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Multas al que no vota en un cantón suizo

RDB

Schaffhausen no solo se destaca por ser el estado más norteño de Suiza, al ser un recodo en el paisaje fronterizo con el vecino germano. También es el único del país alpino, y uno de los pocos sitios en el mundo, que sanciona a quienes no votan.

En marzo pasado, el Parlamento cantonal decidió duplicar a partir de 2015 el costo de la pena de 3 a 6 francos suizos. Si bien la suma es pequeña, menos de lo que cuesta una cajetilla de cigarrillos en Suiza, para los habitantes de esta entidad y sus autoridades, esta sanción tiene, sobre todo, un valor simbólico.

Acabamos de dejar atrás las cascadas del Rin, las mayores de Europa. Es una mañana soleada cuando el tren se detiene en la estación de Schaffhausen. Solo a unos pasos estamos en el centro de la capital del cantón.

Aunque es temprano, la calle comercial principal, la Vordergasse, está repleta de gente. Sobre ella también se encuentran muchas edificaciones barrocas, como la Haus zum Ritter.

Schaffhausen es un cantón pequeño y hogar de más de 80.000 personas, alrededor del 1% de la población en Suiza.

Aunque el estado ha evolucionado en muchos aspectos – un reciente viraje de diversificación económica del vecino Zúrich provocó aquí la llegada de un buen número de multinacionales, como Unilever – se conserva un sentido tradicionalista. Y esto se refleja en la actitud del voto.

“El cantón de Schaffhausen es el único en Suiza que obliga al electorado a participar en votaciones y elecciones”, indica el director administrativo del gobierno cantonal Stefan Bilger, desde su oficina con vista a la fortaleza Munot del siglo XVI, otro punto emblemático de la ciudad.

El voto obligatorio, común en el siglo XIX, fue abolido en los otros 25 cantones helvéticos en la década de 1970, explica Bilger, encargado en Schaffhausen, entre otras tareas, de supervisar el voto local. En este cantón, en repetidas ocasiones se ha intentado terminar con esta práctica, sin éxito.

Gentil presión

“La ventaja del voto obligatorio es que se trata de una manera gentil de ejercer presión sobre los ciudadanos para que se involucren en los asuntos políticos”, considera Bilger.

Además de las citas electorales, el sistema de democracia directa de Suiza permite a la ciudadanía emitir su voto en referendos y votaciones populares para evaluar asuntos puntuales varias veces al año. La participación en las urnas en Schaffhausen es entre un 15% y 20% superior a la del resto del país. En las más recientes votaciones del 9 de febrero pasado, cuando se evalúo el freno a la inmigración, en Schaffhausen votó el 70,5% del electorado, mientras que a escala nacional fue el 55,8%.

Pero Bilger sostiene que este diferencia no se debe a las multas. Es relativamente fácil excusarse de votar y las razones aceptadas, como vacaciones o enfermedad, no son controladas. El elector, en su boleta de voto (que recibe por correo en las semanas previas a la cita en las urnas) debe escribir la razón y reenviarla a las autoridades competentes. Incluso el abstencionista tiene tres días de gracia tras la fecha de la votación para devolver su carta de elector, sin invocar razón alguna.

Solo si un elector no cumple con ninguna de esas posibilidades, recibirá la multa al final del año, cuando llega una única factura con todas las eventuales sanciones acumuladas durante los últimos doce meses..

Esta pena resulta mucho menos severa a la que se impone en Australia, uno de los más de 20 países donde el voto es obligatorio. Allí la multa se eleva a unos 16 francos suizos (unos 20 dólares australianos), y aquel que no la pague, puede, incluso, terminar ante los tribunales.

En Europa Occidental: Bélgica, Luxemburgo, Liechtenstein, Chipre y Grecia.

En diversos países de Centro y Sudamérica existe la obligatoriedad del voto en grados diversos. Es un derecho en Nicaragua, República Dominica y Venezuela; un deber sin sanción en caso de incumplimiento en Colombia, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, México y Panamá; y con sanción en caso de incumplimiento en Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Ecuador, Honduras, Paraguay, Perú y Uruguay.

En Australia, el voto obligatorio se introdujo en 1924, como respuesta a un alta tasa de abstencionismo.

En Singapur se introdujo en 1959. En las Islas Fiyi y Tailandia, en 1997.

