Reflexiones sobre un verano caliente en el 2003
La llegada del otoño y las lluvias no han borrado aún la canícula estival que después de varias décadas, y en algún caso siglos, hizo transpirar más de lo usual en Suiza.
La Confederación Helvética, con sus pocos recursos naturales, encara los vaivenes del clima alpino con el fin de transformarlos en energía provechosa.
Aquel asecenso del mercurio a poco más de 41 grados Celsius en los Grisones… o los 37 en Berna… después de 1865 recuerdan el impacto en la agricultura sedienta,y la vulnerabilidad de los bosques a los incendios.
La fragilidad de las cumbres nevadas y las perturbaciones en la vida cotidiana – incluyendo los rieles del sistema ferroviario -, despertaron la intención de repasar los alcances que podrían tener los caprichos del clima en Suiza. El turismo será la industria más afectada.
Perfil geográfico
Suiza es un microcosmos con extremos. El lugar más bajo del territorio nacional se ubica en el mediterráneo Ascona (Tesino), a 196 metros sobre el nivel del mar. La cumbre ártica de Dufour (Valais) alcanza 4.634 metros y es el pico más alto del país.
Sorprende que la distancia en línea recta entre ambos límites ascienda apenas a 70 kilometros. Los mismos extremos se pueden observar en las precipitaciones.
Stalden, un pueblo en el cantón Valais, tiene un nivel de pluviosidad anual que no supera los 52 centimetros. En cambio, a unos 40 kilometros de allí, en la cumbre del Monte Rosa alcanza un promedio anual de 400 centímetros.
Suiza es tal vez el producto económico y social que refleja estas extremidades de la naturaleza y del clima. Tras un verano tan caluroso, los expertos pronostican para el país un clima futuro de tipo mediterráneo.
De aquí a medio siglo, las temperaturas podrían subir entre 3 y 4 por ciento en invierno y de 4 y 5 por ciento en verano. En consecuencia, los meteorólogos predicen inviernos lluviosos y veranos más secos.
El clima reta al turismo
Las nuevas perspectivas climatológicas podrían afectar sensiblemente a la industria del turismo y la ecología alpina. Los efectos del calentamiento terrestre ya se dejan sentir en las regiones alpinas suizas. Escasea cada vez más la nieve en las estaciones de esquí de mediana altitud.
Los expertos opinan que los saltos de temperatura pueden también modificar la magnitud y los ciclos de las crecidas de los ríos, entre ellos el caudal de los más grandes como el Ródano o el Rin.
Los inviernos más suaves provocan mayores riesgos de deslizamientos de terreno en las zonas de montaña. Se requerirán grandes inversiones para protegerse contra los nuevos peligros del clima.
Suiza, aparte de las grandes reservas de agua, casi no tiene recursos naturales. Aun así el pais helvético es uno de los más prósperos del mundo. El anunciado cambio climatológico alpino es un reto que se debe transformar en nuevas oportunidades económicas. El futuro ya ha empezado.
Los grandes centros del turismo en la región alpina están diversificando sus servicios e integran cada vez más su oferta. La zona de Jungfrau, en los alpes berneses, es un ejemplo de cómo toda una región turística puede adaptarse a las nuevas circunstancias. Hoy ofrece una gran variedad de actividades deportivas y de esparcimiento.
Nuevos caminos para nuevos climas
La vialidad y los accesos rápidos a los centros turisticos serán tal vez las ventajas comparativas más importantes en el nuevo entorno. La obra mayor para integrar el norte y el sur alpino representa el nuevo túnel ferroviario de 57 kilometros que está en plena construcción en la región del Gotardo.
Los cambios que impone el clima a la región alpina también tendrán su costo en la vida rural de cientos de miles de habitantes en Suiza. Si los típicos deportes de invierno – esquí, snowboard, campo traviesa – llegasen a perder su importancia en lugares por debajo de los 1500 metros de altura, los visitantes exigirán otras diversiones y servicios en el ámbito de la cultura y la diversión.
No todos sacarán provecho de las transformaciones que impondrán los caprichos del clima. La situación será difícil para algunas zonas alpinas que por su tamaño, ubicación y falta de rentabilidad perderán empleos, inversiones y atractivos.
Erwin Dettling, Zurich
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