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Rechaza expulsión testigo de tráfico de órganos

China, uno de los Estados con mayores denuncias sobre represión: Amistía Internacional. Keystone

Un ciudadano chino que denunció el tráfico de órganos de personas condenadas a muerte en su país se rehusó a abordar el avión que lo conduciría a Italia, luego de que Suiza le negara el asilo político, confirmó la Oficina suiza de Migraciones (ODM).

Con base en los Acuerdos de Dublín, la dependencia había decidido expulsar este jueves a Italia -primer país al que llegó en Europa-, al solicitante de asilo. La medida generó una serie de reacciones, incluida la de Amnistía Internacional que considera que Roma no garantiza procedimientos aceptables en la materia.

“El caso fue bien estudiado y es muy claro jurídicamente”, señaló el vocero de la ODM, Michael Glauser. En cumplimiento de los Acuerdos de Dublín, suscritos por Suiza, el ciudadano chino tendrá que dirigirse a las autoridades italianas, país al que llegó en Europa hace cerca de dos años, para presentar la solicitud de asilo.

Amnistía Internacional (AI) considera que “Suiza debe tener otra actitud” en la materia. “No debe rechazar a personas cuando haya indicios de que esas personas no pueden hacer su solicitud en el país donde estuvieron primero (en Europa) de manera aceptable y con un procedimiento que respete sus derechos”, afirmó Manon Schick, vocera de esa entidad en entrevista con swissinfo.ch.

Este jueves, y luego de que el ciudadano uigur rechazara volar a Italia, Michael Glauser explicó a la agencia suiza de prensa (ATS) que Berna tiene dos posibilidades: organizar un nuevo vuelo o realizar el procedimiento de asilo, según el derecho helvético, y decidir si otorga el asilo.

“Hasta ahora, la Confederación no se había interrogado sobre la admisibilidad o no de la solicitud de asilo del uigur, sino sobre la cuestión del país responsable del procedimiento”, anotó el portavoz de la ODM.

Odisea y testimonio

El protagonista del caso que nos ocupa habría formado parte de la policía secreta china, condición bajo la cual habría asistido a maniobras de las autoridades para recuperar los órganos de personas sentenciadas a muerte. Los condenados eran heridos durante los “fusilamientos” a fin de mantenerlos con vida hasta la extracción de sus órganos, según su testimonio.

En su edición del miércoles 28 de julio y en un amplio espacio, el diario ginebrino Le Temps publicó la historia y la denuncia de este uigur que de 1993 a 1997 habría acompañado al sitio de ejecución a los condenados a muerte de la región musulmana de Xinjianh, en el noroeste de China.

“No podía soportar más. Era para vomitar”, señaló el periódico de expresión francesa al difundir el testimonio del solicitante de asilo que huyó de su país en 2007, primero con destino a Dubai y luego con dirección a Europa. Llegó a Roma en 2008 y las autoridades italianas le otorgaron la visa Schengen. Se dirigió luego a Oslo y finalmente a Suiza, país al que llegó el 9 de noviembre de 2009.

Una versión factible

“No podía soportar más. Era para vomitar”, señaló el periódico de expresión francesa al difundir el testimonio del solicitante de asilo que huyó de su país en 2007, primero con destino a Dubai y luego con dirección a Europa. Llegó a Roma en 2008 y las autoridades italianas le otorgaron la visa Schengen. Se dirigió luego a Oslo y finalmente a Suiza, país al que llegó el 9 de noviembre de 2009.

Merced a que el primer punto de llegada en Europa fue Italia, corresponde a las autoridades de ese país ocuparse del procedimiento de asilo, ratificó la ODM. Para Amnistía Internacional esa situación representa un problema importante en el ámbito de los derechos humanos.

“Sabemos que no todos los países actúan de la misma manera en Europa en cuanto a las solicitudes de asilo y que en Grecia e Italia, por ejemplo, las personas no tienen procedimientos que sean aceptables”, acotó Manon Schick.

