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Trabajo voluntario: pasión de los expatriados

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Los rostros de los inmigrantes han cambiado en Suiza con la libre circulación de personas. En los centros urbanos, la mayoría de los recién llegados tienen un alto nivel de formación. Sorpresa: muchos de ellos buscan trabajos voluntarios.

“¡No siempre se puede decir que no!” Hubert Kausch, responsable del voluntariado en la Cruz Roja Suiza (CRS) en el cantón de Zúrich, alude a la idea de crear una oferta concreta de trabajo voluntario para los “expats” (expatriados).

Lo anterior, merced a que se multiplicaban las solicitudes de personas recién llegadas a Zúrich, con deseos de participar socialmente, pero que no hablaban alemán. Sin un programa ‘ad hoc’ y muy a su pesar, la CRS debía decir “no”.

Nació entonces la idea de ofrecer a esos inmigrantes altamente cualificados tareas de recaudación de fondos. Un grupo fue creado a finales de 2011. En mayo pasado, un sorteo celebrado en ese marco, en Zúrich, permitió obtener 5.000 francos.

Mientras tanto, una docena de personas – la composición del grupo es muy volátil – se comprometió a reunir fondos en colaboración con la Escuela Internacional de Winterthur. En 2013, la CRS Zúrich proyecta permitir la participación de empresas en una carrera pedestre para recaudar fondos.

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¿El trabajo voluntario, un medio de integración?

Este contenido fue publicado en Suiza es considerada como un país de benévolos. Uno de cada cuatro habitantes ejerce al menos una actividad no remunerada en el marco de organizaciones o instituciones. Esa participación puede ser la oportunidad para los expatriados de entrar en contacto con la población local y de aprender o mejorar el idioma. ¿Lo considera usted así?…

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Envoltorio de regalos

Un sábado de diciembre, poco antes de Navidad, la irlandesa Hazel y el holandés Arjen, ambos en la treintena, envuelven regalos en un comercio de Winterthur. Los fondos obtenidos son destinados al programa “salud y social” de la CRS Zúrich. Hazel no sabe alemán, Arjen se maneja bien.

¿Las personas hacen comentarios sobre el inglés de Hazel? “No, no realmente” responde la joven con su inquebrantable sonrisa. “De todos modos, con Arjen estamos cubiertos”. La estrategia permitió colectar varios cientos de francos, precisa Andrea Ramseier, coordinadora de la acción.

“Fue un éxito, agrega, porque el comercio (que prefiere no ser mencionado)  estuvo muy satisfecho con nuestro servicio y los clientes en general se tomaron  tiempo para leer nuestros carteles”. La CRS de Ginebra organiza desde hace años un trabajo voluntario para la envoltura de regalos en las librerías Payot.

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“Brindarse a los otros, dando y recibiendo”

Este contenido fue publicado en En noviembre pasado organizó en una sala parroquial de Berna un almuerzo solidario, una de las tantas actividades públicas que promueve regularmente. El objetivo era recaudar fondos para sostener en El Salvador a la ‘Asociación Los Angelitos’ que reúne a familiares de personas con discapacidad y que lucha a favor de mejores las condiciones médicas, terapéuticas y…

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La Cruz Roja, una “marca”

Para Hazel y Arjen, como para muchos extranjeros, la Cruz Roja es una dirección natural. “Somos realmente una marca internacional y con frecuencia, los expatriados han trabajado con la Cruz Roja en su país de origen”, dice Andrea Ramseier. En Ámsterdam, Arjen participó en reuniones con adultos mayores organizadas por esa entidad.

La tradición de voluntariado y, más en general de la caridad, es particularmente fuerte en los países anglosajones. Hazel, que es pintora, ya era voluntaria en Irlanda, antes de seguir a su marido a Zúrich. Trabajaba en un hospital infantil. “El voluntariado es una gran oportunidad para conocer gente”, dice.

La importancia del dialecto

El voluntariado como medio de integración es también una de las constataciones realizadas en Basilea en el marco de un proyecto sobre los expatriados con un alto nivel de formación. Una plataforma de intercambio para trabajadores voluntarios está en preparación dentro de la iniciativa BaselConnect.  

Lieneke, una holandesa que siguió a su marido a Basilea, es una de las impulsoras del proyecto. Pero ella no esperó para comenzar con el trabajo voluntario.

