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Los nómadas del agua ya descansan en su isla

Última fase del traslado de los restos de los kawésqar a las proximidades de la isla donde fueron depositados, en Tierra de Fuego. Ponce de León/Zollikofer, Univ. Zürich

Después de 129 años, los restos de cinco miembros de la etnia kawésqar, procedentes de Zúrich, llegaron a una pequeña isla del Estrecho de Magallanes, en Chile.

Los antropólogos de la Universidad de Zúrich, Christoph Zollikofer y Marcia Ponce de León vieron finalmente cumplido su propósito de devolver la paz a los miembros de este grupo étnico.

Ellos portaron las osamentas hasta América del Sur y presenciaron la íntima ceremonia de enterramiento que les dieron sus descendientes.

Un grupo de 11 kawésqar fue secuestrado en 1881 por un empresario alemán para exhibirlos como rarezas en varias ciudades europeas en un espectáculo cruel llamado “Zoológicos Humanos”. Tras ser mostrados en Francia y Alemania, llegaron a Zúrich donde enfermaron y cinco de ellos murieron a causa de la pulmonía o del sarampión.

De esta forma sus osamentas permanecieron en el Instituto de Antropología de la Universidad de Zúrich donde fueron examinadas por los científicos. “Es un material que no se estudiaba y que había sido depositado en la colección Schultz de nuestro Instituto”, explica a swissinfo.ch Ponce de León.

Hace dos años, el documentalista Hans Mülchi y el historiador Christian Báez, que realizaban el documental ‘Calafate, Zoológicos Humanos’ preguntaron a Ponce de León y a Zollikofer si podían venir a visitar los restos.

Grupo étnico excéntrico

“Los kawésqar fueron traídos a Europa para ser expuestos por tratarse de un grupo étnico excéntrico del que no se conocían ni sus costumbres ni su anatomía, una historia escabrosa. Ahora ya hay fuentes históricas que explican bien su historia”, indica Ponce de León.

Llegaron aquí por casualidad pero como científicos tenemos una responsabilidad histórica que no se puede desligar, afirma Ponce de León. “Queríamos hacer la repatriación de sus osamentas de la manera más discreta posible, al nivel de Universidad-grupo étnico y sin ninguna connotación política. Si bien al final esto esto no fue respetado por parte del Gobierno de Chile”.

Los antropólogos de Zúrich eligieron un camino oficial pero en un plano individual, para lo que contaban con el visto bueno del rector de la universidad y el representante de Chile en Suiza, además de los representantes indígenas de los kawésqar.

A diferencia de los restos arqueológicos, los de los kawésqar estaban completamente documentados. Se conocía la identidad de todos ellos y se tenía su historia médica.

Excesiva politización

A su llegada a Chile, los restos fueron recibidos con honores militares en una base militar. La ceremonia estuvo presidida por la en ese momento presidenta chilena, Michelle Bachelet, varios ministros y por un grupo de dirigentes indígenas de diversas comunidades.

“La politización del proceso de repatriación fue exagerada, aunque no se puede evitar nos sentimos instrumentalizados. Nuestro objetivo sólo era devolver el respeto a los kawésqar”, cuenta la directora de la colección Schultz del Instituto de Antropología.

A 300 kilómetros mar adentro

Los kawésqar eran nómadas de agua. Sus enterramientos se producen en islas del Estrecho de Magallanes pero en la superficie. Los restos se ponen en pequeñas cuevas y se asegura de que no haya animales carnívoros en la zona. En este caso se colocaron los huesos en tres cestas que fueron cubiertas con una carpa hecha de piel de lobo marino.

Finalmente, les dieron un lugar para la ceremonia a pesar de las complicaciones por tratarse ahora de una zona de dominio militar. “Fue una odisea, primero fuimos desde Santiago a Punta Arenas, allí tomamos un barco militar y después de cinco horas de travesía y unos 300 kilómetros llegamos a la pequeña isla elegida. Por allí más o menos se suponía que los kawésqar fueron capturados en 1881 cuando cazaban focas”.

Los indígenas no querían que nadie ajeno al grupo llegara hasta la isla y viera la ceremonia pero finalmente accedieron a la presencia de Zollikofer y Marcia Ponce de León. “Fue un acto conmovedor para los pocos que recibimos la invitación. El lugar tenía mucha paz y tranquilidad y según sus costumbres, un espacio donde los muertos pueden descansar. Uno se sentía bien en este emplazamiento especial y místico, en el fin del mundo”, relata Ponce de León.

“A pesar de todo fue una gran satisfacción poderles devolver la dignidad y cumplir nuestro cometido como científicos. Y más ante un caso tan especial y trágico”, señala Marcia Ponce de León.

Descendientes

Los descendientes de este grupo étnico están marginados en Chile, no se consideran sus necesidades y están segregados, comenta la especialista. Con el paso del tiempo no han podido conservar sus tradiciones y tratan de adaptarse al medio ambiente.

“Eran nómadas de agua, pescadores y recolectores. Ahora, casi sólo un siglo después, viven en ciudades y solamente dos o tres personas conservan la lengua de sus antepasados. Sin duda, presenciamos una de las últimas ceremonias funerarias de este grupo en el mundo”, concluye Ponce de León.

Iván Turmo, swissinfo.ch

En agosto de 1881, un grupo de 11 indígenas del pueblo kawésqar fue capturado en Tierra del Fuego, cerca del Estrecho de Magallanes, por el hombre de negocios alemán Carl Hagenbeck.

Poco más tarde los nativos americanos fueron exhibidos en París, en el Jardin d’Acclimatation.

Posteriormente, los trasladaron para exponerlos en el Jardín Zoológico de Berlín, después en Leipzig, Múnich, Stuttgart, Núremberg hasta que acabaron su periplo en Suiza, concretamente en la ciudad de Zúrich.

Los kawésqar o alacalufes son indígenas, nómadas que recorrían en canoa los canales de la Patagonia chilena, entre el Golfo de Penas y el Estrecho de Magallanes.

También se desplazaban por los canales que forman las islas situadas al oeste de la Tierra del Fuego y al sur del estrecho.

Su idioma es el kawésqar, nombre con el que ellos se autodenominan.

En su idioma, esta palabra significa persona o ser humano.

El nombre alacalufe originalmente puede haber tenido una intención despectiva y ellos no lo usan.

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