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De Lugano a Bogotá, una pedagogía solidaria

Alessia Bonardi, pedagoga, y Angela Ospina, directora del CAPS. S. Ferrari

A pesar de su juventud, la pedagoga suiza Alessia Bonardi Torres ha transitado los últimos siete años de su vida entre su terruño y diferentes países latinoamericanos. Desde octubre del 2010 su destino es Colombia, y su trabajo, acompañar a víctimas de la violencia política.

Niños, niñas y adolescentes, en particular, se dan cita en los locales bogotanos de la Corporación Centro de Asistencia Psicosocial (CAPS) para buscar contención, apoyo, un espacio familiar, esperanza.

El CAPS, que también extiende su acción puntual a la población de cuatro departamentos del interior del país, es una de las más reconocidas instituciones no-gubernamentales dedicadas a la atención de las víctimas del conflicto.

“Un trabajo duro ya que exige confrontarnos con situaciones extremadamente difíciles y dolorosas, por no decir desgarradoras”, enfatiza  Bonardi  pedagoga y educadora especializada, de 32 años, originaria de Lugano y  graduada en la Universidad de Ginebra.

En particular “con menores y adolescentes que han sufrido en carne propia experiencias traumatizantes. Sea por el desplazamiento forzado de su familia; el encarcelamiento de uno de sus parientes o incluso, la desaparición de alguno de los miembros de su grupo familiar”, explica.

Caso específico en el continente

A pesar de una amplia experiencia previa en varios países latinoamericanos, como Argentina y Ecuador, donde laboró para ONG helvéticas en el campo de los derechos humanos, “nunca me había confrontado directamente, in situ, a las consecuencias de la guerra, como aquí”, sostiene.

Lo diferente es lo específico del actual trabajo que realiza dentro de un colectivo y en el cual se ocupa del reforzamiento escolar de los menores. Además del acompañamiento de algunos grupos de adultos.

“Esta realidad tan brutal, marcada por el conflicto interno, deja heridas muy profundas entre los que lo sufrieron directamente, y tiene consecuencias duramente reversibles para la población infantil”.

Explica que todas las tareas en el CAPS se hacen en pequeños equipos de dos o tres profesionales que aseguran una atención múltiple, complementaria y particularmente humana a la gente que busca atención.

A pesar de este marco casi dramático de vivencias límites, “me impresiona muchísimo, cada día, comprobar la fuerza de la gente que ha sido víctima de esa violencia. Una voluntad de hierro para reconstruir su vida, sus sentimientos, su equilibrio psicológico, a pesar del lastre de los múltiples dramas personales vividos”, enfatiza.

En el último año según las estadísticas internas del Centro, han dado asistencia permanente a más de 500 víctimas de violencia paramilitar o estatal.

A esa población sufriente, el CAPS asegura un acompañamiento psico-social de calidad, con un equipo de una decena de personas, entre las cuales un médico especializado en medicina natural y bioenergía; sociólogas, psicólogos y la propia pedagoga suiza.

“Una escuela de formación cotidiana”

Como balance de los primeros 12 meses del contrato firmado con la ONG suiza E-CHANGER por dos años “subrayo lo mucho que he aprendido en esta práctica laboral en el CAPS”.

Entre otros, nociones de medicina natural, de bioenergía, reflexología y polaridad. Además de “la experiencia organizativa, de planificación y gestión y de la calidad de atención que tienen mis colegas profesionales y que son para mí una fuente  de aprendizajes”, enfatiza Bonardi.

No hay día, señala la pedagoga de Lugano, en que “no aprenda algo nuevo…Queda pendiente, todavía,” poder apropiarme de la capacidad de improvisar de los colegas que animan la atención en el CAPS. Una virtud que espero integrar totalmente en el año que todavía voy a trabajar en Bogotá”.

“Devolver la confianza y autoestima a la gente”

“El aporte de Alessia es muy importante para el centro”, enfatiza la socióloga colombiana Ángela Ospina Rincón, directora del CAPS.

“Su mirada intercultural; su capacidad de adaptación para hacer frente con calidad profesional a casos y situaciones límites; el conocimiento metodológico volcado en la atención pedagógica a los niños, niñas y adolescentes; el reforzamiento escolar,  constituyen una parte de su aporte. Un verdadero plus profesional y humano que enriquece nuestra propia práctica”, explica Ospina.

Además, “el trabajo sistemático de información hacia la comunidad internacional sobre nuestras propias actividades y las vivencias en nuestro Centro”. Esa tarea “esencial para compartir afuera la realidad de las víctimas de Colombia la hemos presentado recientemente, incluso, a la Unión Europea que desde hace un año sostiene un proyecto de nuestra institución”, explica la directora.

“Sin una cooperante internacional no podríamos compartir, como lo hacemos, las vivencias de nuestro trabajo, en el exterior. Un estímulo adicional para las víctimas que saben que su sacrificio es conocido y compartido en Suiza y en Europa en general”, sostiene.

Ospina reivindica varios principios esenciales que mueven el quehacer del CAPS y que la convierten en una institución de referencia en su tipo: una perspectiva holística-integral con sus componentes de atención psicológica, física y humana; la flexibilidad de la organización interna del trabajo pero con rigor profesional; así como la promoción y confluencia en redes con otras organizaciones colombianas ligadas a la misma problemática.

“Las víctimas constituyen un corolario brutal, tal vez el más vulnerable, de la confrontación interna que padece Colombia. De allí la importancia de espacios como el nuestro que ofrecen la posibilidad de la descarga emotiva; aseguran la libre expresión y se convierten en referentes de estabilidad emocional”, reflexiona a manera de síntesis Ángela Ospina.

Y de allí el objetivo esencial del acompañamiento y atención integral a las víctimas: “devolverles la confianza y la autoestima. Ayudarles a trabajar sus iras, odios y angustias.  Permitirles seguir creyendo en el futuro a pesar de un pasado muchas veces desgarrador”, concluye.

Fundado hace diez años, el CAPS fue en su génesis un proyecto directamente dependiente de Tierra de Hombres de Italia.

Desde hace dos años se transformó en entidad autónoma con perfil de Corporación nacional.

Está integrado por un equipo de una decena de profesionales nacionales experimentados en el sector psicosocial y médico.

Con el apoyo de la Unión Europea y Tierra de Hombres de Italia editó dos obras que se han convertido en referencia en sus respectivas temáticas y sectores.

Una de ellas,  “Salud …otros caminos”, es un instrumento didáctico destinado a mejorar la salud popular en Colombia.

Incluye un muestrario de 56 plantas que se encuentran en Colombia y sus virtudes medicinales y curativas, con explicaciones muy simples destinados a un público amplio.

La otra publicación es “Las Comunidades frente al trauma por violencia política. Herramientas de  apoyo psicosocial”. Incluye tres temas principales: una cartografía social; la posibilidad de curar con las manos y con métodos simples; y el acompañamiento en situaciones de crisis.

Ambas publicaciones son un emblema del trabajo de divulgación popular, incluso preventiva, con bases científicas, que realiza el CAPS en Colombia.

El trabajo del CAPS es valorado significativamente por sectores de la sociedad civil colombiana y reconocido por diversas esferas estatales que se ocupan de la problemática de las víctimas del conflicto interno.

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