(Fuente: Comisión Electoral Británica, Instituto Internacional de Democracia y Asistencia Electoral)

Obligación civil

Lo que motiva a la gente a votar es el respeto que tienen por cumplir su derecho cívico, opina Bilger. Esto se deduce solo de ver el gran número de personas que deciden acudir personalmente a las urnas el día que se vota algún asunto, en comparación con el bajo número de votos por correspondencia, previos a la cita.

“La gente considera que su derecho a votar es un privilegio e, incluso, emite su voto con un poco de orgullo”.

Este sentimiento se observa en las calles de la ciudad. “Nunca me olvido de votar y todos mis conocidos tampoco”, indica una mujer de unos 70 años de edad. “Somos un cantón pequeño, muy unido, y todo el mundo se encuentra en las urnas. Es una tradición aquí”.

“Siempre voto y mis amigos, también”, indica un joven de 20 años, mientras descansa y fuma un cigarrillo en un jardín de la ciudad. “Es importante tomar en serio el derecho de voto, sobre todo cuando hay tantos lugares en el mundo donde no se puede votar”. No obstante, reconoce que los jóvenes se interesan poco en la política. “Creo que empiezan a ocuparse de la vida política solo después de los 20 años de edad”.

Pero, pese a la obligatoriedad del voto, en Schaffhaussen hay gente que prefiere pagar las multas, como el hotelero René Laville, un abstencionista frecuente, entrevistado por la televisión pública suiza.

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A partir de 2015, la multa se duplica

Que se haya duplicado la multa, como parte de la revisión general de la ley electoral, sin oposición en el Parlamento local es también sintomático. Se consideró que la cantidad, sin modificaciones durante más de 40 años, debía ponerse en concordancia con el incremento inflacionario (lo que habría significado 7 francos, en lugar de 6). Antes de 1973, el cargo era de un franco, una tarifa que se conservó durante un siglo.

El aumento a seis francos de esta multa entrará en vigor en 2015 y contribuirá a cubrir los gastos asociados a los costos de administración del sistema punitivo.

Norbert Neininger, redactor jefe y editor del diario local Schaffhauser Nachrichten, considera que el interés por el debate político en el cantón ha sido, incluso, un elemento vital para la subsistencia de su periódico.

“Si bien puede parecer extraordinario, no creo que una pena monetaria haga que uno vote más fácilmente. De alguna manera se trata de concienciar a la gente de que el voto es algo valioso”, opina Neininger, desde su oficina en la Vordergasse.

Al periodista poco convence el voto por correspondencia, posible en Suiza, en el periodo previo a la fecha de la votación  en las urnas. Prefiere acudir a los casilleros de voto ese día, luego de evaluar en casa los temas a tratar. No obstante, Neininger acepta que algunos no puedan acudir personalmente a las casillas de voto.

En opinión del politólogo Georg Lutz, la obligatoriedad del voto no significa necesariamente mayor interés por parte del electorado en los temas tratados en las urnas, indica en una entrevista a la TV helvética.

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Los ciudadanos de Schaffhausen, como todos los de Suiza, están llamados a votaciones federales el 18 de mayo próximo para tratar temas como el salario mínimo y la compra de aviones de combate para las Fuerzas Aéreas. El electorado local evaluará, además, si sus autoridades deben o no reorganizar el reparto municipal de esta pequeña entidad helvética de 24 comunas, 14 de ellas con menos de mil residentes, lo que vuelve la administración ineficiente y costosa.

Pero en esta próxima cita en las urnas, no se pondrá en cuestión el voto obligatorio en el único estado de Suiza donde aún subsiste.

Es el cantón más norteño de Suiza.

El 80% de su territorio hace frontera con Alemania.

Es conocido por su vino y por las cascadas del Rin, las mayores de Europa. Tres millones de personas al año las visitan.

Tiene una superficie de 298 kilómetros cuadrados, equivalente el 0,7% del territorio helvético.

Más de 80.000 personas viven en este estado. La mitad, en la capital homónima. La población extranjera asciende a 19.000 personas.

Durante las últimas dos décadas, el cantón ha buscado aumentar su atractivo como sede de la industria y de las empresas dedicadas a la tecnología de punta, para hacer competencia a otros puntos de interés en estos sectores como lo son Zúrich, Vaud y Zug.

Empresas como Unilever, Bosch y Abbott Laboratories tienen sede en Schaffhaussen. Wal-Mart y John Deere tienen sus oficinas centrales aquí.

(Fuente: Cantón de Schaffhausen, Turismo de Schaffhaussen,  swissinfo.ch)

Traducción: Patricia Islas

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