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Los suizos y sus lazos con el lugar de origen

Keystone

Los ciudadanos suizos son los únicos en el mundo que están registrados según un lugar de origen, es decir la comuna de donde provienen sus ancestros y su apellido. Esta particularidad, sin embargo, ha perdido importancia en los últimos años.

Cada suizo hereda un lugar de origen transmitido por su padre. Esa ciudad o pueblo conserva su certificado de familia, incluso en caso de traslado, y registra todos los nacimientos, matrimonios y decesos ligados a su registro comunal.

Numerosos ciudadanos helvéticos mantienen una relación afectiva con esta raíz geográfica, especialmente los que viven en el extranjero. “Conozco a muchas personas que regresaron a Suiza para encontrar sus raíces”, indica Beth Zurbuchen, presidente del Centro Suizo para América del Norte. “Por mi parte, tuve la suerte de poder visitar la granja de mi abuelo materno y la casa de mi bisabuelo paterno en Habkern. El hecho de saber que tengo familia aquí, por más lejos que esté, me emocionó hasta las lágrimas.”

A fines del 2012, el Parlamento suizo suprimió la obligación que tenían las comunas de origen de financiar las prestaciones sociales pagadas a sus conciudadanos. La única obligación que tienen en la actualidad es actualizar el registro comunal. La comuna de origen perdió a tal punto su importancia que no es indicada ni siquiera en los datos del censo federal.

 El lugar de origen y la ciudadanía están ligados a la persona, sea cual fuere su lugar de residencia. En cambio, la comuna de residencia significa una unidad territorial, resultado del conjunto de personas que allí viven.

El Derecho civil hace depender la residencia de la ciudadanía, que es en principio comunal, luego cantonal y federal. Se adquiere por nacimiento o matrimonio. El lugar de origen es transmitido por el padre a la esposa y los niños.

El lugar de origen es indicado  en Suiza en la mayoría de los documentos oficiales, como los pasaportes o las cédulas de identidad. Las personas que tienen varios deben decidir cuál de ellos quieren que figure en sus documentos de identidad.

A partir de la mitad del siglo XVIII se atribuyó una comuna de origen a los plebeyos, la que correspondía en general con el lugar de residencia del jefe de familia. Este pueblo o ciudad era responsable de mantener al día una compilación de los asuntos familiares de sus ciudadanos,  precursor del registro civil actual.

La noción de lugar de origen no existe en otros países.  Sus ciudadanos disponen de una ciudadanía nacional, pero no son al mismo tiempo ciudadanos de una comuna o cantón. El lugar de nacimiento tiene mayor importancia y es mencionado en los documentos oficiales.

Identidades múltiples

Normalmente los suizos tienen un solo lugar de origen, pero en la práctica muchas veces dudan cuando se les pregunta sobre su proveniencia. “Cito siempre mi comuna de origen cuando me preguntan de dónde  provengo en Suiza”, señala  Katharina Allen, que vive en Perth, Canadá. “Mi hermana, en cambio, evoca  el lugar de nacimiento y el sitio donde pasó algunos años de  niña, antes de trasladarse a Canadá”. 
 
En 2001, el Parlamento evaluó la introducción de una reforma que proponía reemplazar la comuna de origen por el lugar de nacimiento, como factor de identificación. Pero finalmente renunció, optando por el statu quo. El entonces diputado de la Unión Democrática del Centro (UDC/derecha conservadora) Walter Glur, argumentó que el lugar de nacimiento era un dato demasiado aleatorio, “porque un nacimiento puede acaecer en cualquier lugar”, en tanto que la sangre que corre en nuestras venas será siempre la de nuestra familia. Opinión compartida por muchos suizos.

“Mi lugar de nacimiento no tiene mucha importancia para mí: mi madre estaba por casualidad en Zúrich ese día”, explica Jack Gruring, originario de Biel/Bienne pero que vive en la actualidad en Croacia. “Lo que vale para mí es el lugar donde crecí”, escribe en el sitio de la red social swisscommunity.org. “Mi lugar de origen tiene un sentido, dado que allí se conservan los documentos ligados a mi historia familiar.”

Los Chevrolet y los Cailler

Numerosos patronímicos helvéticos están ligados a una comuna en particular. El repertorio de los apellidos publicado por el diccionario histórico de Suiza incluye más de  48.000 datos, de los cuales algunos se remontan a muchos años. Los Chevrolet, por ejemplo son originarios de un grupo de caseríos en el Cantón del Jura y los Cailler tienen sus raíces en las riberas del Lago Lemán.

“Me siento muy cerca afectivamente a mi lugar de origen dado que todos mis ancestros están enterrados allí, en un pequeño cementerio situado en la comuna de Cadro”, señala Manuelle Merenda, quien vive en Aix en Provence. En la vida cotidiana jamás encuentro a alguien que tenga mi apellido. Me sorprendió mucho descubrir que casi la mitad de las tumbas de Cadro llevan el nombre de Merenda o Ferrari.”

