría requerida, una segunda vuelta está prevista para el 16 y 17 de junio.

Dos candidatos son los favoritos: el ex secretario de la Liga Árabe, Amr Mussa y el candidato islamista independiente, Abdel Moneim Abul Fotuh.

Varias caras nuevas podrían provocar sorpresas: es el caso del nacionalista Hamdeen Sabahi, el hombre del antiguo régimen, Ahmed Shafik, así como el candidato oficial de los Hermanos Musulmanes, Mohamed Morsi.

Fuente: Courrier International

(Traducción: Patricia Islas)

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