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Maliki renuncia como primer ministro Irak, líder suní busca ayuda EEUU contra insurgentes

Un tanque de las fuerzas kurdas dispara contra militantes del Estado Islámico en Khazer. Ago 14, 2014. Nuri al-Maliki finalmente desistió en su intento de mantenerse en el poder y renunció el jueves a su puesto como primer ministro de Irak, allanando el camino para formar un nuevo Gobierno de coalición que las potencias esperan pueda poner fin a la insurgencia suní que amenaza Bagdad. REUTERS/Azad Lashkari reuters_tickers

Por Raheem Salman y Michael Georgy

BAGDAD (Reuters) – Nuri al-Maliki finalmente desistió en su intento de mantenerse en el poder y renunció el jueves a su puesto como primer ministro de Irak, allanando el camino para formar un nuevo Gobierno de coalición que las potencias esperan pueda poner fin a la insurgencia suní que amenaza Bagdad.

Maliki puso fin a ocho años de un mandato divisivo y sectario, y en un discurso televisado le dio su respaldo al chií Haider al-Abadi, quien será su sucesor.

“Hoy anuncio ante ustedes, que para ayudar al proceso político y la formación de un nuevo Gobierno, retiro mi candidatura a favor del hermano Dr. Haider al-Abadi”, dijo Maliki.

El hombre que durante años complotó desde el exilio contra Saddam Hussein generó comparaciones con su ex enemigo, que lanzó una campaña de represión brutal contra los chiíes y los kurdos.

Los críticos acusaron a Maliki de ser un líder autoritario con una agenda sectaria que llevó a los suníes, entre ellos a líderes tribales fuertemente armados, a sumarse al Estado Islámico para revivir una sangrienta guerra sectaria.

Parado junto a clérigos, políticos y oficiales del Ejército -en un aparente intento de mostrar a los iraquíes que los líderes alcanzaron un consenso para el cambio-, Maliki habló de teorías conspirativas, algo usual en sus discursos.

Agencias de inteligencia regionales e internacionales provocaron una guerra sectaria al trabajar con “fuerzas políticas locales que dieron una pantalla política a organizaciones terroristas”, aseguró Maliki.

Más temprano el jueves, el gobernador de la provincia suní de Anbar dijo a Reuters que Estados Unidos le había prometido ayuda para luchar contra el grupo militante Estado Islámico, lo que podría revivir una alianza que ayudó a desbaratar una amenaza militante suní previa, la red Al Qaeda.

Ahmed Khalaf al-Dulaimi dijo a Reuters que su pedido, hecho en reuniones con diplomáticos estadounidenses y un alto funcionario militar, incluía apoyo aéreo contra los militantes que controlan grandes partes de su desierta provincia y del noroeste de Irak.

Dulaimi agregó que los estadounidenses habían prometido ayudar.

“Nuestro primer objetivo es el apoyo aéreo. Su capacidad tecnológica ofrecerá mucha información de inteligencia y control del desierto y muchas cosas que necesitamos”, dijo en una entrevista telefónica.

“No se ha decidido una fecha, pero será muy pronto y habrá una presencia estadounidense en el área occidental”, agregó.

No hubo comentarios inmediatos de parte de funcionarios estadounidenses.

AVANCE INSURGENTE

Después de que Estado Islámico capturara la metrópolis norteña de Mosul en junio, su rápido avance hacia las fronteras de la región autónoma kurda alarmó a Bagdad y la semana pasada desató los primeros ataques aéreos de Estados Unidos sobre Irak desde el retiro de sus tropas en 2011.

La presencia estadounidense en Anbar es un tema mucho más sensible. La región, escasamente poblada y que comparte gran parte de la frontera iraquí con Siria, fue profundamente antiestadounidense durante la ocupación de Washington.

Líderes tribales y habitantes del lugar vieron el reemplazo del suní Saddam Hussein por parte de los líderes de la mayoría chií de Irak, respaldados por Estados Unidos, como una amenaza y tomaron las armas. Combatientes de Al Qaeda se acercaron para unirse a ellos.

Estados Unidos montó su mayor ofensiva de la ocupación contra varios grupos de militantes islámicos en la ciudad de Falluja, en Anbar, al oeste de Bagdad. Sus soldados experimentaron algunos de los combates más feroces desde la guerra de Vietnam.

Eventualmente, el Ejército estadounidense pudo persuadir a algunos de sus oponentes suníes más duros para que luchen contra Al Qaeda.

La estrategia llevó a un período de calma. Pero Maliki, quien ahora está siendo reemplazado por un líder chií que genera más consenso, generó una nueva enemistad con muchos suníes.

El Estado Islámico, repudiado por Al Qaeda como demasiado radical después de tomar el control de grandes partes de Siria, capitalizó sus avances territoriales en Siria y las tensiones sectarias en Irak para ganar control de Falluja y Ramadi, la capital de Anbar, a principios de este año.

El presidente iraquí ha nombrado a un nuevo primer ministro, Abadi, quien es visto como un chií más moderado con buenas posibilidades de mejorar los lazos con los suníes.

Abadi tiene la delicada tarea de conformar un nuevo Gobierno en un país con crecientes tensiones sectarias.

El jueves, la explosión de una bomba en un bus en el centro de Bagdad dejó al menos tres muertos y seis heridos.

La violencia sectaria alcanzó niveles similares a los del periodo 2006-2007, el punto más álgido de la guerra civil.

(Reporte de William James, Reporte adicional de Raheem Salman, Editado en español por Lucila Sigal y Javier Leira)

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