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“En plebiscito, la Copa Mundial hubiera obtenido el 90%”

El ministro Gilberto Carvalho considera que faltó comunicación. José Cruz/ABr

La mirada mundial está en Brasil, donde este jueves arranca la fiesta máxima del balompié. Sin embargo, el camino ha sido cuesta arriba: la organización del evento ha estado acompañada de manifestaciones masivas de rechazo en un país considerado por muchos “la capital mundial del futbol”. Gilberto Carvalho, Secretaría General de la Presidencia, admite errores de gestión y comunicación.

En visperas de la Copa del Mundo, el clima se hizo tenso en Brasilia y otras capitales del país. Violentos enfrentamientos y escenas de destrucción  se registraron en Copacabana, en el marco de la protesta de los pobladores de una comunidad vecina, a raíz de la muerte en abril de un joven bailarín, por balas policiales. La impresión era que cualquier chispa podía hacer explotar todo.

Después de las grandes protestas callejeras de junio del 2013, el Gobierno federal no descarta nuevas manifestaciones en el contexto del Campeonato Mundial.  Para contraponerse a la opinión negativa en aumento –las encuestas indicaron una tendencia decreciente en cuanto a la aceptación del evento-, la presidenta Dilma Roussef ordenó una gran ofensiva publicitaria que incorporó distintos sectores gubernativos y también agencias de publicidad.

El ministro de la Secretaría General de la Presidencia, Gilberto Carvalho, recibió el mandato de dialogar con los movimientos sociales, sindicatos y organizaciones no gubernamentales (ONG). Para ello, desde abril realizó visitas a las 12 ciudades sedes del Mundial, participando en espacios denominados “Diálogos Gobierno-Sociedad Civil: Copa 2014”

Al recibir a swissinfo.ch en su despacho del Palacio de Planalto para una entrevista exclusiva, Carvalho admitió que el Gobierno cometió fallas en la comunicación y que “hubo problemas de licitaciones e incluso de incompetencia gerencial”, para explicar los atrasos de las obras de infraestructura. Sin embargo, subrayó, Brasil “va a ganar mucho con la Copa”. 

swissinfo.ch: ¿Por qué las informaciones internacionales han sido tan negativas en los últimos tiempos sobre Brasil y el Mundial?

G.C.: Con los 12 sitios deportivos super modernos, el país gana 12 espacios multiuso que no serán elefantes blancos. Voy a darle un ejemplo: en treinta y seis años, el antiguo Estadio Mané Garrincha (Brasilia) recibió unos 340 mil espectadores. En un año de uso el nuevo Estadio Mané Garrincha ya acogió 655 mil espectadores. ¿Y cuál es la causa de ese aumento? Que no se trata solo de fútbol… Son  espacios adaptados también para otros espectáculos. Además, entendemos que la Copa dio la oportunidad de un cambio profundo en la infraestructura urbana. Estoy hablando de aeropuertos, puertos, obras viales y otras formas de movilidad urbana como la ampliación de los metros, VLTs (vehículos livianos) o BRTs (corredores de ómnibus), que en todo caso hubieran tenido que realizarse en beneficio de la gente aun si no hubiera un Mundial programado. Pero que sirven también para el campeonato.  Fundamentalmente, el problema real fue el desastre de nuestra comunicación que no logró traducir esta realidad a la población. Obviamente, existe el interés de la oposición de desacreditar la imagen del Gobierno.

swissinfo.ch: Las manifestaciones del año pasado fueron retomadas por la opinión pública internacional. Usted encontró en las últimas semanas a representantes de los movimientos sociales para intercambiar sobre los problemas específicos que les aquejan. ¿Por qué la gente salió a las calles para protestar?

