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Qué dice la ley suiza sobre la vacunación obligatoria en las empresas

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Google ha anunciado que va a exigir a sus empleados que estén vacunados para poder trabajar en sus oficinas. ¿Cómo se aplicará esta norma en Suiza? Keystone / Ennio Leanza

Mientras el Gobierno suizo trata de impulsar su campaña de vacunación contra la COVID-19, se plantean dudas sobre si es legal que las empresas exijan a sus trabajadores estar vacunados. La respuesta resulta compleja.

Cuando hace unas semanas Google dio a conocer que va a exigir a su personal que se vacune contra la COVID-19 para trabajar en sus instalaciones, los grupos en favor de los derechos laborales suizos se han rebelado. ¿Qué significará esta medida para los más de 4 000 asalariados de las oficinas de Google en Zúrich? 

El gigante de internet ha dicho que adaptará su políticaEnlace externo –inicialmente introducida en Estados Unidos– a las condiciones de los países en los que tiene oficinas. Pero el anuncio ha suscitado un debate sobre si la legislación suiza permite que el empleador pueda obligar o no a sus trabajadores a vacunarse.

La respuesta –según Lorena Steiner, abogada del bufete Battegay y Dürr de Basilea– es sí y no al mismo tiempo.

“La ley suiza sobre epidemias es restrictiva y aparentemente contradictoria ya que la vacunación obligatoria no es exigible”, declara Steiner a SWI swissinfo.ch. “Los derechos individuales, como las libertades personales y la integridad física, son muy importantes en Suiza. Incluso la vacuna obligatoria, de acuerdo con la ley sobre epidemias, no permite la coacción”.

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Para Steiner el matiz es que los empresarios sí pueden exigir a grupos específicos de empleados que se vacunen. Aun así, nadie puede vacunarse contra su voluntad. Pero lo que ha confundido a muchos expertos jurídicos suizos es a qué grupos de trabajadores y cómo pueden obligarlos las empresas.  

¿Qué dice la ley?  

La ley laboral suiza y varios decretos relacionados con la emergencia por la COVID-19 obligan a las empresas a tomar medidas para proteger la salud de sus empleados.

A esto se suma el Código de ObligacionesEnlace externo que –sobre la base del derecho del empleador a dar instrucciones a los trabajadores– establece que los empleadores privados están justificados a obligar a sus empleados a vacunarse en determinadas circunstancias. 

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De acuerdo con la ley suiza sobre epidemias (revisada en 2013) los cantones también pueden imponer la vacuna obligatoria si es en interés de la salud pública. Pero esto solo se puede aplicar a determinados grupos de personas. El ejemplo que se pone a menudo es el del personal sanitario, ya que están en contacto habitual con personas de alto riesgo. La ley también otorga al Gobierno federal la posibilidad de imponer la vacunación consultando con los cantones, aunque esto nunca se ha hecho. 

La ley suiza sobre epidemias también establece claramente que nadie puede obligar a una persona a vacunarse contra su voluntad.

Entonces, ¿dónde deja esto a las empresas?

Los empleadores suizos tienen la obligación de proteger la salud y la seguridad de sus plantillas, pero Steiner señala que llevar un casco de seguridad o incluso una máscara higiénica es diferente a vacunarse, que es una “medida más drástica” que no puede revertirse. Aunque la vacuna se considera la medida más eficaz contra la COVID-19, para mantener la seguridad del personal se pueden adoptar otras medidas menos invasivas, como realizar pruebas periódicas.

Mientras que muchas empresas de países como Estados Unidos han emitido órdenes para que se vacune a toda la plantilla, esto en Suiza es impensableEnlace externo. Un empleador –ya sea público o privado– podría justificar la vacuna obligatoria para todo o parte del personal sanitario basándose en la cláusula legal relativa a los intereses de la salud pública.

El gobierno francés y el italiano, este verano, han anunciado dicha medida. Y el presidente francés Emmanuel Macron ha indicado que el personal sanitario se quedará sin trabajo si no se vacuna antes del 15 de septiembre. 

