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Lisa Bosia, la pasionaria tesinesa de los refugiados

En un hotel de Chiasso que alberga también refugiados, Lisa Bosia, en el centro, con una familia llegada de Siria, con su bebé de apenas unos meses. (swissinfo) swissinfo.ch

42 años, de los cuales 20 al servicio de los “condenados de la tierra”, Lisa Bosia, trabajadora social de Chiasso (Tesino) no contabiliza sus horas ni especula con su entusiasmo. Su red de apoyo a los refugiados sirios que llegan de Italia a la frontera suiza crea un puente con los voluntarios que actúan en Milán y en Sicilia. Perfil.

Una calurosa tarde soleada en un bar de la playa de Melano, en la costa sur del Lago de Lugano. Lisa llega a la terraza con un libro bajo su brazo. Es “Mamadou va a morir”, del periodista italiano Gabriele del Grande. Mamadou se confronta con la muerte cuando se embarca sobre una barcaza para atravesar el brazo del Mediterráneo que separa la costa nor- africana de la isla de Sicilia. Mamadou podría ser sin duda alguna  uno de esos refugiados desesperados que Lisa Bosia apoya por vocación.

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Las intensas jornadas de Lisa

Este contenido fue publicado en Ayudar a los demás es en ella una segunda naturaleza. Durante 20 años, Lisa Bosia ha estado al servicio de “los condenados de la tierra”.

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Enérgica, infatigable, cálida, Lisa vive profundamente su compromiso hacia los solicitantes de asilo, hacia los refugiados, hacia todos esos “condenados de la tierra” que se abalanzan por la frontera de Chiasso. Todo esto en un Cantón, como el de Tesino, donde los populistas de la Liga representan el segundo partido y donde el 68% de los electores apoyaron el pasado 9 de febrero la iniciativa que propugna limitar la inmigración, promovida por la conservadora Unión Democrática de Centro (UDC).

La herencia de su fibra social

Desde el año 2000, Lisa labora a tiempo parcial como trabajadora social en la AOS (Ayuda Obrera Suiza). Su historia de vida es insólita: “Nací en valle de Blenio (en el norte del Tesino) de padre tesinés, veterinario de profesión,  y de madre italiana, educadora, y muy poco convencional. Cuando yo era pequeña mis padres se divorciaron y mi madre me llevó con ella a Cesenatico en la ribera adriática donde su familia tenía una pequeña casa de vacaciones al borde del mar. Crecí y cursé mi escuela en Italia lo que me convirtió en una tesinesa atípica, con doble nacionalidad”,  precisa riendo.

Su compromiso social remonta a hace mucho tiempo y lo hereda de su madre: “En casa siempre había un lugar en la mesa fuera para el vendedor magrebí de alfombras o para la familia marroquí que había recibido la orden de abandonar el país y que nosotros hospedamos  clandestinamente. La madre estaba embarazada y la pareja tenía una hija de mi edad a la que yo le daba lecciones de italiano”, recuerda Lisa. Con el transcurso de los años, esta familia logró obtener el permiso de estadía y luego la nacionalidad italiana y mantuvo siempre el contacto con Lisa.

Nawal Soufi

Militante de derechos humanos, comprometida desde un primer momento en el apoyo al pueblo sirio, la periodista Nawal Soufi, marroquí de 26 años, establecida en Catania (Sicilia), visita cotidianamente, con otros jóvenes voluntarios sicilianos, la estación y el puerto de esa ciudad para recibir a los refugiados que acaban de desembarcar en la isla.

Está en contacto permanente con las frágiles embarcaciones que atraviesan el canal de Sicilia y sus intervenciones ante la marina militar italiana y la Guardia Costera han permitido salvar numerosas vidas.

En diciembre 2012, Nawal viajó a Homs (Siria), al frente de un convoy de víveres destinado a 800 familias. Los documentales que filmó en Siria y Libia, así como su compromiso a favor de los refugiados, le valieron el Premio “Mujer de Frontera’, atribuido por los jurados del Festival Internacional de Cine de la Frontera de Marzamemi, en la siciliana  provincia de Siracusa. 

Primeras armas

A los dieciocho años, Lisa pierde a su madre. Un año después, regresa con su padre al Tesino donde se gradúa como educadora y asistente social en la SUPSI (Escuela Universitaria Profesional de la Suiza Italófona) en Lugano. “Al inicio trabajé en un hogar con personas con capacidades diferentes, antes de ocuparme de demandantes de asilo menores no acompañados”, explica. “Desde el inicio mismo de mi trabajo en la AOS se me abrió todo un universo. Allí estaba encargada de vigilar que las presentaciones de los solicitantes de asilo en el Centro de Registración se desarrollasen correctamente. Me vi confrontada a la llegada masiva de africanos. Descubrí otras realidades, como la guerra de Níger, los conflictos en Angola y Sierra Leona, o las luchas fratricidas entre somalíes y eritreos”.