G.C.: Es difícil explicar cada cosa. Según nuestra percepción, hemos promovido en Brasil un proceso de inclusión social extraordinario que beneficia a más de 40 millones de brasileros. Pero ese proceso de inclusión se dio dentro de un padrón de desarrollo y consumo que trae sus problemas: la incorporación de esos 40 millones de personas no deja de crear un cierto estrés en la vida de las ciudades. Hay mucha más gente que circula, que estudia, que trabaja y se traslada. Lamentablemente no hicimos la inversión que hubiésemos tenido que hacer – y que estamos promoviendo ahora- en cuanto a movilidad urbana en el transporte público. Además, había en el país una gran deuda en cuanto a educación y la salud.  Vamos avanzando pero no es suficiente.  No logramos dar respuesta a todos esos problemas. Para esa población que fue emergiendo, los parámetros de exigencia son otros. El joven que está hoy en la calle cuando Lula llegó al gobierno tenía 7 u 8 años. Ese joven no conoce el Brasil de ayer. Ganó una conciencia extremadamente positiva de ciudadanía y derecho de lucha, mucho mayor de lo que tuvimos antes con la dictadura o los gobiernos neoliberales. En un comienzo esas manifestaciones me parecieron extremadamente saludables. Obligaron al Gobierno a avanzar más rápido. Y es en función de esas protestas que tuvimos que impulsar todas estas inversiones que usted observa ahora en las grandes ciudades. Con relación a la Copa, parte de las manifestaciones de protesta se deben a falta de información. Estoy comprobando esta realidad: a donde voy y doy cifras sobre la Copa, la gente queda impresionada y hasta molesta de no haber tenido esas informaciones antes.

swissinfo.ch: Ante la posibilidad que se den nuevas manifestaciones, ¿cómo se va a posicionar el Gobierno?

G.C.: Se van a dar. Y es bueno que el mundo venga a Brasil y vea que nuestro país es democrático y que la gente puede manifestarse libremente. Nuestra preocupación es contener la violencia. Queremos aislar y darle un tratamiento particular a aquéllos que piensan que la violencia es el mejor método de protesta. Pero esos grupos serán tan pequeños y aislados que, sin apoyo de las grandes masas, van a perder mucha fuerza. Las manifestaciones pacíficas podrán darse y serán parte de lo que yo denomino el colorido democrático del Mundial.

swissinfo.ch: Una de las consecuencias de las manifestaciones del año pasado fue la propuesta de una reforma política a través de una consulta popular. El año pasado se hizo en Suiza un referéndum sobre la realización de las Olimpíadas de Invierno, en el cual el electorado expresó su reprobación. ¿Piensa que si la Copa del Mundo hubiera sido llevada a las urnas hubiera habido un voto popular positivo?

G.C.: El plebiscito hubiera sido bueno. Tenemos que introducir en la Constitución brasilera formas de participación más efectivas. Estamos promoviendo ahora un sistema nacional de participación social. Después de las manifestaciones, la presidenta lanzó la idea de un plebiscito de reforma política que fue rechazado por el Parlamento, que lamentablemente es muy conservador. Pero la presidenta Roussef insistió con esto. Incluso explicó a los jóvenes que solo con manifestaciones de calle, casi del tipo de las que promovieron en su momento las Directas-Ya, se va a lograr de hecho una constituyente para promover la reforma política. Terminando con ese problema de fondo que es el financiamiento empresarial de la campaña política en Brasil y creando mecanismos de participación. Sin embargo, no tengo ninguna duda que a diferencia de los que pasó en Suiza, si se hubiera hecho un plebiscito en aquel momento en Brasil con respecto al Campeonato del Mundo de Fútbol, se hubiera ganado con el 90%. La Copa fue acogida por el país con gran entusiasmo.

swissinfo.ch: Sin embargo hasta ahora no se vio ninguna manifestación a favor de la Copa…

G.C.: No estoy de acuerdo. El problema no es contra la Copa, sino contra la manera en que fueron construidos los procesos para la Copa. Insisto, la falta de comunicación que tuvimos para decirle a la gente lo que estaba realmente pasando.

swissinfo.ch: La previsión de gastos para el Mundial es de R$ 25,6 billones entre recursos públicos y privados. Quien conoce la realidad de Brasil no tiene derecho a preguntarse: ¿para qué gastar ese dinero?