Precisó que AI no tiene información sobre el caso del presunto ex policía chino, pero consideró digna de crédito su versión. “Creo que es una historia que puede ser muy real. Una persona que trabaja en China en el tema de la pena de muerte, sea un policía o un médico, y que divulga en otro país las informaciones relativas, tiene muchos riegos de ser perseguido”, asentó.

“Como la pena de muerte es un secreto de Estado en China es muy peligroso hablar sobre ese tema”, insistió.

Denuncias en Ginebra

Amnistía Internacional ya tenía información sobre eventuales relaciones entre la pena de muerte en el país asiático (donde miles de personas son ejecutadas cada año) y el tráfico de órganos. Empero, coincide con las declaraciones hechas por el investigador estadounidense Ethan Gutmann, a Le Temps: hay pocos datos.

“No existen investigaciones muy claras y eso es un problema, pero este policía seguramente hubiera podido dar muchas informaciones sobre lo que pasa en China o lo que pasó en los años 90”, enfatizó Manon Schick.

Recordó que durante la IV Conferencia Internacional contra la Pena de Muerte, celebrada el pasado mes de febrero en Ginebra, un ciudadano chino que ahora vive en el exilio y que convivió en su país con personas sentenciadas a la pena capital, ofreció un amplio testimonio sobre el tema.

Explicó que de manera previa a la ejecución de una persona, acudía un médico para extraerle sangre y determinar a qué tipo correspondía. Lo anterior, con vistas a la extracción y entrega posterior de sus órganos. “Nos dijo que a muchas personas que él conoció y que fueron ejecutadas se les retiraron los órganos para luego ser transferidos en China”.

Indicios de tráfico bien organizado

Para la portavoz de AI, amén de los testimonios de ambos ciudadanos chinos, y aunque pocos, hay otras denuncias que permiten suponer la existencia de un tráfico muy bien organizado de órganos en China. “Y a autoridades chinas seguramente no tienen interés en que esas informaciones se hagan públicas”.

Por ello, ratificó, el solicitante de asilo corre muchos riesgos si vuelve a China o si se encuentra en una situación de contacto con representantes de las autoridades de ese país.

swissinfo.ch, Marcela Águila Rubín

Amnistía Internacional criticó el pasado mes de marzo a China por no revelar el número de personas que ejecutó el año pasado, que según calcula supera la cifra combinada del resto del mundo.

Irán tenía la segunda mayor cifra de ejecuciones en 2009, dijo la ONG en un nuevo informe en el que agrega que cerca de un tercio de las 388 muertes por sentencia ocurrieron en las ocho semanas de disturbios tras las disputadas elecciones presidenciales de junio.

“El año pasado hubo una aplicación intensa de la pena capital para enviar mensajes políticos, silenciar opositores y promover agendas políticas”, dijo el secretario general interino de AI, Claudio Cordone, en un comunicado.

“Las autoridades chinas afirman que se están realizando menos ejecuciones. Si esto es verdad, ¿No dirían al mundo a cuantas personas mata el Estado?”, dijo, tras la divulgación del informe sobre sentencias de muerte y ejecuciones de 2009.

China ya está bajo presión por una disputa sobre la censura en Internet con la empresa estadounidense Google.

Dieciocho países ejecutaron a un total de al menos 714 personas el año pasado y más de 2.000 personas fueron condenadas a muerte en 56 países.

Amnistía Internacional dice que sus cifras son conservadoras y que no incluyen al recuento de China, que según cree el grupo de derechos humanos superan los 1.000.

Sin incluir a China, Irak aprobó el mayor número de sentencias a muerte el año pasado y llevó a cabo 120 ejecuciones, quedando en tercer lugar de la lista.

Entre los métodos de ejecución registrados se incluyen ahorcamiento, fusilamiento, decapitación, apedreamiento, electrocución y la inyección letal.

Irán y Arabia Saudí fueron señalados por ejecutar a adolescentes, lo que según Amnistía viola la ley internacional.

Fuente: Reuters

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