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El mercado de falsificaciones no sabe de crisis

Bolsas de mano, relojes y ropa son los principales productos falsificados que introducen los turistas en Suiza. Keystone

Con la explosión del comercio internacional aumentan igualmente los productos falsificados, lo que afecta a los países exportadores, incluida Suiza. Los acuerdos internacionales y los instrumentos legales disponibles para combatir ese fenómeno han resultado insuficientes.

“Cuando encontramos objetos falsificados en sus maletas, la mayoría de los propietarios asegura desconocer que se trata de copias. Es un poco la reacción típica”, señala Miroslaw Ritschard, director adjunto de Aduanas en Zúrich-Kloten. “Y cuando hablamos con ellos y les pedimos explicaciones, decirnos, por ejemplo, dónde adquirieron tales productos, muchos reconocen haber imaginado que no eran originales. Algunos admiten incluso que estaban al tanto”.

En Suiza, los servicios de aduanas denuncian cada año entre 2 000 y 3 000 violaciones de la ley sobre la protección de marcas comerciales por parte de turistas. La mayoría de los casos se registran en el aeropuerto de Zúrich-Kloten, principal plataforma de transporte para pasajeros en el país. La mayor parte de las infracciones se producen durante las vacaciones de verano y otoño, en particular en octubre, cuando el retorno de países lejanos alcanza su pico. En ese período, los funcionarios de Aduanas del aeropuerto fortalecen la supervisión.

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“La aduana suiza se encarga de hacer cumplir unas 150 leyes sobre la protección de marcas, pero también de especies raras, patrimonio cultural y otros. Para funcionar con eficacia, no podemos simplemente esperar a los pasajeros que llegan a Suiza y efectuar controles aleatorios. Generalmente hacemos controles específicos en función de perfiles de riesgo: sabemos más o menos de dónde proceden las mercancías falsificadas, en qué estación del año y qué tipo de productos”, precisa Miroslaw Ritschard.

Riesgo de denuncia

Para muchos turistas, el regreso puede ser amargo. En el mejor de los casos, las mercancías falsificadas son incautadas y destruidas. Sin embargo, los servicios de aduanas deben informar a los fabricantes de los productos de marca, quienes han solicitado asistencia para la protección de los mismos. Existe entonces el riesgo de que el comprador de falsificaciones sea objeto de un procedimiento penal por parte del fabricante.

“Los informes se hacen con base en las solicitudes presentadas por las empresas en cuestión – en general los fabricantes de productos de alta gama, relojes, ropa, bolsos y otros accesorios. Algunos exigen que les comuniquemos las infracciones referentes a solamente un objeto, sin tolerancia. Otros, a partir de una cierta cantidad o de un determinado número de objetos. Y unos más, solamente en caso de que la importación obedezca a fines comerciales”, indica Miroslaw Ritschard.

Mercado de las falsificaciones

Según estimaciones de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) y la Oficina de la ONU contra la Droga y el Delito (ONUDD), la producción y el comercio internacional de mercancías falsificadas genera ingresos por unos 250 000 millones de dólares por año. El comercio de productos falsificados y la piratería digital producen igualmente cientos de miles de millones de dólares en los países productores.

No solamente los artículos de lujo y de marca son falsificados, sino prácticamente todos los productos: aparatos eléctricos y electrónicos, autopartes, medicamentos, alimentos, productos para el hogar, cosméticos, etc.

Las empresas exportadoras suizas resultan particularmente afectadas por ese comercio: según la Federación de la Industria Relojera (FH), en 2013 se produjeron 29 millones de relojes suizos y 33 millones de relojes falsificados.

Según datos de la Organización Mundial de Aduanas (OMA), la mayoría de las falsificaciones provienen de China, India, Singapur, Emiratos Árabes Unidos, Pakistán y Turquía.

La detección de falsificaciones es una tarea difícil dado el nivel de perfección de las copias e inclusive de sus envases. Para realizar su labor, los agentes recurren a la información suministrada por los fabricantes de los productos originales, así como a los datos obtenidos de las falsificaciones, que varían en función del país de procedencia. Por ejemplo, pueden saber cómo están hechos los botones o las etiquetas de un vestido, y cómo y dónde están cosidos en las telas.