Si los empleados se niegan a vacunarse, se espera que los empleadores les busquen otra tarea dentro de la empresa o encuentren otra solución para el trabajador.

El siguiente paso es hacer una advertencia al empleado. “Despedir a alguien porque no quiere vacunarse no es la solución apropiada. Ese debe ser el último recurso”, explica Steiner.

En los ámbitos ajenos a la sanidad la situación se complica, ya que hay empleos que cada vez resultan más difíciles si no se ha recibido la vacuna. Cualquier trabajo que incluya un viaje, por ejemplo, requerirá probablemente una prueba de haber recibido la vacuna. Y esto puede complicar que un trabajador cumpla con sus obligaciones contractuales. 

La ley no aclara hasta qué punto pueden llegar las empresas para imponer una orden de este tipo. Este es un tema especialmente candente, ya que el acceso a actividades y lugares cada vez depende más de demostrar que se ha recibido la vacuna.  

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A medida que la presión externa aumenta, “la línea entre la coacción y la voluntad es cada vez más difusa”, dice Lorena Steiner.   

Las cosas pueden resultar más claras si se mira al Tribunal Europeo de Derechos HumanosEnlace externo. Ya que este tribunal ha dictaminado que la vacuna obligatoria interfiere con la integridad personal pero que puede ser necesaria para salvaguardar la salud pública. Y ha añadido que puede considerarse delito penal negarse a la vacunación obligatoria, aunque nada tiene que ver con obligar a alguien físicamente a vacunarse.      

Cada vez hay un rechazo más fuerte de las medidas que pueden percibirse como discriminatorias para las personas no vacunadas. Suiza votará en noviembre una iniciativa popular que desafía el poder del Gobierno para imponer restricciones. Quienes impulsan la iniciativa afirman que son discriminatorios los certificados COVID-19 emitidos a quienes se han vacunado, a quienes se han sometido a pruebas o a quienes se han recuperado del coronavirus.

¿Cómo lo están abordando las empresas?

De momento, la mayoría de las empresas suizas ha seguido el ejemplo del Gobierno federal: se fomenta la vacunación en vez de imponerla y se reducen las barreras para que la gente se vacune. Hasta ahora el Gobierno federal ha dicho que no hará que la vacuna sea obligatoria. Y los cantones no han anunciado la vacunación obligatoria para ningún trabajador, como el personal sanitario o el profesorado.

Un portavoz de la farmacéutica con sede en Basilea Novartis ha indicado a SWI swissinfo.ch que siguen recomendando a sus empleados trabajar desde casa. Y solo acuden a sus oficinas en Basilea quienes están totalmente vacunados, quienes se han recuperado por completo o quienes tienen una prueba reciente con resultado negativo. 

Pero Novartis no exige una prueba de inmunidad o un resultado negativo para entrar en las oficinas. “Confiamos en que los empleados sigan nuestras normas si deciden trabajar en la oficina”, ha declarado el portavoz de la farmacéutica a SWI swissinfo.ch.  

Cada vez más se sigue el ejemplo de Google y, de hecho, las multinacionales suizas pronto pueden ser la excepción. Varias grandes farmacéuticas han comunicado la necesidad de que sus trabajadores se vacunen. Ese es el caso de la californiana Gilead Sciences, que exigirá que todos sus asalariados y contratistas se vacunen completamente contra la COVID-19Enlace externo antes del 1 de octubre. Muchos bancos, como Goldman Sachs, también han anunciado políticas similares, y exigen a sus empleados que digan si están vacunados o no.

En Suiza, los propios empleados son a veces quienes obligan a las instituciones y a las empresas a endurecer las medidas. El pasado 18 de agosto el periódico Neue Zürcher ZeitunginformóEnlace externo de que un profesor de la Universidad de Basilea –preocupado por sí mismo y por sus alumnos– se niega a dar clases presenciales si se permite que las personas no vacunadas acudan a las aulas. 

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Traducción del inglés: Lupe Calvo

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