Por su parte, todos los suizos que se apellidan Zurbuchen son originarios de Habken, una vieja comuna de más de 700 años cuya población es hoy de 640 personas. Andreas Zurbuchen, empleado comunal, logró buscar las huellas de su origen hasta Peter, el más anciano del clan, que vivió en una parcela de tierra denominada  zer Buchen (textualmente, cerca del árbol de la haya) entre 1470 y 1535.

Llegar a la fuente

Los registros del Estado Civil, los archivos cantonales y los libros parroquiales representan una fuente de información preciosa para realizar investigaciones genealógicas. Y dado que esos documentos no sufrieron durante la guerra, hoy se mantienen intactos. Remontan a veces hasta el siglo XV, incluso más allá.

“No tengo una afinidad personal con mi lugar de origen, pero tiene un valor desde el punto de vista histórico”, indica Roland Isler que vive en Melbourne. “Todos los registros relacionados a mi familia se han conservado, incluso si sus miembros han partido a diferentes rincones del mundo. Si un día quisiera conocer más de mi historia familiar, sé dónde buscar.”

Algunos suizos que partieron el siglo pasado continúan a celebrar sus orígenes patricios. Silverio Petrini emigró de la comuna de Comano a Venezuela hace 44 años. “Formo parte de una de las familias patricias del pueblo”, subraya. “Mi lugar de origen tiene una gran importancia para mí. Significa mis raíces, y mis padres están enterrados allá.”

En el siglo XVI  un pequeño grupo de suizos, perseguidos por sus creencias religiosas, decidieron emigrar. Huían así de la represión del movimiento radical protestante anabaptista, cuyos miembros provenían, en su origen, de otros países europeos. Se instalaron en los Estados Unidos de Norteamérica, donde fundaron las comunidades Menonitas y  Amish.

Durante 450 años, Suiza exportó esencialmente soldados. Entre 1400 y 1848, según las estimaciones, más de dos millones de mercenarios helvéticos sirvieron a las órdenes de potencias extranjeras. Más tarde, los migrantes suizos fueron conocidos como mercaderes, misioneros, comerciantes o campesinos.

Según el Ministerio suizo de Extranjeros, 716.000 suizos, es decir más del 10% de la población del país, estaban registrados a fines del 2012 en alguno de los consulados suizos en el exterior. Más de 60% en Europa; un cuarto en el continente americano.

Enviados a Estados Unidos

Esta cercanía a las raíces tuvo un precio en sus orígenes. Los ciudadanos podían ser enrolados por sus gobernantes para defender sus tierras. Los nuevos residentes debían, por su parte, comprar el derecho de pertenecer a la comuna. A cambio, ese lugar de origen debía, hasta hace poco tiempo, asumir la responsabilidad financiera de sus ciudadanos si caían en la pobreza.

Más tarde esta obligación fue suprimida dada la importante carga pecuniaria que pesaba sobre las pequeñas comunas rurales, que tenían muchas veces más ciudadanos que residentes. En el siglo XIX, ciertas comunas ofrecieron incluso a sus habitantes más pobres pagarles el viaje a América para liberarse de ese peso que amenazaba sus limitados presupuestos. En revancha, ellos debían renunciar a la ciudadanía.

Numerosos suizos aceptaron y se instalaron en las grandes ciudades de América del Norte y del Sur, donde fundaron comunas rurales como Highland, Gruetli y Bernstadt.  Más de 1,3 millones de personas de origen helvético viven actualmente en Estados Unidos y en Canadá, según el Centro Suizo para América del Norte. 

Una buena parte de los 400.000 suizos que emigraron entre 1850 y 1914 fundaron luego colonias a las cuales les dieron el nombre de su comuna de origen – testimoniando las relaciones de proximidad con sus raíces. Hay 26 ciudades y pueblos denominados Berna y 16 que llevan el nombre de Lucerna.

“Cuando me encontré en el lugar exacto donde mis ancestros tomaron la decisión de dejar sus tierras de origen para permitir la sobrevivencia de la familia, tuve un muy fuerte sentimiento de pertenencia”, señala Beth Zurbuchen, que se considera afortunado por haber podido retornar físicamente sobre las huellas de sus raíces familiares.  

Ben Roethlisberger, defensor del equipo de fútbol norteamericano Pittsburgh Steelers, pudo reconstruir sus orígenes.
 
Su familia emigró a los Estados Unidos de Norteamérica de la región donde se produce el queso Emmental, hace cuatro generaciones. Antes de 1800, los Roethlisberger vivían en un grupo de caseríos repartidos alrededor de Langnau, según el registro civil de esas comunas.
 
Este deportista de elite pudo volver sobre huellas ancestrales en 2006 gracias a la ayuda de la iniciativa Swiss Roots, que más tarde se constituyó en el Centro Suizo para América del Norte. Viajó a Lauperswil, y encontró a miembros de su familia que vivían en la proximidad de la granja familiar, probó el queso local y  jugó hornussen, un deporte tradicional suizo con componentes del golf, criquet y beisbol. Se practicó por primera vez en 1625 en su pueblo de origen.

Traducción, Sergio Ferrari

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