“Llegamos hace 11 meses”, dice en un excelente alemán. “Inmediatamente ofrecí mi labor porque considero que el voluntariado es una muy buena manera de integrarse. Al principio me rechazaron porque no hablo el dialecto, ya que en   Basilea se necesita realmente conocer el suizo-alemán …”

Quizá por esa razón las asociaciones de voluntarios de Basilea consideraron poco viable la colaboración de los voluntarios, según una colaboradora de los servicios de integración. Pero, añade, ahora es bien aceptada.

Según la Oficina Federal de Estadística (OFE), 1,5 millones de personas en Suiza, uno de cada cuatro habitantes, ejercen por lo menos una actividad no remunerada dentro de organizaciones o instituciones.

Los hombres están más involucrados en tareas de voluntariado organizado que las mujeres (28% contra 20%).

El trabajo voluntario en beneficio de organizaciones y asociaciones varía mucho de una región a otra. Es mayor en la Suiza de habla alemana que en la de expresión francesa y que en las regiones de lengua italiana.

El porcentaje también es mayor en comunas rurales y de menos de 1000 habitantes que en zonas urbanas y municipios relativamente grandes.

De acuerdo con la Cruz Roja de Zúrich, los expatriados anglófonos a veces tienen dificultades para ser aceptados en sociedades de poblaciones que funcionan bajo códigos tradicionales.

Además del voluntariado organizado, la OFS identifica el voluntariado denominado informal, que abarca el vecindario, el cuidado de menores y los  servicios y cuidado de familiares o conocidos que no viven en el mismo hogar.

21% de la población residente de 15 años o más, alrededor de 1,3 millones de personas, ofrece esos servicios a terceros sin remuneración.

Las mujeres están más involucradas en esas actividades que los hombres (26% contra 15%).

“Aceptar el hecho de no entenderlo todo”

Por último, Lieneke pudo ofrecer sus servicios a la Fundación Ronald McDonald, que permite a los padres permanecer con sus hijos enfermos en el hospital, y luego a la Fundación Melchior, que apoya a las personas con enfermedades psiquiátricas y en la que obtuvo más tarde un empleo.

“Si uno se muestra interesado, si no complica las cosas y está de acuerdo en no entender todo, recibe muchas cosas”, estima Lieneke. “La gente está muy interesada en el trabajo voluntario y muy contenta de que los extranjeros se comprometan socialmente”.

No hay “días sociales” en Suiza

La ciudad de Zúrich, que cuenta también con un sitio web dedicado al voluntariado, recibe una avalancha de candidaturas. “Las empresas nos contactan para ver si tenemos trabajos para grandes grupos de anglófonos”, como en los “días sociales” anglosajones organizados en la cocina de un hogar público, por ejemplo, explican los servicios sociales de la ciudad. Un grupo de trabajo interdepartamental se encarga de esos asuntos.

En el comercio de Winterthur, donde los voluntarios de la Cruz Roja envuelven regalo tras regalo, una joven rumana, Elena, acaba de presentarse a Hubert Kausch para participar en el programa de voluntarios. “Todos mis amigos esquían pero yo no, y me gustaría hacer algo útil!”, dice.

“Los voluntarios extranjeros tienen un fuerte deseo de participar”, dice Hubert Kausch. “Se guían por el principio moral de devolver a la sociedad lo que han recibido, lo que es una ventaja para nosotros. Además, son independientes y saben cómo organizarse. Jóvenes, muy activos en su profesión, tienen excelentes contactos y conocen muy bien la Cruz Roja. El trabajo benévolo es también, estoy seguro, una contribución a su integración en Suiza”.

Desde la entrada en vigor de los acuerdos sobre la libre circulación de personas, la cara de la inmigración ha cambiado en Suiza.

“En Basilea, la mayoría de los inmigrantes (60%) están altamente cualificados”, dice Nicole von Jacobs, delegada de Integración en  Basilea-Ciudad.

El término de “expatriado” estaba reservado a personas con contratos temporales de empleo en empresas internacionales, pero se ha impuesto a todos los trabajadores extranjeros altamente cualificados.

Los “expats” clásicos disfrutan de importantes prestaciones, incluidos el pago de la vivienda, la escolarización de los niños e incluso ofertas de ocio.

Esos contratos cuestan muy caro a las compañías internacionales que ya no los otorgan tan fácilmente.

Traducción, Marcela Águila Rubín

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