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“Estamos en una encrucijada”

José Maria Ribeiro De Oliveira trabaja desde 2008 en Suiza. Keystone

La decisión de limitar la entrada de ciudadanos europeos al mercado laboral helvético preocupa a la colonia portuguesa residente en Suiza. Las asociaciones lusitanas aún no han reaccionado oficialmente. swissinfo.ch ha recogido los testimonios de algunos de sus representantes.

La iniciativa Contra la inmigración masiva, aprobada el 9 de febrero con el 50,3% de los votos, prevé un plazo de tres años para que el Estado establezca cupos máximos de trabajadores extranjeros. El Gobierno ha anunciado esta semana que de aquí a junio presentará un plan de acción y antes de fines de año elaborará un proyecto de ley.

Manuel Beja, hoy jubilado, lleva muchos años en Suiza. El exsindicalista conoce bien el sistema de contingentes de mano de obra extranjera y el estatuto del temporero que marcaron durante décadas la política suiza en materia de inmigración.

“El estatuto del temporero vigente durante más de sesenta años fue injusto y discriminatorio. Siempre se protegió a los directivos extranjeros de las grandes empresas. Para todos los demás, la situación fue extremadamente difícil”, afirma.

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Vuelta al pasado

Lo peor del sistema de contingentes era la dificultad de la llamada reagrupación familiar. Los permisos de trabajo eran temporales y solían durar nueve meses. Durante los tres restantes, los obreros regresaban a sus países de origen. Los extranjeros solo podían traer a sus familias a Suiza una vez que obtenían el denominado permiso B, el de estancia. Y para solicitarlo, necesitaban haber cumplido cuatro años consecutivos de contratos temporales.

“Vamos a ver cómo se pone en práctica la iniciativa, la votación del domingo, pero me temo que se quiera limitar de nuevo el derecho a la reagrupación familiar de los trabajadores extranjeros”, señala Antonio Da Cunha, presidente de la Federación de Asociaciones Portuguesas en Suiza y profesor de Geociencias en la Universidad de Lausana.

Otra de las preocupaciones es que se agrave el problema de la mano de obra clandestina y de la explotación. “Recuerdo acompañar a compatriotas que ganaban 2 o 3 francos a la hora y que tuvieron la valentía de denunciar a sus patrones”, dice Antonio Da Cunha.

Aspectos paradójicos

El profesor universitario rechaza algunos de los argumentos evocados para restringir la inmigración. Por ejemplo, que los trabajadores europeos –en virtud del acuerdo de libre circulación con la UE- están quitando puestos de trabajo a los suizos. “El índice de desempleo (3,5%) se mantiene estable y es uno de los más bajos en Europa. Significa, por tanto, que el contingente ideal es el de la libre circulación”.

Y a quienes culpan a los extranjeros de la saturación en el transporte público y el sector inmobiliario Antonio De Cunha responde: “El transporte público en Suiza es puntual y figura entre los mejores del mundo. Y en cuanto a la escasez de viviendas en los grandes centros urbanos, poco se ha agravado, y existe desde hace al menos quince años”.

Lo paradójico, a su juicio, es que las regiones con mayor concentración de población extranjera, como la Suiza de habla francesa y las grandes ciudades, han votado en contra de la iniciativa. ¿Entonces como se explica el resultado? “Hay un temor generalizado en Europa, tal vez derivado de la globalización, y algunos partidos sacan provecho de esta inseguridad con un discurso que tergiversa la realidad, lo cual es preocupante”.

Los portugueses son la tercera colonia extranjera más numerosa en Suiza, detrás de los italianos y los alemanes.

Su número ha aumentado durante los últimos años, según datos de la Oficina Federal de Estadística.

196.800 en 2008

20.6000 en 2009,

212.600 en 2010

223.700 en 2011

237.900 en 2012

Los primeros llegaron a mediados del siglo XX. Eran estudiantes e intelectuales que habían huido de la dictadura de Salazar y se establecieron principalmente en la región de Ginebra.

La primera gran ola de inmigrantes portugueses llegaron en los años 1980 con el estatuto de temporeros (contrato temporal de nueve meses) para trabajar principalmente en los sectores de la restauración, hostelería y agricultura.

Hoy, con el acuerdo de libre circulación de personas que firmaron Suiza y la Unión Europea, pueden trabajar e instalarse en Suiza.

Portugueses a favor

No obstante, algunos portugueses nacionalizados han votado a favor de la iniciativa. En opinión de Manuel Beja, “es egoísta votar contra tus propios conciudadanos y algunos privilegiados han olvidado la larga lucha para conseguir una vida digna”.

Antonio Da Cunha ha observado en su entorno votos favorables a la iniciativa. Los extranjeros que gozan de ciertos privilegios y empleos estables, dice, tienden “a protegerse de la competencia de otros extranjeros”. No obstante, su elección puede interpretarse también como una señal de integración.

Traducción del portugués: Belén Couceiro

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