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En misión con el CICR en Ginebra

ICRC

¿Cómo se entrena a alguien para negociar con un control militar, ayudar a miles de víctimas de conflictos, enseñar las reglas de la guerra a los rebeldes o tratar con los medios de comunicación?

Para saberlo, swissinfo.ch siguió a 18 nuevos delegados del Comité Internacional de la Cruz Roja (CIRC), que aprendieron cómo funciona todo en Ginebra antes de llegar a un situación real.

Es martes por la mañana. Tras una semana de teoría en el centro de entrenamiento de Ecogia, a las afueras de Ginebra, cuatro equipos de nuevos delegados estuvieron preparándose para poner en práctica lo aprendido en una jornada de ejercicios intensivos de simulacro.

“Hoy es el día de la verdad,” explicó mi guía, el delegado del CIRC Marçal Izard. “Están asustados por si cometen un error, por lo que no añadimos demasiada presión.”

Actuando como periodista de la televisión local, el trabajo de Izard fue el de entrevistar a los jóvenes delegados mientras ellos se lanzaban al campo en sus vehículos 4×4 para visitar un campo de refugiados y un hospital bombardeado. Además intentaban hablar en su marcha a través de un control militar.

Campo improvisado

“Esta es la parte más débil del guión,” señaló Izard, apuntando a cuatro personas refugiadas –en realidad experimentados miembros del CICR– compartiendo un pequeño fuego en el bosque de ‘Grand Champs’, no muy alejado del centro de la ciudad.

Según este ejercicio, los desplazados estaban entre miles de personas que huían de la población cercana de Collex, que había sido bombardeada durante los combates entre las fuerzas Alpesianas y los rebeldes del Frente del Liberación de los Secuanes (FLS), poco antes.

Tan pronto como arranca el 4×4, el primer grupo de delegados se aproximaba al campo tímidamente y ellos mismos se presentan. Mientras empiezan a recoger información sobre la comida, agua y necesidades sanitarias, Izard entrevista a Jerôme, el portavoz del grupo, que con serenidad se sacude las preguntas delicadas.

“¿Y qué puede decirnos sobre los 14 cuerpos hallados al lado del camino, supuestamente asesinados por los terroristas del FLS?”, preguntó Izard. “No tenemos acceso a esa área. Necesitamos evaluar la situación para poder decir algo”, contestó Jerôme.

Profesionales médicos

“En la realidad se suele estar abrumado por las necesidades. La gente piensa que podemos hacer milagros. En Colombia estaba agobiado día y noche. Pronto te das cuenta de tus limitaciones”, indicó Izard, mientras pasamos cerca del Hospital Richelieu.

En la aislada instalación médica, los delegados de otro grupo hablaron con un doctor que se encargaba -él sólo- de cuidar a 100 habitantes heridos. Entonces se prepararon para evacuar a los heridos más graves -en verdad uno- al cercano Hospital Versoix.

“Tenía la impresión de que estaba tratando con verdaderos profesionales. Ellos tomaron nota de una larga lista de necesidades y me aseguraron que iban a volver, que no es siempre lo que pasa”, dijo el supuesto doctor Rene Manin.

“La única realidad es que soy también una víctima del conflicto; no tengo noticias de mi familia, trabajo en solitario y estoy exhausto. Lo podría haber hecho con algo de contacto humano y con empatía.”

Interrogatorio militar

Más abajo del camino, Raoul Bittel, comandante de las Fuerzas Armadas Alpesianas, y cuatro soldados, equipados con uniformes de camuflajes de verdad y armas, buscan ‘terroristas’ del FLS en el puesto de control.

Durante el día cada grupo de delegados que intentó atravesar el puesto de control fue interrogado por los soldados y así comprobaron si podían mantenerse tranquilos, negociar la puesta en libertad de su oficial sobre el terreno y atender a una persona herida. Aunque los entrenadores militares no hacen la vida fácil.

“Ellos aceptaron llevarme al hospital, lo que fue muy bueno, pero deberían haber comprobado si llevaba un arma en mi bolsillo”, explicó Isabelle Egger, que actuaba como una soldado herida en el puesto de control.

Bittel elogió al último grupo por haber mantenido la calma y por la utilización de buenos argumentos para asegurar la liberación de su compañero. A diferencia del anterior, que fue “prepotente e indisciplinado” y que pudo haber sido disparado, comentó.

“Ellos cometieron errores –pero todo el mundo los comete”, expresó el comandante.

¿Misión imposible?

Después de regresar del campo de entrenamiento los delegados se relajaron a la hora de la comida.

“Ha sido muy estresante para mí, ya que actuaba como líder del grupo y tenía muchas cosas en qué pensar”, relató el francés Johnny Nehme. “No es nada fácil”, señaló Daniel Glintz, formador de los nuevos delegados. “Ellos tienen que repetir los conocimientos teóricos y preocuparse por el trabajo en equipo, el aspecto personal y el control de sus emociones”.

Aunque no es una misión imposible entrenar a los nuevos delegados en solamente tres semanas, añadió. Durante los últimos 20 años las enseñanzas se han adaptado de manera considerable.

El CICR ha cambiado desde la “reunión de 20 personas nuevas alrededor de una mesa con montones de vino y cigarrillos” para escuchar a los veteranos mientras recordaban sus aventuras humanitarias hasta el enfoque de un centro de formación, comentó Glintz.

Los nuevos delegados reciben el “material mínimo” para un viaje normal. Y debido a los cambios recientes, reciben un curso de actualización después de seis meses para poder discutir allí los problemas y recibir formación adicional.

El Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) es una organización privada e independiente. Sus miembros, de entre 15 y 25, son suizos.

Su presupuesto el año pasado fue de 1.100 millones de francos (949 millones de dólares). Casi el 90% del presupuesto procede de gobiernos aunque la entidad es independiente.

La institución, con sede en Ginebra, es el principal socio de Suiza en el campo de la ayuda humanitaria internacional.

Suiza es el tercer país contribuyente del CICR después de los Estados Unidos y Gran Bretaña. En 2008, Berna destinó 101,05 millones de francos, incluidos 70 millones para la sede y 31,05 millones para los programas de ayuda.

Para 2009, la Confederación destinó una suma total de 105 millones de francos.

El CICR emplea a unas 11.800 personas, con 9.500 que trabajan como personal nacional y más de 1.300 delegados expatriados.

Hasta los años 90, sólo ciudadanos suizos podían trabajar para el CICR como delegados en el extranjero.

El CIRC actúa en 80 países y ayuda a 15 millones de personas anualmente.

El salario para los nuevos delegados oscila entre los 70.000 y 86.000 francos al año, de acuerdo con su experiencia previa y grado de cualificación.

Las condiciones básicas de los delegados: los candidatos deben estar disponibles para partir durante 24 meses sin sus familiares y para actuar en cualquier país. Para los delegados y personal administrativo el límite de edad va de los 25 a 35 años; tienen que dominar el inglés y el francés; como norma, los candidatos deben contar con un título universitario o educación similar.

También tienen que tener al menos dos años de experiencia profesional después de haber obtenido un título; disponen de seis semanas de vacaciones y un permiso adicional de 10 días cada tres meses en misiones que supongan un riesgo para la vida de los colaboradores.

La media de permanencia en el CICR es de 3 a 5 años.

(Adaptación: Iván Turmo)

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