Crimen organizado

Con la aceleración del comercio internacional de bienes y servicios, el fenómeno de la falsificación adquiere dimensiones preocupantes en todo el mundo. Solamente en 2013 y en la Unión Europea, fueron incautados más de 36 millones de artículos sospechosos de haber infringido los derechos de propiedad intelectual. Sin embargo, esas confiscaciones constituyen solamente la punta del iceberg. De acuerdo con la Oficina de la ONU contra la Droga y el Delito (ONUDD), el comercio internacional de productos falsificados genera un volumen de negocio de 250 000 millones de dólares anuales.

Tales ganancias evaden el fisco y perjudican a los fabricantes de productos de marca. Suiza, con una fuerte industria de exportación, se encuentra entre los países más afectados. Y lo que es peor, según advierte la ONUDD, ese comercio ilegal es controlado cada vez más por el crimen organizado y la mafia – la Camorra napolitana, las Tríadas chinas y la Yakuza japonesa, entre otras – como fuente de ingresos de menor riesgo penal que el tráfico de drogas u otros ilícitos.

La producción de bienes falsificados también escapa a cualquier control social y ambiental. Los productos son a menudo elaborados sin ningún respeto de las normas de seguridad, los derechos y la salud de los trabajadores, así como de la prohibición del trabajo infantil. Además, también los consumidores corren riesgos: los falsos medicamentos, alimentos adulterados, productos químicos defectuosos han causado millones de víctimas en todo el mundo.

Comercio en línea

El comercio de falsificaciones se encuentra desde hace años en la mira de la ONUDD y de la Organización Mundial de Aduanas (OMA), que instan a los Estados miembros a adaptar las normas legales y a fortalecer las medidas de control para frenar ese fenómeno. En Suiza, el dispositivo legal fue reforzado en 2008 con la introducción, entre otras medidas, de la prohibición de importaciones de productos falsificados. En cambio, la mera posesión de tales productos no es punible, como lo reafirmó en enero pasado el Tribunal Federal.

“El objetivo de la legislación suiza sobre falsificación y piratería es mantener esas mercancías fuera del mercado suizo y no criminalizar a los consumidores individuales que, según el caso, no son conscientes de estar en posesión de artículos falsificados”, dice Sabine Dändliker, directora de ‘Stop a la piratería’, asociación – fundada en 2007 por las autoridades y diversas empresas – responsable de aumentar la conciencia pública sobre el problema de las falsificaciones. Una tarea que parece fructificar. Desde hace algunos años, las importaciones de falsificaciones por parte de turistas tienden a decrecer.

Pero para las aduanas es mucho más difícil controlar el enorme flujo de productos falsificados procedentes de todas partes del mundo por la vía postal o comercial. Un mercado en auge, sobre todo a través de Internet: los servicios de aduanas registran un aumento de las importaciones de mercancías falsificadas, compradas en línea e importadas en pequeños paquetes individuales. La explosión del comercio electrónico sorprendió desprevenidos a los legisladores de casi todos los países.

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Nuevas esperanzas

Y es aún más difícil para los fabricantes de los productos originales hacer valer sus derechos a la protección de la propiedad intelectual ante las autoridades y los tribunales de los países de origen de las falsificaciones. La presión ejercida por los gobiernos y las organizaciones internacionales para que cooperen no ha dado aún grandes resultados. En este contexto, dos grandes cambios podrían generar esperanzas en la industria suiza de exportación. Por un lado, la introducción, el 1 de enero de 2017, de la nueva legislación sobre el ‘swissness’, que establece las condiciones para el uso de la marca suiza en el mercado mundial.

En segundo lugar, y quizá con efectos aún más importantes, la aplicación en los próximos años del TLC con China, el mayor productor mundial de artículos falsificados. Este acuerdo, que entró en vigor el 1 de julio de 2014, contiene un “capítulo sustancial” sobre la protección de la propiedad intelectual, señala Sabine Dändliker. “China se ha comprometido a prestar asistencia no solamente en lo que toca a las importaciones y las exportaciones, sino también a los artículos de marca falsificados, así como en los casos de violaciones de los derechos de autor y de patentes”. Ahora queda por ver si esas normas serán aplicadas. 

Traducido del italiano por Marcela Águila Rubín

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