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Balance mitigado de los ‘garajes del sexo’ en Zúrich

Este pictograma señala los garajes del sexo de Zúrich. Keystone

El parque dedicado exclusivamente a la prostitución en Zúrich es un éxito, dicen las autoridades. Por el contrario, las organizaciones de ayuda a las mujeres dedicadas a esta actividad critican que pueda provocar que muchas de ellas entren en la ilegalidad.

Ante las cámaras del mundo entero, o casi, los garajes de sexo de Zúrich abrieron sus puertas en agosto pasado. Poco apropiada, esta denominación se aplica a una decena de garajes, en una zona inaccesible para el público, en donde los clientes estacionan sus autos para recurrir a los servicios de las trabajadoras del sexo.

La metrópoli económica es la primera localidad de Suiza en crear un tipo de infraestructura tal. Sigue el ejemplo de varias ciudades alemanas.

Apenas dos meses después de su apertura, las autoridades municipales presentaron un primer balance del funcionamiento del Depotweg, el nombre del sitio donde se encuentran estos garajes, entre la estación férrea de Zúrich-Altstetten y el barrio de Zúrich West.

Es un balance provisorio, insisten las autoridades, pues la atención mediática sobre este emplazamiento ha provocado que pocos clientes se acerquen a él. Para la ciudad, de cualquier modo, esta primera etapa de aplicación de los garajes del sexo es un éxito.

“No teníamos objetivos cuantificados, sino objetivos cualitativos”, explica Michael Herzig, responsable de infraestructuras sociales de la ciudad y jefe del proyecto. “No podemos decir que la presencia de 14 prostitutas, en promedio, cada noche es un éxito, o no. Sin embargo, podemos afirmar que trabajan aquí en un medio mucho más seguro y que los ruidos que molestaban antes a los habitantes del Sihlquai desaparecieron”.

El Sihlquai es el nombre de la calle donde las prostitutas, principalmente húngaras, esperaban a sus clientes motorizados. Ellas también eran regularmente objeto de situaciones violentas. Sin olvidar que muchos de los pasantes, que no estaban interesados en sus servicios, les hacían comentarios grotescos, y sobre todo, a grito limpio.

¿Dónde están ahora todas esas mujeres?

En el Sihlquai, aún unas treinta chicas ofrecían sus servicios cada noche, la mitad de las que antes trabajaban allí antes de la instalación de los garajes del sexo. Entonces, ¿dónde están las demás ahora? La policía y los servicios sociales de Zúrich afirman que no han sido vistas en otros barrios de la ciudad.

“Suponemos que han abandonado el país o han ido a otras ciudades donde sus ingresos pueden ser similares a los obtenidos en Zúrich, y en donde trabajan bajo las órdenes de los proxenetas”.

Una prostituta hispanófona que trabaja en el barrio “caliente” de la Langstrasse (donde la prostitución callejera está, en principio, prohibida), interrogada por la televisión pública suiza SRF, ofrece otra versión de los hechos. Habla de una presión a la baja de las tarifas, a causa de los garajes del sexo. “¿Ir a trabajar al Depotweg por 50 o 30 francos el pase? Ni pensarlo”, indica.

Según las autoridades municipales, “algunas ganarán más, pues no deben gastar en el transporte para volver a casa desde el punto donde les dejaron sus clientes; otras, por el contrario, dicen haber reducido sus ingresos”.

Algunas de estas mujeres se quejan también de no poder atender a grupos, actividad mejor remunerada, aunque “también más peligrosa”, precisa Ursula Kocher, de ‘Flora Dora’, oficina de trabajo social activa en el terreno. Se trata de una organización que tiene el respaldo del gobierno comunal.

Desde que Zúrich exige a las prostitutas una autorización diaria para trabajar (bajo forma de billete), las autoridades disponen de cifras exactas sobre la prostitución legal.

Del 1 de enero al 25 de agosto de 2013, la principal calle de la prostitución, el Sihlquai, estuvo ocupada por 32 prostitutas, en promedio. Las variaciones son muy grandes: de 5 a 47 prostitutas por noche.

“La frecuentación es mayor tras los días de paga a finales de mes”, explica el jefe del proyecto ‘sex drive in’.

Para evitar que la prostitución no se desplace a otras partes de la ciudad, la policía incrementó los controles. En septiembre, más de 80 prostitutas fueron descubiertas trabajando en un sitio no autorizado, una cifra que rebasa el promedio de los meses precedentes. Los clientes también pueden ser penados, por lo que se han vuelto más prudentes. Cada mes un promedio de 30 multas son dirigidas a ellos.

Mayor heterogeneidad

Zúrich se inspiró en la ciudad de Colonia para crear sus propios garajes del sexo. Aquí todo la infraestructura está intacta hasta ahora. En la ciudad germana, solo poco después de inaugurados los garajes del sexo, éstos fueron dañados o robados.

“Las mujeres que vienen aquí están muy satisfechas con la infraestructura”, afirma Ursula Kocher. “Vienen a beber un café para calentarse”.

Los “botones de alerta”, que las prostitutas pueden accionar si un cliente se vuelve amenazador, han sonado tres veces, por falsa manipulación, debido a una confusión con el empleo del interruptor eléctrico, explica Kocher. Ella se dice sorprendida de la heterogeneidad – de edad y nacionalidades – de las trabajadoras: han venido mujeres que fueron expulsadas del Sihlquai por las húngaras y sus proxenetas”.

Grito de alarma

Si las autoridades hacen un balance positivo, varias organizaciones de ayuda a estas mujeres se muestran críticas.

Denuncian una “represión desproporcionada contra las prostitutas” e indican que este tipo de medidas provocan el trabajo ilegal de las prostitutas, lo que puede llevarlas a convertirse en víctimas de explotación.

“La alternativa de ofrecer sus servicios en el parque Depotweg conviene a algunas, pero son muy pocas”, explica Rebecca Angelini, de la consejería FIZ. Para otras, sencillamente la situación se ha deteriorado desde la instauración de los garajes del sexo.

Un ejemplo: la policía, indica Angelini, castiga rápida y severamente a las mujeres que se encuentran en un sitio prohibido. “Si la policía las descubre dos veces, pierden su autorización anual para ejercer la prostitución. Es totalmente exagerado. Las mujeres no saben a dónde ir y tienen miedo”.

La policía municipal recuerda que había anunciado con antelación el incremento de los controles para evitar que la prostitución se desplazara a otras calles. Y subraya que la severidad de la sanción es asunto de la justicia.

Las organizaciones de defensa temen también la próxima etapa del nuevo decreto para regular la prostitución, en vigor desde enero de 2013: los salones y otros clubes, que se ocupan de más del 90% de las actividades de la prostitución, deberán solicitar de aquí a finales del año una autorización, si tienen más de tres personas empleadas.

Estos salones solo pueden existir en calles que cuenten con menos de 50% de viviendas, es decir, solo en una quinta parte del territorio urbano actual. Y si hasta ahora eran “tolerados”, palabra que las autoridades acepta se cuidan de pronunciar, esta nueva exigencia podría cambiar la situación. “La ciudad no dice que busque quiera prohibir la prostitución, aunque todas las medidas que toma van en ese sentido…”, comenta Angelini.

El municipio contesta esta interpretación. Las salones que no tengan más de tres empleados no deben someterse solicitar a autorización. Martin Waser, el ‘ministro’ concejal de Asuntos Ssociales de la ciudad, lo ha repetido varias veces. “Nuestro objetivo no es el de prohibir la prostitución y no creo que la Langstrasse se transforme en un barrio muy casto…

Traducido del francés: Patricia Islas

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