Lisa está casada con Tarek, un exrefugiado iraquí  que huyó de la guerra del Golfo, también educador y comprometido, y con quien tienen un hijo de 18 años. Antes de la llegada masiva de refugiados sirios, la trabajadora social tesinesa se había confrontado a los primeros éxodos de los eritreos. “En 2007 acogimos en casa a una joven eritrea que trabajaba para la familia real saudí que la trataba como esclava. Durante una estadía en Ginebra, logró fugarse y solicitó el asilo político en el Centro de Vallorbe, antes de ser enviada a Chiasso. Nosotros la ayudamos hasta cuando la enviaron al cantón de Zúrich donde pudo establecerse y fundar una familia”, recuerda.

Red de apoyo para los sirios

Actualmente, Lisa se dedica especialmente a los sirios. Gracias a la movilización de voluntarios de toda la región italiana de Suiza, desde hace aproximadamente un año se creó una red de apoyo. “Había que ayudar a todas esas familias que huyendo de Homs se dirigían a Libia para luego embarcarse hacia Sicilia para llegar a la frontera suiza y, si era posible, continuar hacia el norte de Europa. Nosotros actuamos en la etapa de Milán donde numerosos refugiados son instalados provisoriamente en diez centros que existen en esa ciudad. Algunos de ellos tratan de llegar a Suiza donde tienen familiares que integran la comunidad sirio-armenia, muy bien enraizada, especialmente en el Tesino. Pero la mayoría aspira a continuar hacia Alemania y Suecia, países que han abierto ampliamente sus fronteras y donde encuentran condiciones sociales favorables de acogida”, explica Lisa Bosia.

Llegada de refugiados al Tesino

Durante los meses de abril a junio del 2014, el número de solicitudes de asilo en Suiza aumentó un 10% en relación con el primer trimestre del año en curso, registrándose 5.384 pedidos.

El Tesino resiente particularmente la presión migratoria que llega de Italia. El Centro de Registro de Chiasso contabilizó cerca de 1000 demandantes en junio (contra un poco más de 300 en marzo pasado), de los cuales 650 fueron transferidos hacia otros centros suizos. 

El Centro de Chiasso está sobrecargado así como todas las otras estructuras del cantón. La situación debería mejorar con la apertura de un nuevo sitio en el excuartel de Losone, cerca de Locarno, que podrá acoger 170 personas. En Chiasso las dos terceras partes de las solicitudes provienen de refugiados eritreos aunque el número de demandantes sirios aumenta.

Esta red solidaria organizó el transporte de víveres y ropa hacia la capital lombarda; envió fondos a los que trabajan en Sicilia para recibir a los refugiados en Catania y, desde hace unas tres semanas, financia la recarga de las cartas telefónicas de los móviles de las personas que se embarcan. “Así pueden hacer llamadas y lanzar pedidos de ayuda desde las embarcaciones a la deriva hacia el número telefónico de Nawal Soufi, una joven marroquí de Catania que acoge a los refugiados cuando llegan a esa isla y que alerta a la Guardia Costera, lo que permite salvar vidas”, explica Lisa.

Tragedias y final feliz

La vida cotidiana de Lisa incluye historias tristes, muchas veces trágicas, y otras con final feliz. Como la de una madre eritrea con sus dos jóvenes hijas que esperaban una respuesta oficial desde hace dos años  en un centro vetusto de la Cruz Roja en Cadro – en la cercanía de Lugano- y a cuyo caso dieron entrada las autoridades. O el del padre sirio que llegó a Chiasso desde Sicilia con tres pequeños y que espera reencontrase con su esposa y otra hija pequeña que habían quedado bloqueadas en Libia y que ahora acaban de llegar a Italia. O incluso, también, la pareja de setenta años de sirios arameos, con sus hijos y nietos, que pudieron arribar al Tesino donde se instalaron gracias al apoyo de su comunidad en la diáspora.

 “Los sirios”, concluye  Lisa Bosia, “son personas agradecidas y dignas que llegan aquí sabiendo casi con certeza que no podrán regresar más a su país. Para evitar tragedias en el mar deberíamos poder contar con corredores humanitarios, que a partir de los campos de refugiados en África canalicen el éxodo hacia el norte de Europa. Pero la Unión Europea se opone a organizarlos. Los solicitantes deberían poder beneficiar de la directiva comunitaria número 55 del 2001 que prevé la libertad de movimiento en todo el territorio europeo como lo establece la Carta de Lampedusa”.Enlace externo

Traducción del francés: Sergio Ferrari

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