G.C.: El Mundial será una enorme ventana de oportunidades para Brasil. ¿Usted imagina cuánto costaría una publicidad que colocase al país en el centro del mundo durante treinta o cuarenta días? Cada ciudad-sede va a recibir periodistas del mundo entero que van a poder mostrar los problemas pero también la grandiosidad, los aspectos turísticos, culturales, económicos del país y de la gente. Brasil va a ganar mucho desde la perspectiva del desarrollo del turismo. Estamos aumentando nuestra infraestructura. Estamos generando un número increíble de empleos. Nuestro gasto total para la Copa será, de hecho, de 25 billones. De los cuales solo ocho fueron destinados a los estadios. Los otros diecisiete son fondos públicos para logística, transformación de aeropuertos, estaciones de ómnibus, avenidas, sistemas de transporte, etc. De esos ocho billones, solo un billón, el destinado para el estadio de Brasilia, fue dinero del Estado. Para el resto, ni un peso. Lo que hicimos fue financiar por préstamos –que serán devueltos- la construcción de otros estadios que pertenecen a privados, sea clubes o empresas como en el caso de Manaos y Natal.

Es un mito lo que se dice que Brasil gastó billones para la Copa y dejó de invertir en infraestructura social. El presupuesto que tenemos en el país para educación y salud durante toda la preparación del Mundial indica que hemos invertido en esos sectores 825 billones de reales. ¡Vea la proporción! No tiene sentido esa crítica. Ese dinero destinado a la Copa – y que no es público- generará, solo a nivel de impuestos, de comercio etc. un beneficio mucho mayor de lo que estamos gastando. La crítica representa una visión muy estrecha y pequeña de aquellos que argumentan que se trata de un gasto inútil. Se trata, y es cierto, de una inversión que va a significar beneficios para el país. La Copa de Confederaciones, en junio del 2013, por ejemplo, ya se pagó. Mire aquí (exhibiendo gráficos): la Copa de Confederaciones generó 303 mil empleos, de acuerdo a los datos del FIPE que no es un órgano del gobierno. La Copa del Mundo es un evento tres veces mayor. Según un estudio de la Fundación Getulio Vargas, va a inyectar más de 142 billones a la economía brasilera entre 2010 y 2014. Durante el Mundial, solo en el sector turismo se generarán cerca de 47,9 mil plazas entre abril y junio del 2014. Son beneficios reales que serían una  pérdida en caso que no se hubiera organizado el Mundial aquí. El desafío ahora es corregir los errores, clarificar la comunicación,  que fue una gran falla nuestra. Es decir, movilización y diálogo para hacer de la Copa una gran fiesta.

Nacido en Londrina, en Paraná, el 21 de enero de 1951, Gilberto Carvalho es Ministro –Jefe de la Secretaría General de la Presidencia de la República.

Estudió Filosofía en la Universidad Federal de Paraná. En 1973 comenzó cursos durante tres años de Teología  en el Studium Theologicum de Curitiba. Trabajó como soldador entre 1975 y 1984 en fábricas de Curitiba y en la ABC (región metropolitana) paulista.

Militó en la Pastoral Obrera Nacional, ligada a la Iglesia Católica. Fue secretario general de dicha organización entre 1985 y 1986. Fue también coordinador del Movimiento Fe y Política entre el 2001-2003.
 
Secretario de Comunicación entre 1997 y el año 2000 y de Gobierno en el 2001, en la Prefectura de Santo André ABC (región metropolitana de San Pablo).

Ocupó diversas responsabilidades en el Partido de los Trabajadores (PT) en tanto presidente del directorio de Paraná (1987-89); secretario nacional de formación política (1989-93); director del Instituto Cajamar- Centro de Formación Política y Sindical (1989-93); secretario general nacional (1993-95) y secretario nacional de comunicaciones (1995-97).

Antes de asumir la Secretaría General de la Presidencia de la República, dirigió el gabinete personal del presidente Luiz Inácio Lula da Silva durante sus dos mandatos. 

Según la revista Piauí, Carvalho se ocupa formalmente de la relación del Gobierno con los movimientos sociales, pero “su principal papel hoy es ser consejero para temas amplios, generales e irrestrictos, antes ejercido por el ministro Antonio Palocci”
 
Está casado y tiene cinco hijos.
 
Fuente: Gobierno brasileiro y  revista Piauí

Traducción del portugués, Sergio Ferrari

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