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Antonio Granado: Toda una vida en Suiza

Antonio Granado se jubiló en 2006 tras pasar más de cuatro décadas en Suiza.

Este madrileño que pasó 45 años trabajando en la Confederación resultó ser el ganador del concurso de un viaje a Interlaken, organizado por la embajada helvética en España, y que sirvió como punto de partida del proyecto de 'Lazos Suizos'.

Todavía mantiene una estrecha relación con Suiza, que visita varias veces al año. Tiene dos hijos y cuatro nietos que residen en Lausana.

El mecánico tornero Antonio Granado Lumbreras, de 66 años, se jubiló en 2006 tras pasar más de cuatro décadas en Renens, comuna del cantón de Vaud cercana a Lausana. Tras retirarse se trasladó a la localidad española de Santa Pola (Alicante) junto a su esposa, la ciudadana helvética Raymonde Bally.

Desde los 14 años aprendió el oficio de mecánico tornero en una empresa de su barrio madrileño de Villaverde, y estudió en la escuela de Artes y Oficios.

“Ver mundo”

Granado llegó a Suiza en abril de 1961 en tren desde su ciudad natal, Madrid, recuerda a swissinfo con alegría: “A los 18 años, la moda de los jóvenes era la de salir al extranjero, así que tomé la decisión de irme”. Cogí el tren con el fin de ver mundo. De hecho fue precisamente en este viaje cuando vi el mar por primera vez”.

Cuando le comentó sus intenciones a su padre, éste decidió ir antes que su hijo. “Yo voy primero”, le dijo. Su padre iba a Alemania, ya que había conseguido un contrato de carpintero allí. Pero cuando llegó a Ginebra alguien le dijo que se quedara en Suiza, que estaba más cerca de España y hacía menos frío que en Alemania. Con lo que, al final, se quedó en Ginebra a buscar trabajo.

Después encontró ocupación en el municipio de Renens, localidad donde acabaría viviendo durante casi 50 años su hijo Antonio. “De esta forma fue más fácil para mí viajar al país. A los seis meses después llegué yo”. Allí conoció a su mujer con la que se casó con 24 años. Poco después tuvieron a su primer hijo y algo más tarde a su hija. Sus padres y sus hermanas también emigraron a Suiza.

Visita de la Policía

Al llegar a la frontera suiza en Ginebra, Granado sabía por su padre que debía decir que venía como turista y no con la intención de trabajar, y eso debido a que a los que extranjeros que llegaban con profesión se les enviaba a la Suiza de expresión alemana.

“Yo quería quedarme allí con mi padre que ya me había reservado habitación en una pensión”. Ese día era sábado y el lunes ya consiguió un puesto de trabajo.

Pero Granado no estaba autorizado a trabajar con ese permiso de turista. Entonces cambió de empresa, con la ayuda de un amigo que hablaba francés. Al contarle su situación a su nuevo jefe, el empresario le dijo que no se preocupase por los papeles, ya que él daría la cara ante las autoridades.

“Poco después (octubre de 1961) la policía me vino a buscar a la pensión por estar trabajando sin contar con el correspondiente permiso. Llamaron a mi jefe, pero él respondió por mí. Al final se arreglaron las cosas con lo que ya me pude quedar con normalidad”.

Trabajó para el CERN

Los 45 años que Antonio Granado trabajó en Suiza se repartieron sólo entre dos empresas. Ambas en Renens. “La verdad es que había muchas oportunidades laborales, por ejemplo en empresas de mecánica o maquinaria”.

“Primero entré en Paul Brunner AG. Allí se hacían compresores, piezas para máquinas fresadoras y encargos para distintos clientes. De hecho, allí hice piezas para el CERN de Ginebra, unos elementos delicados, muy importantes por su precisión”.

Los últimos 25 años estuvo empleado en Tesa, empresa de fabricación de aparatos de medición y de precisión. Allí se jubiló tras 25 años de esfuerzo.

Fútbol e integración

Una de las vías que permitieron una mejor integración en la vida suiza fue el deporte, y más concretamente el fútbol. Jugó en varios equipos, estuvo en la directiva de varios clubes y también fue entrenador. “Nada más llegar comencé a jugar con el Español de Lausana. Yo ya practicaba fútbol en Madrid. Disputábamos el torneo de amateurs, de trabajadores.

Más tarde se cambió al Central Lausana donde había jugadores suizos, italianos y él era el único español. “También disputé alguna liga de empresas. He jugado al fútbol hasta que tuve más de 50 años, e incluso participé en la liga de veteranos con otra vez el Español de Lausana”.

Familia Suiza

Granado se casó en Renens con la suiza Raymonde Bally en 1966, tras haberse prometido en 1994. “Al principio hablábamos por señas. Ahora ella sabe español perfectamente”. Antonio tiene la doble nacionalidad, al igual que sus dos hijos que viven en Lausana.

El matrimonio suele visitar asiduamente Suiza donde tienen sus dos hijos (chico y chica) y sus cuatro nietos (tres niñas y un niño). Precisamente una de sus nietas asiste a cursos de flamenco. “Siempre le llevamos zapatos de gitana, vestidos de flamenca y faldas”, afirma ilusionado.

También cuando viene suele aprovechar para esquiar en familia, otra de sus grandes aficiones.

Su traslado a Suiza también le evitó tener que realizar el servicio militar en España. El tradicional sorteo le deparó la africana Melilla como destino.

Sin embargo, consiguió una prórroga por ser estudiante y pudo viajar al encuentro de su padre.

Lo único que tenía que hacer era estar menos de 3 meses en España al año para no verse obligado a ingresar en el ejército, alfo fácil ya que como máximo volvía por un tiempo de dos semanas.

“Renovaba esta prórroga en el consulado español, donde me hacían revisiones médicas y juré bandera”, dice Granado.

En ese tiempo se requería la firma del padre para poder salir del país.

Dentro del proyecto de ‘Lazos Suizos’ se convocó un concurso para optar a un premio consistente en un viaje a Interlaken.

La mujer de Granado rellenó el formulario en el pabellón suizo en la Expo de Zaragoza, lugar en el que recogieron las solicitudes.

La pareja estuvo de vacaciones en Zaragoza con amigos y se enteró del concurso por casualidad.

Él resultó ganador de un total de 900 candidatos. “Iremos con mi mujer en junio de 2009 aprovechando mi Santo”.

El concurso era destinado a ciudadanos españoles con residencia en España y mayores de edad que hubieran vivido, trabajado o estudiado en Suiza o en los Colegios Suizos de Madrid o Barcelona.

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